Ruphert, no sabía
yo, ni me lo imaginaba, que tu muerte me iba a causar tanto dolor.
Cuando el sábado
día 1 de febrero me pasó mi hijo Rafael un WhatsApp comunicándome tu
fallecimiento me quedé petrificado, no me lo podía creer. !Si habíamos estado
hablando quince días antes como era costumbre!. Yo me decía para mis adentros,
!no puede ser!, cuanta sería mi incredulidad que a las 12 de la noche marqué
los tres números de tus teléfonos, hasta el fijo, necio de mí todo era un silencio
absoluto. Mi sorpresa fue al día siguiente. Sobre la una de la tarde suena mi
teléfono y me aparece una llamada “Ruphert particular”, temblando abro el móvil
y es la voz de Osvaldo, que muy apesadumbrado me comunica la noticia, estaba en
Argentina, quedamos en llamarnos ya pasados algunos días. Lo que hablamos se
queda para nosotros.
Por la tarde, como
es natural fui al Cementerio con mi mujer y mi hija saludé a tu hermana Carmen
y a tus sobrinos, nos fundimos los tres en un abrazo y le di el pésame por la
muerte de Paco, su marido, acaecida un mes antes, tus sobrinos no paraban de decirme
que cuánto me querías. Luego cuando pase un tiempo ya los veré y tendremos una
charla.
Te tengo que decir
que tu entierro fue muy triste, seguro que tu desde el Cielo (porque no me
digas que no estás allí peinando a San Pedro y afilando las tijeras para peinar
al Papa Francisco, que Dios quiera y tarde en llegar,) te darías cuenta que no
era lo que tu querías.
Mientras te
rezaban un responso y preparaban el ataúd para introducirlo dentro del panteón,
me vinieron muchos recuerdos. Nos veía a los dos jugando en la terraza de mi
casa, que aparte de merendar nuestros buenos bocadillos, mi madre me sacaba
unas toallas de baño y una colcha y te ponía las toallas como los frailes y la
capa, que me ayudaba nuestro amigo Mario,
q.e.p.d., !que bien lo pasábamos y que pocos problemas teníamos!. Te
ibas a la peluquería de tu tía Angelita. !qué tiempos!. Luego recalaste en Madrid, creo que en la
peluquería de Sara Di Stéfano, la mili, tu paso por Buenos Aires, ¿fueron siete
u ocho años ?, entonces perdí la pista….. hasta que un día me llamaste “Tinete
vente a Madrid que voy a inaugurar mi salón de peluquería en la calle Martínez
Campos y me tienes que acompañar”, no tengo ni idea del día ni del año pero ya
empezabas a salir en las revistas del corazón, y nosotros nos pasábamos por
allí para cortarle el pelo a Florita y en una de esas veces conocimos a la
Jurado, como a ti te gustaba llamarla, que se ponía a cantar: María Antonia,
María Antonia…
Después nos
veíamos en tu salón de Serrano 100, nos poníamos a hablar y se te iba el santo
al Cielo, !jolín si hemos estado desde los 8 años!, pues no parábamos de
recordar nuestros tiempos.
Y ya no perdimos
el contacto, cincuenta y cinco o sesenta años, nos llamábamos todos los meses
con una frecuencia de dos veces y conversaciones de una hora, ahí nos
contábamos nuestras penas y alegrías, cuando te llamaba para tu cumpleaños, el
tres de diciembre, me decías “no le digas a las chicas los años que cumplo, que
es un secreto entre tú y yo”.
Un nciso, no sé donde se han sacado los
periodista y presentadoras de TV, que tenías 87 años, no es cierto eran 81, los
mismos que tengo yo, bueno un mes menos que un servidor.
Han contado muchas
mentiras.
Tengo un recuerdo
del día que te hicieron Viñador de Honor, !qué tarde echamos!. Coincidió con mi
primo Esteban que vivía en La Coruña y fue Tomellosero Ausente, un día
inolvidable. Tengo una foto.
Anda que la noche
que te invité a la Cena de Gala, y viniste con tu pareja o amigo Andrés, que
buena persona era, y que educación tenía, me caía muy bien, la pena que
falleció muy joven. Esa noche fui a recogerte a casa de tu tía Angelita en la
calle Hidalgo, bajabas por la escalera con una camisa como una alambrera, vamos
vestido un poco raro, y te dije que así no venías conmigo a la cena y te hice
cambiar de ropa.
Ruperto yo
siempre, aparte de todo mi cariño, que era mucho, te admiraba pues que una
persona de raíces tan humildes y sin apenas saber las cuatro reglas, hayas
conseguido encumbrarte de esa manera, y con los pies en el suelo. Sabes que en
nuestras largas conversaciones mensuales me contabas muchas cosas algunas muy
duras, pero eso era para nosotros y yo no voy a desvelar por nada del mundo. Lo
único cuando me dijiste que tenías la rodilla muy mal y te mandé a mi
traumatólogo al Dr. Gago a la Clínica Cemtro, y me hiciste caso, en parte, pues
luego no se quien te recomendó las famosas infiltraciones que te engañaron como
a un chino, después te arrepentiste.
Cuando te llamaba
me contestaba Osvaldo, que hicimos muy buena amistad, y me decía “venga Tinete
dile algo de broma que se anime un poco”, y ya me metía contigo te preguntaba
por tus nietos (tus sobrinos), y me decías “oye que yo no soy abuelo”. El día de
tu último cumpleaños, que ya estabas solo, te dí la vara, y te recomendé que te
buscaras una persona que te acompañara que no debías estar solo. Ya luego
de broma te dije “date prisa con el
panteón que hemos cogido una edad que no es para andar tonteando, que estamos
en el tiempo de descuento”.
Tenemos tantas
anécdotas, la mayoría incontables, que qué quieres que te diga, que te echo
mucho de menos.
Lo que más me gustaba
de nuestras largas conversaciones era tu despedida: “ bueno querido ADIOS”, y
me colgabas.
Pues eso: bueno
querido ADIOS.
DESCANSA EN
PAZ.
Tu amigo TINETE.
Tomelloso, marzo
de 2025.
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Miércoles, 7 de Mayo del 2025