Tomelloso

Rafael Torres: “Siempre he mirado por los socios, el mayor activo de la cooperativa”

El presidente de la Bodega Almazara Virgen de las Viñas ha sido reelegido para un nuevo mandato de cuatro años

Carlos Moreno y Francisco Navarro | Viernes, 14 de Febrero del 2025
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El pasado 9 de febrero la asamblea general de la Bodega Almazara Virgen de las Viñas reelegía por unanimidad a Rafael Torres Ugena como presidente. Sumará otros cuatro a los veinticuatro que lleva al frente de una entidad señera en Tomelloso, de indiscutible impacto social y económico, y claro referente para otras muchas cooperativas agroalimentarias de la región y del país. Como siempre, Rafael Torres recibe a los periodistas de La Voz en su despacho, con exquisita amabilidad. Sobre una de las mesas destaca una fotografía en la que Torres aparece junto a los Reyes en el histórico día de su visita en mayo del 2016. Ambiente acogedor, lleno de talento y arte, para conversar con un hombre entregado siempre a una entidad que agrupa a cerca de tres mil familias.

—Ya son veinticuatro años al frente de la cooperativa ¿qué sensación le queda echando una mirada atrás?

—De mucha satisfacción, sobre todo, por ver los sustanciales cambios que se han producido desde que entré hasta ahora. No es que estuviese mal cuando llegué, de hecho, era de las cooperativas que mejor estaban, pero se regía por un modelo de gestión totalmente diferente al que yo pensaba que debía implantarse.

¿Qué significa para usted dirigir durante un periodo tan largo la que podemos considerar empresa más importante de Tomelloso?

—Entraña mucha responsabilidad y siempre teniendo esa visión de adelantarnos al futuro para conquistarlo. Hay que mirar continuamente por los socios, son el mayor activo que tiene esta cooperativa. Todo lo que estamos modernizando ahora, se podría haber hecho antes, pero las circunstancias no permitían exigir sacrificios al socio. Ahora vamos a acometer inversiones por valor de más de 33 millones euros que no le van a suponer ningún coste añadido, lo haremos con fondos propios.

—Llegó un momento en el que se vio muy claro que las cooperativas tuvieran mentalidad de empresa y usted se subió a ese carro, ¿no es así?

—Efectivamente, aunque siempre teniendo muy presente que el dinero es de los socios y para acometer una inversión son ellos los que tienen la última palabra. Siempre he explicado pormenorizadamente los proyectos en las asambleas y los socios les han dado luz verde por unanimidad. Las cosas se han dado bien, vendemos todo el vino, incluso nos falta y tenemos que comprar porque no podemos desabastecer a nuestros clientes que, al fin y al cabo, son los que mandan en esta empresa. Hemos ido aumentando el embotellado y mejorando las instalaciones. Las embotelladoras que había eran antieconómicas por la mucha mano de obra que requerían. De este modo, fuimos añadiendo tres nuevas líneas que ya se nos han quedado pequeñas y habrá que incorporar otra más, también un almacén inteligente que nos ahorrará costes y permitirá aumentar el estocaje. Multiplicaremos el número de muelles que pasarán de cuatro a diez El futuro de esta cooperativa es el vino embotellado, de hecho, ya representa el 25 por ciento de la facturación total.

—¿Qué retos afronta para los próximos cuatro años de mandato?

—Necesitamos tener más capacidad y construiremos nuevos depósitos, instalaremos placas solares para ser más eficientes y dispondremos de más prensas neumáticas para obtener un vino de mayor calidad. Igualmente, tendremos una nave más para el parque de barricas y un concentrador y rectificador de mostos, algo que ya tenía aprobado el anterior presidente, pero que he vuelto a someter a la asamblea, y que será un complemento y recurso muy importante que tendrá esta cooperativa. Por otro lado, seguiremos abiertos a la posibilidad de fusiones con otras entidades. Con mayor tamaño podremos acometer proyectos más importantes y ahorrar costes.


—Habla de fusiones y una muy relevante fue con la cooperativa del aceite ¿cómo evalúa este proceso?

—Los objetivos se han ido cumpliendo. Quisimos ayudar a los agricultores que estaban en unas instalaciones muy precarias que necesitaban un nuevo impulso. Montamos una almazara con la última tecnología, hemos ido creciendo y este año han entrado 4.460.000 kilos de aceituna y las perspectivas son de seguir creciendo porque hay muchas nuevas plantaciones que entrarán en producción. Este año tenemos previsto ampliarla para darle al agricultor las facilidades que se merece y elaborar un buen producto.

