La honestidad intelectual creo que ha de ser lo primero a exigir en las personas que se encuentran desempeñando responsabilidades políticas de cualquier nivel, así como el respeto hacia los principios sagrados de aquellos ciudadanos a quienes representan, sobre todos a quienes nos confesamos católicos. Respecto a las otras confesiones prefiero no hablar...pues me llevaría a lugares donde hoy prefiero no viajar
Llevamos ya muchos años en los que la idea de que “todo vale si a mí me interesa”, ha cobrado patente de corso. La pobreza de argumentos, la precariedad en las propuestas políticas, las mentiras más burdas, escudadas en las libertades de opinión, están siendo sustituidas por iniciativas que lejos de suponer armonía y riqueza cultural, se convierten en armas cargadas para enfrentamientos, en un pobre circo donde la emoción no existe, solamente la malsana curiosidad por asistir a una caída o presenciar un accidente.
La falta de interés por los grandes temas culturales y no digamos ya trascendentes, se están dejando ver de una manera preocupante en buena parte de la ciudadanía y en no pocos dirigentes políticos que tienen como características principales, la crasitud, frivolidad y zafiedad.
Esto, unido a la malsana intención de atentar o eliminar lo más hermoso que contienen las conciencias de las personas, está haciendo o intentando al menos, propiciar figuras y hechos que suponen, desde sonrojantes majaderías a calculadas iniciativas con el único fin de borrar sobre la faz de la tierra todo lo que huela a humanismo, pensamiento, religiosidad y sobre todo a cristianismo, escudándose en el políticamente correcto laicismo, atacándolo o revistiéndolo de patética recreación festiva- socio- cultural.
Escondidos en ese políticamente correcto laicismo, lo que se pretende es eliminarlo de un plumazo totalitario o lo que es más diabólico, enmascarar su verdadero origen e identidad, supliéndolo con estupideces ocasionales y traiciones al rigor histórico en base a una bochornosa nebulosa mental y moral del tres al cuarto.
Huevos sin yemas rellenos de confeti o papel celofán. Navidades laicas, belenes laicos, cabalgatas laicas, religiones laicas y demás prendas, además de suponer inmaduras fijaciones mentales, producto de un escalofriante ayuno intelectual en quienes se divierten con esto, no suponen sino despropósitos tan zafios como incultos; despreciar o en el menos malo de los casos, intentar aprovechar la riqueza que el cristianismo ha venido creando y trayendo en la sociedad a través de la historia para apropiarse indebidamente en beneficio propio.
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Sábado, 4 de Enero del 2025