El próximo 22 de abril, la Asunción de Nuestra Señora celebrará
el 450 aniversario de su instauración como parroquia. Una efeméride que marca
un momento clave en la historia de Tomelloso ya que supuso la independencia
eclesiástica de Socuéllamos. La primitiva aldea del Tomilloso comenzó a forjar
su propia identidad. Aquel acontecimiento consolidó a la iglesia de la plaza como
el centro religioso y social de Tomelloso.
El párroco de la Asunción, José Ángel Martín Acosta, explica
en esta entrevista la evolución, religiosa y social, de la comunidad en estos
casi cinco siglos. Desgrana el clérigo a La Voz las actividades programadas para
el aniversario que “queremos que salga de las paredes del tempo y llegue a toda
la ciudad”.
—El próximo 22 de abril se celebra una efeméride muy
especial en Tomelloso, el 450 aniversario de la Asunción
—Ese día culminó la petición para que el único templo que
había en Tomelloso fuese nombrado parroquia. De tal manera que conmemoramos el
450 aniversario de la erección de la parroquia de la Asunción como tal. No es
el aniversario de la iglesia en Tomelloso en general, sino de su reconocimiento
como parroquia. Es decir, celebramos —por decirlo de alguna manera— la
independencia eclesiástica de Tomelloso.
—¿Qué motivó esa petición?
—En aquel momento, Tomelloso tenía un número de habitantes
suficiente como para contar con parroquia. Sin embargo, el presbítero de
Socuéllamos, que era de quien dependíamos, se negó a dar el visto bueno.
Entonces se apeló al abad de Uclés, que finalmente autorizó que Tomelloso
tuviera su propia comunidad parroquial.
—¿A qué advocación se consagró la parroquia?
—Se consagró a la Asunción de Nuestra Señora. En esa época, tras la Reconquista, muchas parroquias tomaban como titular a la Asunción. A veces se genera cierta confusión con el nombre de algunas cuando se les nombra como Nuestra Señora de la Asunción.Pero la nuestra está dedicada a la Asunción a los cielos de la Virgen María.
—¿Existía ya un templo para el culto en Tomelloso?
— Sí, desde prácticamente la fundación del pueblo había ya
un templo, una iglesia como lugar de culto. Pero no era parroquia. Lo que se
hizo fue levantar ese templo con la intención de no tener que llevar el diezmo
a Uclés, del que dependíamos. Es una mentalidad que ahora puede resultarnos
ajena, pero entonces todo giraba en torno al pago del diezmo.
—¿Cómo funcionaba ese sistema de diezmos?
—En cada parroquia había un libro “de fábrica”, donde se llevaban
las cuentas. Ahí se anotaba todo lo que se aportaba, harina para las formas
—que se hacían en el propio templo—, aceite para las lámparas, vino para la
misa... Al no ser parroquia, Tomelloso tenía que pagar estos diezmos a
Socuéllamos, lo cual explica también la negativa del presbítero de allí a
permitir la creación de una nueva comunidad aquí ya que perdería esos ingresos.
—¿Qué requisitos fueron necesarios para que Tomelloso se
constituyera como parroquia?
—Uno de los requisitos fue contar con una pila bautismal
propia. La primera que tuvimos se trajo de Argamasilla. Ese detalle marca el
momento en que el templo deja de ser simplemente una capilla o una ermita y
pasa a tener la categoría de parroquia.
—Más allá del ámbito religioso, ¿qué papel ha jugado la
Asunción en el desarrollo de Tomelloso?
—Ha sido fundamental. La parroquia y la fundación del pueblo
van de la mano. En conversaciones que he tenido con la concejala de Cultura,
Inés Losa, señalaba que la Asunción ha ido por delante en la celebración de
aniversarios, y que próximamente conmemoraremos los 500 años de la fundación
del pueblo. La parroquia no solo ha consolidado una tradición religiosa, sino
que ha contribuido a forjar el carácter y la esencia de Tomelloso.
—¿Cómo ha evolucionado arquitectónicamente el templo a lo
largo de estos 450 años?
—La iglesia ha pasado por al menos tres grandes fases de
construcción. Empezó por la parte del coro, que fue la estructura inicial, y se
fue ampliando hacia la cabecera actual. Según crecía el pueblo se iba ampliando
el templo. La última gran reforma fue en 1975, cuando se cambió completamente
el presbiterio: se sacó el altar del retablo, como marcaba el Concilio Vaticano
II. Se trasladó al centro, debajo de la cúpula, creando esa especie de “islote”
que permite celebrar con la comunidad alrededor. Aunque funcionalmente tiene
sus limitaciones, teológicamente tiene mucho sentido: Cristo en el centro y el
pueblo a su alrededor.
