Este sábado el tomellosero Antonio Benito tomará la salida
en el Ironman más famoso del mundo, el Mundial de Hawaii. Es uno de los favoritos donde ningún español,
ni siquiera Javier Gómez Noya o Iván Raña, ha vencido jamás (Eneko Llanos fue
segundo en 2008). Cuenta el atleta a Lucas Sáez-Bravo en una entrevista para El
Mundo que a su regreso de Hawaii, pase lo que pase, «volveré a ser Antonio el
policía», en su comisaría de Lugo.
Porque hace no tanto, pese a estar desde los 17 años
entrenando con la selección española en el Centro de Alto Rendimiento de
Madrid, este manchego no lo tenía tan claro. «Uno quiere vivir del deporte,
pero si no llegan los resultados... Si no tienes ingresos hay que generarlos de
alguna forma. Me puse a trabajar en el Decathlon dos años, también llegué a
dejar el triatlón casi un año, luego me volví a reencontrar... Lo vi un poco
negro», admite.
El éxito a Antonio le ha llegado de repente, sigue relatando
el diario, al dejar la distancia olímpica. Ganó el mítico Zarautz de 2023 «con
un mes y medio de cabra», «me cambió el chip», y se aventuró en el mundo
Ironman. «Si me dicen esto hace dos años... Va a ser mi tercer Ironman, el
primero fue en Cascais hace un año (tercero y por debajo de las ocho horas).
Todo ha ido súper rápido, aunque sin saltarme ninguna etapa. Luego fui a
Vitoria, gané (7h36:38, récord de la prueba) y conseguí el slot para Hawaii. Y
ya estoy aquí», pronuncia, sin presión, pero consciente de que todos le mirarán
de reojo: esta misma temporada se ha llevado el Mundial de Larga Distancia de
la ITU en Townsville (Australia) y lo celebró en meta con su característico
choque de pies. «Hay mucho entreno detrás. Ha tardado en salir casi 10 años
[ríe], he tenido que ser paciente. A nivel fisiológico, metabólico, de mis
características... mi cuerpo se adapta mejor a la media y larga distancia»,
explica.
Ha preparado Kona concienzudamente junto a su entrenador,
Pablo Dapena, aunque no sea profesional. Cuando le rodeaban las dudas, en plena
pandemia, se preparó la oposición de Policía nacional y pasó un año en la
Academia de Ávila. «Mi padre siempre nos ha dicho que teníamos que estudiar.
Nos ha insistido muchísimo. Y con lo pesado que es... Lloró mucho más cuando
aprobé la oposición que cuando me vio ganar en Vitoria. Eso es así», cuenta sin
rubor. Porque a Antonio todos le conocen como El Melón, confiesa al periodista,
un recuerdo de sus orígenes. «Mi padre es agricultor. Mi madre es ama de casa,
pero ahora han estado vendimiando los dos. Somos de Tomelloso, somos de campo.
Desde pequeños lo hemos aprendido. Curte. Sé lo que es vendimiar, podar, coger
aceitunas, melones... Te da una perspectiva de vida un tanto distinta y
capacidad de valorar las cosas. Si eres de campo, ya sabes lo jodido que es...
Mirar al cielo cada día a ver si la nube trae piedra o sólo agua. ¡Cómo no vas
a tener los pies en la tierra!», explica con orgullo.
Así que, a sus 30 años, con los resultados, la fama y los
patrocinios (Hoka, 226, Orbea...) llegando de repente, nada le puede
amedrentar, ni siquiera las maratonianas jornadas de entrenamiento, con las
tres disciplinas incluidas, después de su turno como policía, ahora en Lugo,
antes en Girona. «Si sólo entrenara... Me da rabia y me frustra, hay días que
estoy puteadísimo. Pero creo que gracias a la tranquilidad económica que me ha
dado el ser Policía están llegando estos resultados y me quita un poco de presión.
Hay que adaptarse a la situación y no pensar 'joder, vaya mierda de día, estoy
reventado porque he entrenado después de trabajar'», se sincera a Lucas
Sáez-Bravo.
Para Hawaii ha logrado un permiso por deportista de alto
nivel, se ha podido concentrar unas semanas en Lanzarote y realizar las
espeluznantes sesiones de Heat training con las que ha tratado de simular las
condiciones de calor y humedad que tendrá en la isla. «Alguien que no tenga ni
idea de triatlón dirá que: '¿Qué hace el loco este en Lanzarote con chubasquero
en el rodillo?'. Yo también lo he pensado», ríe al recordar los entrenamientos
infernales, hasta cinco días por semana, en los que ha llegado a perder cuatro
litros: «La cuestión es estresar al cuerpo. Al principio, a la media hora te
dan ganas de morirte. Espero que valga la pena».
«Saldré a por todas. Aunque, para quitarle hierro al asunto,
yo pienso que es un triatlón más. Lo único que, si en un ironman te puedes
encontrar gente buena, aquí están todos los que han ganado, lo mejor de lo
mejor», dice Benito, quien, en sus redes sociales, ha ido contando con su
inconfundible humor manchego sus andanzas en la isla donde se inventó el
triatlón.
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