El pasado 9 de febrero la asamblea general de la Bodega
Almazara Virgen de las Viñas reelegía por unanimidad a Rafael Torres Ugena como
presidente. Sumará otros cuatro a los veinticuatro que lleva al frente de una
entidad señera en Tomelloso, de indiscutible impacto social y económico, y
claro referente para otras muchas cooperativas agroalimentarias de la región y
del país. Como siempre, Rafael Torres recibe a los periodistas de La Voz en su
despacho, con exquisita amabilidad. Sobre una de las mesas destaca una
fotografía en la que Torres aparece junto a los Reyes en el histórico día de su
visita en mayo del 2016. Ambiente acogedor, lleno de talento y arte, para
conversar con un hombre entregado siempre a una entidad que agrupa a cerca de
tres mil familias.
—Ya
son veinticuatro años al frente de la cooperativa ¿qué sensación le queda
echando una mirada atrás?
—De mucha satisfacción, sobre todo, por ver los sustanciales
cambios que se han producido desde que entré hasta ahora. No es que estuviese
mal cuando llegué, de hecho, era de las cooperativas que mejor estaban, pero se
regía por un modelo de gestión totalmente diferente al que yo pensaba que debía
implantarse.
¿Qué
significa para usted dirigir durante un periodo tan largo la que podemos
considerar empresa más importante de Tomelloso?
—Entraña mucha responsabilidad y siempre teniendo esa visión
de adelantarnos al futuro para conquistarlo. Hay que mirar continuamente por
los socios, son el mayor activo que tiene esta cooperativa. Todo lo que estamos
modernizando ahora, se podría haber hecho antes, pero las circunstancias no
permitían exigir sacrificios al socio. Ahora vamos a acometer inversiones por
valor de más de 33 millones euros que no le van a suponer ningún coste añadido,
lo haremos con fondos propios.
—Llegó
un momento en el que se vio muy claro que las cooperativas tuvieran mentalidad
de empresa y usted se subió a ese carro, ¿no es así?
—Efectivamente, aunque siempre teniendo muy presente que el
dinero es de los socios y para acometer una inversión son ellos los que tienen
la última palabra. Siempre he explicado pormenorizadamente los proyectos en las
asambleas y los socios les han dado luz verde por unanimidad. Las cosas se han
dado bien, vendemos todo el vino, incluso nos falta y tenemos que comprar
porque no podemos desabastecer a nuestros clientes que, al fin y al cabo, son
los que mandan en esta empresa. Hemos ido aumentando el embotellado y mejorando
las instalaciones. Las embotelladoras que había eran antieconómicas por la
mucha mano de obra que requerían. De este modo, fuimos añadiendo tres nuevas
líneas que ya se nos han quedado pequeñas y habrá que incorporar otra más, también
un almacén inteligente que nos ahorrará costes y permitirá aumentar el estocaje.
Multiplicaremos el número de muelles que pasarán de cuatro a diez El futuro de
esta cooperativa es el vino embotellado, de hecho, ya representa el 25 por
ciento de la facturación total.
—¿Qué
retos afronta para los próximos cuatro años de mandato?
—Necesitamos tener más capacidad y construiremos nuevos depósitos, instalaremos placas solares para ser más eficientes y dispondremos de más prensas neumáticas para obtener un vino de mayor calidad. Igualmente, tendremos una nave más para el parque de barricas y un concentrador y rectificador de mostos, algo que ya tenía aprobado el anterior presidente, pero que he vuelto a someter a la asamblea, y que será un complemento y recurso muy importante que tendrá esta cooperativa. Por otro lado, seguiremos abiertos a la posibilidad de fusiones con otras entidades. Con mayor tamaño podremos acometer proyectos más importantes y ahorrar costes.
—Habla
de fusiones y una muy relevante fue con la cooperativa del aceite ¿cómo evalúa
este proceso?
—Los objetivos se han ido cumpliendo. Quisimos ayudar a los
agricultores que estaban en unas instalaciones muy precarias que necesitaban un
nuevo impulso. Montamos una almazara con la última tecnología, hemos ido
creciendo y este año han entrado 4.460.000 kilos de aceituna y las perspectivas
son de seguir creciendo porque hay muchas nuevas plantaciones que entrarán en
producción. Este año tenemos previsto ampliarla para darle al agricultor las
facilidades que se merece y elaborar un buen producto.
—Ha
realizado muchas obras y la cooperativa ha experimentado una espectacular
transformación ¿de cuál de ellas se siente más orgulloso?
