Dino Segré fue un popular periodista y novelista italiano que vivió en la primera mitad del anterior siglo XX; de origen judío, antifascista perseguido por los nazis y huido a Suiza, exiliado más tarde en Argentina, empleó para los análisis que hacía de la sociedad de su tiempo un lenguaje irónicamente contundente sin concesiones ni salvedades para nadie. Su fino estilete periodístico resultó muy incómodo para la hedonista y aburguesada sociedad de su tiempo.
Pues bien este italiano de expresión dura fue autor de la siguiente frase:” El hombre no vive, como las bestias salvajes, en un mundo de cosas meramente físicas, sino en un mundo lleno de signos y símbolos”.
Si en algo nos diferencia a los seres humanos de los animales irracionales es precisamente en la capacidad que poseemos de preguntarnos, de interrogarnos, censurarnos, de analizar lo que sucede a nuestro alrededor y a nosotros mismos; de utilizar los cinco sentidos penetrando más allá en la realidad que existe a través de ellos para además de ver, mirar; escuchar al oír, sentir al tiempo que palpa, de pensar, gozar, sufrir y después amar.
El ser humano actual, positivo, hedonista, inmediato, pragmático, impresionado por sus conquistas, vive hoy tan pegado al suelo que lo sostiene, a las posibilidades físicas que los conocimientos e inventos le procuran que difícilmente puede atisbar más allá de su “estatus” y “estatura”.
Vivimos admirados por lo que hacemos hacer, sobre todo por lo que podemos realizar, también por lo que creemos saber y por lo que poseemos, pero mostramos muy poco interés en saber quienes somos, donde estamos y sobre todo porque y para qué vivimos.
Esta filosofía que mantenemos de una vida a ras de tierra donde prima lo tangible, lo físico, lo sensorial, conlleva el importante inconveniente de no poder ver ni oír lo que existe en la distancia, en los amplios horizontes que la naturaleza nos ha puesto, menos próxima pero más altiva y convincente a la hora de responder a nuestra puntual situación vital.
Es el enorme peligro de vivir de una manera estrechamente racional, seudo intelectual y emocional actuando de manera meramente instintiva dando respuestas inmediatas y primarias, a cualquier contratiempo con que nos sorprende nuestra, creemos, controlada existencia, sin estar atentos a los signos que se nos presentan y que hacen preguntarnos, como animal racional, esperanzado, ilusionado y amante el porqué de nuestra naturaleza tan bella y tan cobardemente egoísta con los débiles, con los indefensos, con los” imperfectos”.
El horizonte, la esperanza, la mañana que nos trae al nuevo día, lluviosa o nublada, soleada y templada o heladora, es el mejor signo vital de lo imprevisible, variada y sorprendente que es nuestra existencia. Salgamos a su encuentro sin recelo y dejemos de mirar permanentemente al suelo.
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Jueves, 13 de Marzo del 2025
Viernes, 14 de Marzo del 2025