Opinión

Arte en la calle X: lumbreras de la Mancha

Javier Cepeda | Lunes, 4 de Noviembre del 2024
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ARTE EN LA CALLE - X

Autor:  Ayuntamiento de Tomelloso. Localización: Calle Independencia 

LUMBRERAS DE LA MANCHA 


Comenta Pío Baroja en su libro  “Zacalaín el aventurero que ”En España hay veinte o treinta Atenas Modernas”. Pues bien una de ellas está en Tomelloso. Un grupo de escritores y pintores  crearían  su parnaso en  el “cerro de Las Balsillas” y fundaría nuestra particular “Atenas de la Mancha”.

En “Atenas de la Mancha. 55 miradas de arte y cultura”. Eduardo Aliaga Rubio 2023, continuación del histórico “Se llama Tomelloso” que el ayuntamiento editó en 1979 sobre los artistas de la localidad, Francisco Navarro, en el prólogo del libro,  habla  de los orígenes de este parnaso Tomellosero de  “La poesía de Quintería donde el espíritu  emprendedor  de gente echada “Pálante” toma pluma y papel  en los tiempos de soledad para dar rienda suelta a la imaginación y a la osadía y escribir coplillas al amor, la uva, el vino, la fiesta, el oficio. Autodidacta”.  Estos precursores serían el germen de la Atenas de las Mancha. 

Muy atinadamente la anterior Corporación Municipal, en su afán de llevar el arte y la cultura a la calle cambio las  lumbreras de las cuevas de la calle Independencia, las viejas de láminas verticales enrejadas a la acera, por unas láminas de acero que conforman una sopa de letras en la que aparecen inscritos los apellidos de personas insignes de Tomelloso. Los García, Martínez,  Cabañero, López, Torres, Grande, Quirós, Cañas, Carretero, Cabañas,… Sus horadados apellidos dejan pasar la luz a la cueva del saber. Allí posan como barricas incunables las historias de Plinio, Marisa Sabia, Horacio Martín, los Palancas, el paisaje Manchego, la Abuela Juana, Carmencita jugando, la plática del  pintor especialista en trinos y el pintor alcalde. Mientras “El Varal” asoma sus ojos a la luz   y narra a los allí presentes los “eventos consuetudinarios que acontecen en la rua”.

No hay nada más metafórico que el lugar donde han sido ubicados esos nombres: las lumbreras. Porque es evidente que de las personas que estamos hablando brillan y han brillado por su inteligencia y por sus conocimientos excepcionales.  

Lumbreras de progreso como Francisco Ramírez Martínez “El Obrero de Tomelloso”  creador de la primera cooperativa, de la llegada del tren, reclamación eterna de los tomelloseros, el periódico para que los suyos se informasen de los hechos y acontecimientos de Tomelloso  y hasta fue un adelantado solicitando una moneda única como la que  tenemos actualmente.

Lumbreras de las letras que alumbran nuestras cabezas con cuentos y versos. Francisco García Pavón máximo exponente de la novela negra española. Su personaje Plinio  con su pueblerina sabiduría, sus reflexiones filosóficas, resuelve los casos  desde el pálpito y la observación. Es Pavón el contador del costumbrismo  de nuestra ciudad provinciana desde la ironía  de sus cuentos e historias policíacas.  Lo describe como “un pueblo llano, de clase, con más de treinta mil almas alimentadas por la cepa y sin caprichos. Paz, trabajo, mucho trabajo, contra un suelo y sin entrañas”. Eso fue lo que hicieron por este pueblo: horadaron sus entrañas, trazo a trazo, pincelada a pincelada y desde las lumbreras de sus escritos y cuadros dieron luz al alma y al pensamiento tomellosero. 