—Ha realizado muchas obras y la cooperativa ha experimentado una espectacular transformación ¿de cuál de ellas se siente más orgulloso?

—De lo que más orgulloso me siente es que el socio esté contento con las liquidaciones que le estamos dando al mismo tiempo que la empresa crece y es puntera en el sector. Las obras que se han hecho eran muy necesarias, y se han acometido sin poner en riesgo la economía de la entidad. De hecho, no tenemos préstamos a largo plazo.

—Formación y tecnología han sido vectores fundamentales en su gestión. ¿Se mantendrá esta apuesta?

—Por supuesto. Hay que contar con profesionales cualificados y esto requiere formación. Desde el principio me quise rodear de personas tituladas en todos los ámbitos: el administrativo, el de obras, el enológico, el financiero o el de comercio exterior. Incluso, nosotros proporcionamos formación ofreciendo cursos o enviando al extranjero a profesionales para que se sigan formando. Otros cursos los organizamos en colaboración con otras entidades.

—Están a punto de concederles la licencia para empezar las obras en el polígono 30 ¿Qué se va a hacer?

—Construiremos un almacén para ampliar el parque de barricas con treinta mil más e instalaremos nuevos depósitos porque necesitamos ir más desahogados y atender mejor a los socios. Hay que tener en cuenta que a veces, metemos diez millones de kilos en un día. Construiremos una pasarela sobre la carretera, un proyecto que se ha desbloqueado gracias al alcalde y al presidente de la Junta de Comunidades.

—Recientemente ofreció el dato de que el 25 por ciento de la facturación se embotella, algo impensable años atrás y tenemos como ejemplo el éxito de marcas como el Lienzo. ¿El futuro está aquí?

—Nos están pidiendo mucho Lienzo, tanto en España como en el extranjero, pero se hace una producción limitada. Primero llevamos a cabo una selección en el campo, tratando de que sean siempre las mismas viñas y se hace una vendimia selectiva, escogiendo los racimos, que posteriormente se meten en cámaras frigoríficas. Es un proceso muy meticuloso. Ojalá podamos seguir aumentando el embotellado y lleguemos al 30 o 35 por ciento para que el valor añadido se quede aquí.


—La decidida apuesta de una cooperativa por la cultura pudo verse, inicialmente, como algo rompedor que pudo generar algo de incertidumbre, pero los resultados han sido buenos ¿no cree?

—Siempre digo que las empresas le debemos todo a los consumidores y eso nos obliga a revertir para de los beneficios a la sociedad en la que estamos. Y una manera era promoviendo un certamen cultural, idea que le pareció bien al Consejo Rector. El primer año dimos en premios 43.000 euros y ahora estamos en torno a los 150.000 y el certamen ha ido ganando en prestigio. Como fuimos acumulando obra, planteamos el proyecto del museo que pronto contó con la ayuda de las entidades bancarias, al entonces presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, le pareció bien y nos ayudó y también el Ayuntamiento que entonces presidía Carlos Cotillas. A la cooperativa no le costó prácticamente nada. Al cabo de cien años llenaremos seis veces el museo, con lo que habrá un patrimonio cultural muy importante en Tomelloso. Tendremos que habilitar un almacén para guardar obra que, por otro lado, tendremos que ir rotando para que sea expuesta en el museo.

—El enoturismo está de moda y la bodega tampoco ha querido descolgarse de esta interesante corriente…

—En el año 2024 recibimos a más de cinco mil personas y generamos unos ingresos considerables que nos ayudan a mantener el museo o sufragar el sueldo de las personas que ejercen de guías. Este año vamos a ampliar más las galerías de las cuevas para recordar lo que era Tomelloso y homenajear a nuestros antepasados a los que debemos todo. Creo que fue Camilo José Cela ya decía que Tomelloso tenía la panza llena de vino y ese legado hay que preservarlo y tenerlo presente.

—¿Cómo le gustaría que recordaran su gestión al frente de la cooperativa?

— Como alguien que hizo todo lo que pudo por los socios y por su pueblo, alguien que contribuyó a la expansión, progreso y riqueza de Tomelloso y Castilla-La Mancha. Siempre he vivido en Tomelloso y nunca me he planteado vivir en otro lugar, a pesar de haber tenido oportunidades. Mientras las facultades me lo permitan, seguiré trabajando. Es más, me gustaría morirme así, trabajando, porque sería señal de que hasta el último momento de mi vida he estado prestando un servicio a la sociedad.

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