Un estudiante de secundaria abrazará, mucho antes, la fórmula de resolución de una ecuación de segundo grado, que el cálculo de un porcentaje. La primera es fija y conocida y nos conducirá a determinar si existen raíces que satisfagan la ecuación planteada. Lo segundo es abstracto y tal vez no llegue, siquiera, a rozarnos nunca. Si el 11,21 por ciento de las personas activas no encuentra empleo, con una adecuada mezcla de trabajo, suerte y empeño, puedo esquivar esa realidad durante años (o no). Lo que es seguro es que alguien estará en paro, aunque no tengo por qué ser yo (apenas hay paro) o, en el peor de los casos, casi siempre seré yo (casi todos están en paro).

En los orbitales es muy probable encontrar electrones; en los bares, borrachos; en las casas, polvo y en la vida, tontos, sinvergüenzas, malas personas y hasta psicópatas. Sin embargo, te encontré a ti, en el orbital «f», a punto de abandonarlo y convertirte en alguien casi imposible de conocer. Afortunadamente, en esta ocasión, el porcentaje nos incluía, a ti y a mí.