Comenzó Almarcha, solo, sobre el escenario del López Torres, “con una rondeña para entrar en calor”. Evocador, como una lluvia ligera, el artista avisa con su toque que la de este viernes va a ser una noche para recordar. Nuestro paisano, qué duda cabe, es un virtuoso de la guitarra y del flamenco, toca con desparpajo, con una facilidad que sorprende. Pero detrás de ella hay toda una vida de duro trabajo.

Con “Mi refugio”, una minera del último disco y “Tangos de Vinalias”, de Alejandra se incorpora Víctor Guadiana, “mi mano derecha”, un fenómeno musical conocido del público de Tomelloso. La cuerda frotada complementa a la pulsada, le da la virtuosa réplica. Se recrean los dos amigos con “Petricor”, de ritmo endiablado; bordan (nunca mejor dicho) la evocadora guajira.

Descalzo y con un toque que nos recuerda a Keith Jarrett, el pianista brasileño Andre Jah Jah completa el trío. Nos regalan “El silencio del tiempo”, del último disco, demostrando su virtuosismo. Aparece, como de la nada, Lucía Ruibal, para ofrecernos su baile, breve pero intenso. Los cuatro llenan el auditorio de música, de flamenco, de jazz, de emoción incontrolada. Insistimos, qué bien sabe Almarcha escoger a sus compañeros de viaje.

Sin dejarnos respirar, Almarcha, Guiadina y Jah Jah siguieron con “Raíz y Paloma”, una soleá revisitada de “Un nuevo paseo” (nos gusta, y mucho, el Almarcha que arriesga). Dedicada al público, “Tiám”, una balada del más reciente disco, encandiló al respetable. El concierto acabó (se nos hizo corto) con una sugerente farruca “Casa del Gallego”.  El José Almarcha Trío se llevó una gran ovación del público del López Torres.