Opinión

El espíritu de la Navidad

María Remedios Juanes | Martes, 24 de Diciembre del 2024
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Vivimos unas fechas tan señaladas, todo invita a la celebración, a la fiesta y a la conciliación. Sin embargo, una gran parte de la humanidad permanece ajena al dolor, la injusticia y la pobreza de centenares de miles de niñas y niños que superan el umbral de la pobreza por diversos motivos que les han conducido a esas situaciones tan lamentables.

Desde esta tribuna de nuestro periódico me gustaría convertirme en el altavoz del llanto y los padecimientos de tantos niños y niñas de nuestro mundo actual en los diferentes confines del planeta, y que probablemente, muchas personas se hayan olvidado de ellos en esta época tan entrañable y tierna como es la de la Navidad, siendo consciente de que debería ser durante el resto del año.

Les invito, a continuación, a que presten atención al siguiente video de un villancico cantado por unos niños y niñas de Palestina en su lengua nativa y subtitulado  en español y en inglés para difundir y denunciar su situación ante el mundo. La letra de este villancico es estremecedora y está ajustada a sus propias experiencias infrahumanas en las que se encuentran inmersos y en ella se denuncia  cómo el mundo mira hacia otro lado.

Lo cierto y seguro es que no nos deja indiferentes y se siente un profundo escalofrío. Es desgarrador verles sufrir porque son ellos, precisamente, quienes representan el futuro, el avance y la esperanza de las sociedades del siglo XXI.

Posiblemente, hace dos siglos, ni siquiera el mismo Charles Dickens, en su cuento de Navidad (A Christmas Carol), hubiera podido imaginar un mundo en el que conviven, de manera tan grosera, mezcladas, guerras y bienestar, sufrimiento y opulencia, dolor e indiferencia, miedo y seguridad, hambre y despilfarro; en el destino de una sociedad que enloquece al servicio del hedonismo más canalla y la pobreza más salvaje. Hoy, les invito a reflexionar sobre “tres espíritus”, emulando al genial escritor inglés en su “Cuento de Navidad”: el de la ignorancia e indiferencia, el del dolor y el de la esperanza. Este último más  comprometido y alentador con una visión mucho más vitalista y progresista en nuestros tiempos.

En estos tiempos que corren, para la sociedad occidental, como ríos sacudidos por el bienestar, el derroche, el hedonismo, en el que muchos de nosotros estamos inmersos en nuestras preocupaciones, vivimos a años luz de las situaciones tan terroríficas por las que están pasando, en este mismo instante, cada una de estas criaturas en estos países en guerra. Cuando únicamente sabemos de su existencia es al ver los telediarios. Durante el resto del día vivimos sumergidos en nuestras burbujas pensando que ya tenemos bastante con la vida que nos ha tocado vivir.

En multitud de ocasiones nos mostramos insatisfechos y desagradecidos ante nuestra existencia cotidiana, y no somos capaces de percibir cuan afortunados somos. En estas fechas tan señaladas seguimos quejándonos porque quizá no nos viene bien reencontrarnos con familiares que nos resultan incómodos a pesar de tener una cena navideña con todos los bienes materiales cubiertos e infinidad de luces, adornos, comidas, regalos, todo se resume a una actitud materialista quedándonos con lo superfluo y aquello que pensamos nos puede hacer felices.

Les invito a zambullirse en estos tres espíritus anteriormente mencionados. Al primero lo he denominado el espíritu de la ignorancia e indiferencia que representa a aquellos que viven ajenos a la realidad de los niños en países devastados por la guerra. Son personas que viven narcotizadas por el materialismo, el lujo, el desenfreno, la comodidad y el bienestar con escasa o nula empatía hacia esas otras personas. Están deseando viajar, disfrutar de la vida porque son dos días, ese sería su eslogan y buscan el placer, rindiendo pleitesía al hedonismo y la distracción. Simplemente tratan de disfrutar de buenas comidas, disfrutar de sus regalos y saciar su “espejismo de felicidad”, el cual al comenzar el mes de enero desaparece por completo y comienzan con otros estímulos y buscando otras sensaciones para proyectar sus  vidas, quizá pensando en las siguientes vacaciones y nuevos destinos al país de nunca jamás.