—De lo que más orgulloso me siente es que el socio esté
contento con las liquidaciones que le estamos dando al mismo tiempo que la
empresa crece y es puntera en el sector. Las obras que se han hecho eran muy
necesarias, y se han acometido sin poner en riesgo la economía de la entidad.
De hecho, no tenemos préstamos a largo plazo.
—Formación
y tecnología han sido vectores fundamentales en su gestión. ¿Se mantendrá esta
apuesta?
—Por supuesto. Hay que contar con profesionales cualificados
y esto requiere formación. Desde el principio me quise rodear de personas
tituladas en todos los ámbitos: el administrativo, el de obras, el enológico,
el financiero o el de comercio exterior. Incluso, nosotros proporcionamos
formación ofreciendo cursos o enviando al extranjero a profesionales para que
se sigan formando. Otros cursos los organizamos en colaboración con otras
entidades.
—Están
a punto de concederles la licencia para empezar las obras en el polígono 30
¿Qué se va a hacer?
—Construiremos un almacén para ampliar el parque de barricas
con treinta mil más e instalaremos nuevos depósitos porque necesitamos ir más
desahogados y atender mejor a los socios. Hay que tener en cuenta que a veces,
metemos diez millones de kilos en un día. Construiremos una pasarela sobre la
carretera, un proyecto que se ha desbloqueado gracias al alcalde y al
presidente de la Junta de Comunidades.
—Recientemente
ofreció el dato de que el 25 por ciento de la facturación se embotella, algo impensable
años atrás y tenemos como ejemplo el éxito de marcas como el Lienzo. ¿El futuro
está aquí?
—Nos están pidiendo mucho Lienzo, tanto en España como en el extranjero, pero se hace una producción limitada. Primero llevamos a cabo una selección en el campo, tratando de que sean siempre las mismas viñas y se hace una vendimia selectiva, escogiendo los racimos, que posteriormente se meten en cámaras frigoríficas. Es un proceso muy meticuloso. Ojalá podamos seguir aumentando el embotellado y lleguemos al 30 o 35 por ciento para que el valor añadido se quede aquí.
—La
decidida apuesta de una cooperativa por la cultura pudo verse, inicialmente,
como algo rompedor que pudo generar algo de incertidumbre, pero los resultados
han sido buenos ¿no cree?
—Siempre digo que las empresas le debemos todo a los
consumidores y eso nos obliga a revertir para de los beneficios a la sociedad
en la que estamos. Y una manera era promoviendo un certamen cultural, idea que
le pareció bien al Consejo Rector. El primer año dimos en premios 43.000 euros
y ahora estamos en torno a los 150.000 y el certamen ha ido ganando en
prestigio. Como fuimos acumulando obra, planteamos el proyecto del museo que
pronto contó con la ayuda de las entidades bancarias, al entonces presidente de
Castilla-La Mancha, José María Barreda, le pareció bien y nos ayudó y también
el Ayuntamiento que entonces presidía Carlos Cotillas. A la cooperativa no le
costó prácticamente nada. Al cabo de cien años llenaremos seis veces el museo,
con lo que habrá un patrimonio cultural muy importante en Tomelloso. Tendremos
que habilitar un almacén para guardar obra que, por otro lado, tendremos que ir
rotando para que sea expuesta en el museo.
—El
enoturismo está de moda y la bodega tampoco ha querido descolgarse de esta
interesante corriente…
—En el año 2024 recibimos a más de cinco mil personas y
generamos unos ingresos considerables que nos ayudan a mantener el museo o
sufragar el sueldo de las personas que ejercen de guías. Este año vamos a
ampliar más las galerías de las cuevas para recordar lo que era Tomelloso y
homenajear a nuestros antepasados a los que debemos todo. Creo que fue Camilo
José Cela ya decía que Tomelloso tenía la panza llena de vino y ese legado hay
que preservarlo y tenerlo presente.
—¿Cómo
le gustaría que recordaran su gestión al frente de la cooperativa?
— Como alguien que hizo todo lo que pudo por los socios y por
su pueblo, alguien que contribuyó a la expansión, progreso y riqueza de
Tomelloso y Castilla-La Mancha. Siempre he vivido en Tomelloso y nunca me he
planteado vivir en otro lugar, a pesar de haber tenido oportunidades. Mientras
las facultades me lo permitan, seguiré trabajando. Es más, me gustaría morirme así,
trabajando, porque sería señal de que hasta el último momento de mi vida he
estado prestando un servicio a la sociedad.
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Sábado, 15 de Febrero del 2025
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