En un momento en que la política
arancelaria se está utilizando como arma arrojadiza entre países, a partir de
las decisiones injustas y disparatadas que está adoptando la Administración
Trump en Estados Unidos, es preciso poner en contexto lo que significan medidas
de esta naturaleza a nivel del comercio global. Una política arancelaria
restrictiva, que implica el aumento de los aranceles a las importaciones, tiene
diversos efectos económicos que pueden ser positivos o negativos según el
contexto y la economía de un país. A continuación, vamos a pasar revista a sus
principales impactos:
Sobre los efectos potencialmente
positivos, destacaremos los siguientes, con matizaciones:
1. Protección de la industria
nacional: Al encarecer los productos extranjeros, se favorece la producción
local, lo que puede impulsar el empleo en sectores estratégicos. Esta es la
razón que se esgrime desde la Administración Trump como objetivo fundamental de
este tipo de medidas, bajo el lema de “American first”. Potenciar sectores como
el siderurgico, construcción o automoción en Estados Unidos están en el “core”
de esta decisión.
2. Aumento de la recaudación
fiscal: Los aranceles generan ingresos adicionales para el gobierno, que pueden
destinarse a programas sociales, de infraestructura o deuda pública. Conviene
no olvidar que los aranceles son formas de imposición sobre el comercio
exterior y que la elevación de sus tipos impositivos supone, a corto plazo,
incrementos recaudatorios, aunque la contracción de este comercio puede
generar, a medio plazo, incluso perdidas recaudatorias dependiendo de la
contracción de las importaciones como consecuencia de la elevación de precios
internacionales.
3. Reducción del déficit
comercial: Al desincentivar las importaciones y fomentar la producción local,
se puede reducir la dependencia de bienes extranjeros y mejorar la balanza
comercial. Este efecto dependerá, en última instancia, de la propensión marginal
a importar, es decir, de la necesidad de una economía de tener que recurrir a
bienes intermedios para mantener la producción nacional. Si se necesitan
materias primas o elementos incorporables a los procesos productivos nacionales
y los precios, debido a los aranceles, se incrementan podemos asistir a un
incremento del déficit comercial.
Pero los efectos negativos,
pueden ser mucho mayores que los presuntos beneficios:
1. Aumento de precios para los
consumidores: Los productos importados serán más caros, lo que puede generar
inflación y reducir el poder adquisitivo. Si una economía es muy dependiente
del comercio internacional, particularmente, en sus inputs de producción, unos
aranceles elevados pueden suponer una espiral inflacionista de imprevisibles
consecuencias si se ajustan los salarios a esa presión para no perder poder
adquisitivo.
2. Eficiencia reducida y menor
competitividad: Las industrias protegidas pueden volverse menos eficientes, ya
que no enfrentan suficiente competencia externa. En economías con problemas de
eficiencia productiva y escasa competitividad pueden generar una falsa idea de
funcionamiento normalizado y acomodaticio cuando la protección arancelaria
distorsiona la eficiencia real de las industrias protegidas y merma su
capacidad de adecuarse a las nuevas necesidades de innovación tecnológica al
beneficiarse de mercados cuasi cautivos. En definitiva, la protección excesiva
puede llevar a una mala asignación de recursos, favoreciendo industrias menos
productivas en lugar de aquellas con mayor potencial de crecimiento.
3. Posibles represalias
comerciales: Otros países pueden imponer aranceles a las exportaciones
nacionales, afectando la competitividad de las empresas locales en mercados
internacionales. En nuestro caso, Bruselas ha venido avisando que, si Estados
Unidos impone aranceles a las importaciones de productos comunitarios, la UE
responderá con medidas similares y proporcionadas a las aplicadas allí. La
pasada semana, la Comisión Europea respondió a las tarifas del 25% americano
sobre acero y aluminio procedentes de la UE, con medidas de retorsión que
afectarán a las importaciones americanas, por valor de 26.000 m€, que incidirán
sobre productos como ciertos alimentos, ropa, motos y alcoholes. Frente a esta
acción, la Administración Trump ha anunciado nuevas acciones tarifarias contra
productos comunitarios que pueden afectar gravemente a productos regionales
como el vino o el aceite de oliva, entre otros.
En general, si bien los aranceles
pueden ser útiles en ciertos casos (protección temporal de industrias
nacientes, corrección de déficits comerciales), una política arancelaria
restrictiva prolongada suele generar más costos que beneficios, afectando la competitividad
y el bienestar de los consumidores. La dinámica de aplicación del principio de
acción y reacción en política arancelaria conduce a una contracción del
comercio internacional y a un empobrecimiento relativo de todos los países
afectados. Y especialmente se suelen volver contra aquellos países que la
inician, ya que las medidas de retorsión ante una protección arancelaria
indiscriminada, se focalizan en aquel país que aplica medidas unilaterales de
incremento de aranceles debido a la respuesta en bloque y selectiva, de
aquellos países afectados dirigida contra ese país. Es decir, todos los
afectados contra el generador de esta dinámica.
Juan José Rubio Guerrero
Catedrático de Economía Aplicada de la UCLM
Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de C-LM
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Jueves, 20 de Marzo del 2025