“Mis padres, Esperanza y Eusebio, empezaron en este local en 1965 con un taller de confección de jerséis, -empieza contando-. Yo con cuatro años ya andaba por aquí y me fui empapando del ambiente y quehacer diario del negocio.  n viajante, de esos de antes, les propuso vender algo más al considerar que el local estaba bien ubicado y podría ser una oportunidad.  Mi padre le dijo que no andaban sobrados de dinero para dar eso paso, pero el viajante insistió y les dijo que le dejaría unas prendas en depósito a ver cómo funcionaba la cosa.  La respuesta de mi padre fue: “sí usted se fía de mí, pues no hay problema” y así empezó todo”.

El establecimiento fue vendiendo productos de mercería, lencería, ropa de bebés…un poco de todo y se fue ganando un hueco en el comercio de la ciudad. Emma, que cursó la carrera de Magisterio, se decantó por seguir con el negocio familiar. “A mí los niños siempre me han gustado y por este motivo elegí Magisterio. Lo hice por vocación. Pero cuando terminé decidí seguir en una tienda que conocía desde niña. No me planteé preparar unas oposiciones. Me casé pronto, tuve a mis hijos y compaginé mi vida familiar con la tienda. Alguna amiga me ha dicho que hubiera sido una buena maestra, pero tengo claro que la educación, sobre todo a medida que han ido pasando los años, es un mundo cada vez más complicado”.

Ahora que cierra las puertas de su negocio, Emma confiesa  que “es una decisión que  he meditado mucho. Llevo casi un año dándole vueltas y al final creo que he adoptado la mejor opción. Era el momento”. De una trayectoria tan larga se queda con la fidelidad de una clientela “a la que hay que ganarse siendo de verdad,  con sinceridad y sin dobleces. Me he llevado bien con todo el mundo, salvo con algún caso aislado".

La  competencia en el mundo de las mercerías fue creciendo, pero Emma asegura que no le preocupaba en exceso esta circunstancia. “ He mantenido siempre mi propia línea. Es más, cuando me decían que habían abierto una tienda, yo deseaba que le fuera bien. El sol sale para todo el mundo. Y en cuanto a la venta on line, apenas me afectó. Mi clientela era siempre de mediana edad hacia arriba y esta gente no compra por internet. Con este clientela había un relación de total confianza, dejándoles prendas para que se las llevaran a casa a probárselas y dando todo tipo de facilidades”.  

La propietaria de la mercería tuvo clara una estrategia de apostar por marcas como  Playtex, Jim, Abanderado, Platino y otras "con precios medios un poquito altos. Yo compraba género como si comprara para mí buscando siempre la mejor relación calidad-precio”.

En estos días de liquidación las clientas se siguen acercando a la tienda y despiden a Emma con emoción. “Muchas son de toda la vida, después han venido sus hijas y la relación siempre ha sido muy buena. En realidad, he disfrutado con mi trabajo, de ese contacto con la gente y ese comercio de proximidad en el que aconsejas y asesoras”.

Emma dice no tener planes concretos para llenar el tiempo de su merecido descanso. “No me he planteado ninguna cosa. De momento, no voy a hacer nada, aunque me gusta mucho leer y lo primero que voy a hacer es apuntarme a la biblioteca”. En el momento de la despedida  Emma  cuenta satisfecha lo bien que se le ha dado una liquidación que ha organizado por fases. “Primero no rebajé, después organicé una promoción de tres por dos y finalmente todo a mitad de precio”.  El periodista se marcha y siguen llegando clientas que, seguro, echarán de menos esta entrañable tienda que forma parte de la historia del comercio de la ciudad.