«Lo bueno, si breve, dos veces bueno» es sin duda el
aforismo más célebre de la lengua española. “Qué razón tenía Gracián”, repetía
el periodista al abandonar este sábado el Teatro Marcelo Grande después de
disfrutar de “Ad Libitum”. Y es que gozamos
de un espectáculo hecho “al amor” —en una traducción de la expresión latina— de
los tres intérpretes de Lapso Producciones, Rafael Rivera, Antonio J. Campos y
Rafa Campos. La terna unió música con teatro, humor, circo y raudales de imaginación.
“Es un error no escuchar música clásica por no entenderla, lo importante es
disfrutarla”, se dice en un pasaje de la obra, y eso fue lo que hicimos
disfrutar de lo lindo de la música y de un gran espectáculo.
Desde antes de entrar a la sala ya nos percatamos que la de
ayer no iba a ser una función corriente. Nos esperaban en el hall los artistas,
interprendo una versión suigéneris de “La bella durmiente” y saludando y
recibiendo al público, prácticamente uno a uno. Y esa complicidad con el
respetable no cesó durante el tiempo que duró “Ad Libitum”.
Durante sesenta minutos nos guiaron por las piezas más
conocidas de la música clásica —especialmente señaladas las del “páter” de la
música, Juan Sebastián Bach, de quien descendemos la mitad de los europeos— con
sus peculiares instrumentos, el tripticófonio tuboidal, el campanillón o el
famoso catering melódico. No faltaron el vidrioncello ni el violín
copodivarius, hubo virtuosas interpretaciones de la máquina de escribir
Olivetti y sonó (y como) el destilarmonium percutente. Repitió el grave botell
kas en dos piezas y sonó la trompeta anfibia, además de las armónicas y una
trompeta para ambidiestro. Ni que decir tiene que Chavolo, que desciende de
Bach (Rafael Rivera) y los hermanos Strauss (Antonio J. y Rafa Campos) son unos
virtuosos de esos singulares instrumentos… Y unos grandes interpretes
teatrales.
Con el humor por bandera, en ellos están Les Luthiers, los
payasos del circo —augustos y clowns—, incluso los Hermanos Marx, los
componentes de Lapso nos dan un paseo por la llamada música culta. Además del “páter”,
interpretan a Beethoven, Mozart, Haendel, Ravel, Tchaikovski o Vitorio Monti. Todo
ello con una cuidada y sorprendente puesta en escena que a uno le recordaba a Alicia
en el País de las Maravillas o una película de Tim Burton (o a la Alicia de Burton).
“Ad Libitum” no da tregua durante su duración (ni antes,
como hemos dicho; ni después tampoco. Nos estaban esperando a la salida, otra
vez en el hall, para darnos las buenas noches). El público disfrutó de lo
lindo, especialmente los niños y niñas que no pararon de reír en todo el
espectáculo, premiando a Lapso Teatro con una gran ovación. “Solo queríamos acercar el maravilloso mundo
musical al público”, dijeron al despedirse. Al menos, anoche en Tomelloso lo
consiguieron.
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Martes, 11 de Marzo del 2025
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