—Los tomelloseros no valoramos el templo
arquitectónicamente. ¿Qué impresión le causó a usted al llegar?
—Es una iglesia atípica. Cuando llegas a otros pueblos, lo
primero que ves es la torre. Aquí, no. Es una torre baja, discreta, no llama la
atención; no es una iglesia muy majestuosa. Pero al entrar, la impresión cambia
completamente: la sencillez exterior da paso a un templo bonito, con naves
laterales que dan sensación de recogimiento. No es majestuosa, pero es
acogedora y funcional para las celebraciones.
—¿Y cree que esa austeridad tiene relación con la
religiosidad de los tomelloseros?
—Creo que es parte del carácter manchego. Aquí la
religiosidad es menos efusiva, más contenida. Somos tierra de paso, como dice
la tradición, y eso también influye: en las zonas de paso la fe no suele
arraigar con la misma fuerza que en lugares más estables. Aun así, hay mucho
compromiso entre quienes participan activamente en la vida parroquial.
—¿Qué destacaría del patrimonio artístico del templo?
—Pintura mural como tal tenemos poca. De gran valor son las
obras de Francisco Carretero y las dos esculturas principales: la Sagrada
Familia, atribuida a la escuela de Salzillo, y La Piedad o El Descendimiento.
Por desgracia, la Guerra Civil hizo estragos en el patrimonio: se destruyeron
muchas imágenes y el archivo parroquial se quemó. A día de hoy, no podemos
siquiera recuperar partidas de bautismo antiguas, como por ejemplo, la de
Ismael de Tomelloso, ahora que es Venerable.
—La Asunción sigue siendo el gran referente para los
fieles de Tomelloso. ¿no es así?
—Sin duda. La gente sigue diciendo “nos vemos en la iglesia”, aunque haya cinco parroquias. Y es que esta es “la iglesia” y lo es, porque lleva aquí 450 años y ha dado pie a que Tomelloso vaya creciendo en torno a la parroquia, al Ayuntamiento y a un lugar de acogida como es la Posada de los Portales. Muchos vienen a casarse aquí porque fue donde se bautizaron o hicieron la primera comunión. Más allá de la demarcación territorial, la Asunción sigue siendo el lugar donde se han vivido los momentos más importantes de fe.
—¿Es difícil mantener un templo tan grande y antiguo?
—Es dificultoso dado que, como dice, es un templo grande y
antiguo. Por suerte, contamos con voluntarios muy comprometidos que se encargan
de la limpieza, reparaciones o revisión de los tejados Todos lo hacen con
cariño, compromiso y amor por la parroquia y a la Iglesia. Hay un grupo que
viene todos los martes, por ejemplo, a limpiar. Y eso dice mucho.
—Usted ha llegado después de sacerdotes muy queridos en esta
parroquia y en Tomelloso. ¿Cómo se ha sentido acogido?
—Me he sentido muy acogido, con cercanía. Es verdad que por
aquí han pasado grandes párrocos. Yo venía, como dijo San Pablo, con “temor y
temblor”. La Asunción es una parroquia con mucha historia y un gran reto
pastoral. Pero he sentido cercanía y amabilidad desde el principio. Ahora nos
toca renovar la forma de evangelizar: no podemos soñar con iglesias llenas,
sino con pequeñas comunidades vivas, donde la fe se viva de verdad.
—¿Cómo se están preparando los actos del 450 aniversario?
—Llevamos casi dos años organizando todo. Formamos un equipo
con personas muy capaces como Félix Godoy, Pedro Miguel Izquierdo, Viñas
Sánchez y María José Mendoza. Quise que no se quedara todo en el ámbito
parroquial, sino que saliera a la calle. Por eso, en junio tendremos tres
grandes eventos, una Noche Blanca, un Encuentro de Coros y un gran concierto en
la plaza de toros el 28 de junio. También habrá charlas culturales y
religiosas, para reflexionar sobre estos 450 años desde distintos enfoques.
—¿Cuál es el mensaje que quiere dejar a la comunidad con
esta celebración?
—Que la parroquia sigue viva. Que 450 años no son solo
historia, sino presente y futuro. Y que esta iglesia, la de la plaza, sigue
siendo un lugar de referencia, de encuentro, de fe compartida. Queremos que
este aniversario salga de las paredes del templo y llegue a toda la ciudad.
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