Todas estas interrogantes y reflexiones se han ido planteando en la obra representada en el Marcelo Grande, lamentablemente, con mucho menos público de lo que la obra y el magnífico trabajo de las tres actrices merecían. Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman se salen sobre las tablas y exhiben un talento descomunal para caricaturizar y recrear las más diversas situaciones, con muchos recursos para hacer reir al público durante hora y media. En muchos pasajes de la obra cantan y lo hacen francamente bien, además de ofrecer graciosas coreografías y mostrar su habilidad en la percusión, aunque sea tomando el cubo de la limpieza como instrumento.

Interactuaron con el público en varias, especialmente con una mujer sentada en la primera fila, María Teresa, y formulando alguna que otra pregunta al respetable que, en otro momento, tuvo que votar con unos colgadores de puerta de hotel que sirvieron para presentar la sinopsis de la obra. Todos los detalles estuvieron muy cuidados, incluyendo también la música, la iluminación, la caracterización y el vestuario.

Sarcasmo y un ácido humor gallego se van sucediendo para hablar de sindicalismo, la política, el tristemente famoso beso de Rubiales, machismo, racismo, las miserias del capitalismo y los medios de comunicación.

“Son las que limpian, son las que limpian, juntas y organizadas limpiamos un mundo de mierda” decía el estribillo de la última canción, interpretada poco después de que comedia y realidad alcanzaran un punto de conexión. Las actrices explicaron que la trama de la obra está inspirada en situaciones reales que pasaron trabajadoras del gremio de la limpieza en diversos lugares.

Al final, fue tan grande la ovación que parecía que había mucha más gente en el Marcelo Grande. Ojala no tarde en regresar a Tomelloso esta compañía gallega que trajo una fresca y genial propuesta.