Opinión

Pan y cebolla

Pilar Olmedo | Sábado, 9 de Noviembre del 2024
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  Madre, dime, ¿de qué color es la esperanza?

            Ojalá tuviéramos futuro para verla.

            - " Quizás verde, rosa o morada. No sé, pero

            tal vez con esos colores podríamos comprarla".

             Ay, madre, explícame porqué para nosotros sólo es blanca.

            Blanca de pan de mendrugo; cebolla por fuera dorada.

            Mis hermanos lloran. No porque tu pan no les alimente, no;

            es que, madre, son más pequeños que yo.

            Y es que ellos no saben, no entienden,

            que hay días en que nunca sale el sol.

 

            Madre, me alegra que tus manos me acaricien

            cuando vuelven vacías al llegar de la calle.

            Tú cierras la puerta: te pegas a ella; no quieres mirarme.

            Pero, al final, abajas tu talle y me dices con tus ojos grises

            y tu voz apagada y suave:" No hubo nadie, no quiso nadie.

            A todos les falta, nadie reparte".

            Otras veces, las menos, llegas casi danzante

            y pones encima la mesa, con todo detalle,

            cinco trocitos de mendrugo y una cebolla con toda

            su carne. Oh, madre, ¿qué haces para que a ti

            siempre te falte? .....

 

            No recuerdo cuando fue que te miraba hambriento;

            ya pasó la fiebre, ya ni el ruido de mis tripas siento.

            Madre, no creas que me estoy muriendo, no, te lo prometo.

            Me voy en la barca que me dibujaste en el espejo.

            ¿Te acuerdas? fue con tu helado aliento.

            Me dijiste que en ella se marchó padre, y los hermanos     

            que ya no tengo. Esa barca, espero que me lleve muy lejos;

            donde la esperanza abunde y los panes sean cientos.

 

            Mamita, ya huelo el Cielo;

            mi Ángel de la Guarda viene vestido de panadero.

            Huele, huele, a pan recién hecho,

            horneado despacio, blanco y tierno.

            Mamita, veo a los hermanos

            y me sonríen satisfechos.

            Me voy, me voy yendo....

            Madre, no llores, no sigas triste

            que ya me duermo, mira, aquí,

            agarradito a tu pecho....

            Madre, dame un beso

            y despídeme de la cebolla,

            - de su blanca carne -

            y del mendrugo incierto.

                                           ..........................................           

                                   El niño quedó dormido sobre el apagado lecho materno.

                                   El lecho herido, sembrado de dolor y sufrimiento.

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