Opinión

Matarnos

Ramón Castro Pérez | Martes, 11 de Febrero del 2025
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Europa atraviesa el mayor período de paz desde el término de la segunda Gran Guerra. Toda una generación ha nacido durante el mismo y vivido, además, el surgimiento y desarrollo del Estado del Bienestar. Tanto es así que nunca antes existió tal masa de población confiada en haber dejado atrás la barbarie que supone un conflicto bélico a escala mundial. Y, sin embargo, cada vez hay menos razones para seguir creyendo en una paz constante y duradera, en un estado estacionario que imposibilitará que millones de personas vuelvan, de nuevo, a matarse entre ellas.

Europa ya no está unida, pues las voces de sus países son disonantes desde principio de siglo. Estas distintas tonalidades han vuelto a hacerse evidentes, superado ya el paréntesis de la Covid-19. La incapacidad manifiesta de la socialdemocracia, ensimismada en su verborrea, sólo útil para cavar trincheras cada vez más profundas, los flujos migratorios, la anunciada expulsión del motor de combustión sin un plan de transición dotado de paliativos, la ausencia de un gran presupuesto, la irrupción de los nacionalismos y de la extrema derecha, alimentada por el abandono, a su suerte, de las clases medias por parte de las élites dirigentes, el desprecio por la OTAN, la vuelta al proteccionismo como arma política, las fugas de agua que ahogan a la PAC y un Parlamento menos resolutivo que el Senado de la «Galaxia de Star Wars», alimentan las probabilidades, por escasas que parezcan, de una nueva guerra mundial que se librará, de nuevo, aquí y que ganarán, de nuevo, otros.

La Historia, además de repetirse, se olvida. La cancelación genera reacción y esta, a su vez, más cancelación. El odio está sembrado y su cosecha nunca ha propiciado alimentos ni riqueza ni prosperidad. Es más, el odio crece empujado por la irresponsabilidad de una izquierda embobada en su discurso moral y por la ceguera de una extrema derecha y de unos nacionalismos, ambos, absurdos, ridículos e inservibles. Debe ser nuestro sino. Matarnos. Ahí fuera lo saben y se están divirtiendo mientras nos observan.

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