Dicho espíritu de la ignorancia está repleto de sonidos que regalan el oído y vuelven sordos a quienes los escuchan, sonidos de aparente felicidad fugaz carente de empatía y amor auténtico. Es el espíritu del consumismo, el que silencia las voces de quienes más necesitan su ayuda. Mi pregunta es: ¿Cuáles son los juguetes que van a recibir los niños de las sociedades ricas?. Posiblemente que sean dispositivos electrónicos como teléfonos móviles, tabletas digitales, videojuegos, video consolas donde se pasan más de cinco o seis horas diarias perdiendo su tiempo que multiplicado por todos los días del año suman un tiempo derrochado sin llegar a ningún lugar y lo que es peor convirtiéndolos en adictos de diferentes modalidades.

El segundo espíritu es el que representa el dolor de los que sufren en los países más desfavorecidos, especialmente los niños y niñas que viven la realidad en sus países devastados por la guerra y los bombardeos. Niños a quienes les han robado su niñez más cándida y en su lugar les han enseñado la cara más desgarradora del dolor, niños desprotegidos, niños carentes de los derechos básicos como son la educación, la alimentación. Son niños desventurados que anuncian esas campanas que nadie quiere escuchar en estos momentos. Son niños víctimas de la codicia y el poder de los gobernantes que son incapaces de ponerse de acuerdo sobre leyes, proyectos, territorios y a quienes no les importa la humanidad, no saben lo que es el progreso.

De forma irónica, es precisamente a través de  estos niños donde comienza a gestarse esa semilla que nos salvará de tanta hipocresía y malestar social. Los niños no saben ni entienden del poder material y la codicia, ellos son los más puros y son a quienes deberíamos de proteger más y cuidar ya que representan las futuras generaciones en unos tiempos en donde la multiculturalidad prevalece por encima de todo. Nuestro mundo ya no se divide en naciones sino en un universo plurilingüe, con diferentes estratos sociales  a nivel cultural, histórico, lingüístico, gastronómico, etc. Somos los adultos quienes empobrecemos ese mundo con nuestras barreras y exigencias de derechos. Algunos líderes que defendían estas teorías terminaron asesinados ya que iban en contra del sistema como le ocurrió a …. y se los terminaron por quitar de en medio.

Nuestra sociedad actual, la cual se jacta de prestar tantos servicios y ser tan progresista en cuanto a derechos y entrega a los más necesitados es ahora cuando más tiene que demostrarlo, pero con hechos y siguiendo muchas veces los proverbios chinos de enseñar a pescar y no dar una barca llena de peces para mal acostumbrar.

Me viene a la mente la imagen del otro día en los telediarios, viendo a niños aplastados con un cazo vacío y sucio en la mano, esperando a que les sirvan la comida. Otro de sus regalos posiblemente serán mantas, juguetes sencillos para soñar y vivir la magia de ser niños, con juegos y aparatos para ser médicos y salvar vidas, muchos de ellos lo habrán pensado; ingenieros para construir casas, puentes; arquitectos para construir una ciudad que les ha sido arrebatada por los bombardeos. Estos niños ya no son niños, son hombres y mujeres a los que les han robado la infancia.

El último espíritu, el de la esperanza es el más alentador y está cargado de sentimientos puros y lo conforman todas aquellas ONG y personas que desinteresadamente y desde la discreción y el anonimato se preocupan de amparar y ayudar a las familias más desfavorecidas en nuestras sociedades, tanto las ricas como las pobres. Están constituidos por aquellas personas que empatizan y se identifican con quienes más lo necesitan, no solamente en estos días fríos de Navidad sino durante el resto del año. 

Mientras tanto, El espíritu de la Navidad insuflado por el viento del norte saluda desde su morada viendo pasar las legiones de niños y les pone bolitas de cariño en los bolsillos. Un ejército de geniecillos y duendes con barbas blancas van cayendo sobre la Tierra acariciando las montañas y cubriendo los valles de blancura y bondad. Entran en los hospitales donde están los niños con cáncer, visitan las cárceles, los barrios pobres de las ciudades y los pueblos, los campos de refugiados y los frentes de guerra. Pronto llegará la gran “Noche de Reyes”, en un abrir y cerrar de ojos. Será la noche de los imposibles, de la esperanza, la noche de la paz, de los desheredados de la fortuna, de los oprimidos, de los perseguidos por el color de su piel, de niños de la guerra, de los niños del hambre, de los idealistas, soñadores y limpios de corazón. Esa noche será exclusivamente dedicada a ellos. Huirá el odio de los fusiles y los bombardeos. (Este último párrafo está tomado de uno de los cuentos dedicados a la Navidad del libro: Cielo gris al amanecer de José Manuel Ruiz Gutiérrez).

Les deseo una Feliz Navidad.


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