El fue protector de otras dos lumbreras: Eladio y Félix. Encontraron su luminaria particular en sus visitas a la biblioteca donde García Pavón era director. Ambos pertenecieron a la generación del 50. Poemas cargados de una preocupación ética y social, de un  intimismo lírico, cargada de un  existencialismo sobre la vida humana que se ve reflejado en sus creaciones: Marisa Sabia de Eladio, la balada del abuelo Palancas de Félix. Y unos enamorados del pueblo, pueblerinos que emigraron a la capital, capitalinos que loan la idiosincrasia de su pueblo. Narran, cuentan, riman. ¿Dónde vas? Al pueblo. Eladio lo recordaba en su poema  “Tú y yo en el pueblo”

Es todo bien sencillo. Nuestro pueblo

con sus tejados, sus barbechos surtos

en la orilla del campo, el sol colgante,

la torre de la iglesia, nuestras casas,

ya estaban desde siempre por lo visto.

Todos estaban antes, ¡qué sencillo!

Por último los lumbreras de la pintura: engalanan la cueva del saber el autodidacta Carretero, el paisaje manchego de López Torres,  El realismo de López García. El humor de José Luis Cabañas. Como en Altamira, Carretero experimenta con colores, Antonio busca  plasmar luz y atmósfera y Antoñito pinta reflejos en el espejo del cuarto de baño de la casa de la calle Domecq.  José Luis en su viejo cuaderno dibuja lo que viene siendo un mapa cartográfico donde el centro es la plaza de Tomelloso y allende de los mares está Nueva York  con  Dionisio y sus performances.

Modelan nuestra  infancia junto a don Bartolomé o  escuchando calladamente los consejos del abuelo Palancas,  admirando las lecciones  de luz y atmósfera del Tío Antonio al sobrino o a las jóvenes generaciones de pintores que le acompañan en sus salidas al campo.

Nos llegan  al corazón con cuentos de pueblo “Paulino y Gumersinda”. Saca nuestra carcajada  en cuentos como “La Peseta”. Todo  enmarcado en un paisaje manchego de luz y atmósfera donde coincide con sus  amigos pintores.

Escribirán en la fachada encalada frente a la lumbrera, “ramos” a  Maribel, a María y Paca. Quizás los primeros versos  de amor de juventud. Otra vez la calle viva, la expresión del sentimiento hecho poesía, arte.

Nuestros lumbreras han vivido en esta tierra seca  y desde la lumbrera de su entelequia, forjaron  pico a pico, pala a pala hasta traspasar la tosca de la historia de Tomelloso. Con pluma y papel, con lienzo y pincel hacer posar su palabra y su retrato en la cueva del ingenio.  Y estrato a estrato, capa a capa impregnan la vida cultural del pueblo de un olor a sapiencia que  mana por las lumbreras  que eliminan tufos de ignorancia, malos presagios en el espite de la oscuridad y desde el desgarre del suelo forman una oquedad que paradójicamente da sustento existencial a la vida de Tomelloso.

Allá abajo habrán formado su tertulia particular   junto a la tinaja de gasto donde Manolo sirve el vino que trasiega Remigio, el amigo vinatero de Antonio. Montarán su particular fiesta de las letras. Mientras Félix rasga la guitarra, Eladio combina rima y versos en voz alta.  Paco Pavón, con su irónico manejo del lenguaje, relata el cuento de la infancia de algún pichulero que entre trasiegos y paladeos  habla de la cicata cosecha del sesenta y dos o  de “lo regular de hermosas que eran las Sabinas”.  Los “Antonios” cuchichean  sobre la luz del último atardecer desde el cerro de Pinilla. Hay templanza en los discursos, respeto y tolerancia  entre personales liberales, republicanos, socialistas que llenan su tertulia de diálogos de luz y sombra en un pueblo de madrugones, que oculta su riqueza en la hondura  de una tosca de cuento,  una geología de verso,  la tierra donde reposa el arte entre tinajas hueras, bombas de colores, escalas de rimas, filtros de compromiso y trasvase de palabra y pincelada de “tomelloserismo”.

Y por qué no serán  las próximas  lumbreras las  del vino en la calle de Campo, la de comidas típicas  junto al Mercado de Abastos, las de oficios, alcohol, educación, deportes,…  Los Almarcha,  Arcos, Carrión, Casero, Cepeda, Chacón,  Culubret,  Herizo, Herrero,  Huertas, Palacios, Perona, Pintado, Pon,  Pozuelo, Ruíz, Salinas,  Sánchez y Torres están esperando grabar su apellido en estas  nuevas  lumbreras de la Mancha ..


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