La historia de nosotros, hombres y mujeres, la historia de la humanidad es la historia de nuestra libertad. Es por eso que podemos decir con toda propiedad que la libertad nació al mismo tiempo que los primeros seres humanos y en consecuencia podemos colegir también que la libertad es un atributo humano y solamente humano. La libertad es esa facultad que diseña la historia de cada ser como individuo pero también como integrante de la sociedad en la que está inmerso y esta historia así vivida, solamente puede ser considerada como tal si está basada en continuos actos de libertad.
Historia y libertad son pues, dos conceptos que no pueden separarse en cada proyecto de vida porque sin libertad no se puede hacer historia y sin la posibilidad de hacer historia no podría hablarse de libertad. La historia es un proceso vital abierto que lejos de ser considerado como algo lineal, unívoco y preconcebido, se da en él de manera permanente, el acontecimiento, esto es, lo imprevisto, el discontinuo y la pluralidad. Y la libertad consiste precisamente en poder y saber elegir en cada momento lo que nos es idóneo ante lo imprevisto y plural para llegar a ser uno mismo, que es lo mismo que decir ser más libre todavía.
De ahí que los seres humanos seamos los únicos seres vivos sobre la tierra que podemos hacer historia, porque también somos los únicos capaces de discernir y optar entre las posibilidades que la vida y las circunstancias le ofrecen. Esa misma capacidad de vislumbrar la existencia de varios caminos por los que cada cual puede continuar trazando su futuro es la que lo diferencia de cualquier otro ser vivo. Por eso el ser humanos es el único que ha evolucionado de todos ellos. Porque tanto la libertad como la historia no son consecuencia de un aprendizaje, sino de una opción abierta de futuro.
Sin esta fundamental capacidad de optar, hombres y mujeres no habrían sabido elegir entre el bien y el mal, entre aquello que los hacen más libres o esclavos de sí mismos y de los demás. La completa identidad de cada cual solamente se logra con la acertada elección de aquello que nos hace más libres como seres inmersos en una sociedad porque la libertad no es solamente un atributo individual, sino colectivo.
Nadie es libre verdaderamente si consiente y provoca con su comportamiento el menoscabo de la libertad o la esclavitud de quien tiene al lado. Por eso la afirmación de Sartre: ”Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás” se torna en algo pobre, estrecho y mezquino; en un concepto individualista y arrojadizo de la libertad.
La historia de la libertad es pues la historia de la búsqueda de la identidad de las personas, es decir, de los seres humanos, de los hombres y mujeres en relación; la libertad como elemento conductor del comportamiento social.
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Viernes, 9 de Mayo del 2025
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