que verdea trazos de verdad

en la abisal paleta de colores,

en el mágico pelo del pincel

que marcha grácil en busca del sueño.

II

La casa teñida de blanco y añil

acoge regocijo y silencio,

vivas miradas a la caza

de una fiera indómita que recorre 

la sabana de la luz,

iconografía de formas y volúmenes

y un miedo sincero en la boca,

una fibra que enerva el tacto,

sección áurea del tiento,

acordes de colores de una sinfonía

llena de trazos de emoción.

III

Vine de visita a Casa África

y  disfruté como jarros de alegría,

entre abrazos de blanca inocencia

bajo un azul intenso de un mundo de colores.

Y dibuje en la calle como un niño

que pinta su primer  monigote 

y con lengua de zapato, sentencia:

“Tomelloso es otro ritmo”.