Con una gran respuesta del público que ocupó todo el aforo
disponible, Pedro A. González Moreno habló este jueves en la Posada de los Portales
de Tomelloso de Eladio Cabañero. Del Eladio más humano, “desde el afecto y la
emoción”, alejado de métricas, estilos y técnicas poéticas. Una actividad en la
que tuvo participación el respetable con distintas intervenciones. La sala acoge
la exposición de las fotografías que de La Mancha hizo Josip Ciganovic,
aderezadas con textos de Eladio Cabañero.
La concejala de Cultura, Inés Losa, dio la bienvenida a los
asistentes a un acto que se integra dentro de los homenajes que Tomelloso está
llevando a cabo para conmemorar el 25 aniversario de la muerte de Cabañero.
Carmen Labrador, directora de la Biblioteca, presentó a Pedro A. González
Moreno, investigador y antólogo de Eladio, premiado varias veces en los
certámenes literarios de la Fiesta de las Letras.
“La poesía de Eladio me encontró gracias al azar”
Con la sensación de que el tiempo pasa muy deprisa, “cada
vez que vengo a Tomelloso, vengo a mi casa”, apuntó Pedro A. González, que
anunció que “desde el afecto y la emoción” —la mejor manera de recordar a
Eladio— iba a dar su visión particular y humana del poeta tomellosero. Antes de
haberlo conocido, González ya quería a Cabañero. Supo de él por su poesía que “me
encontró gracias al azar”. Por medio de sus versos, Eladio “vino a mi pueblo, a
mi instituto a la biblioteca de Calzada”.
Y el poeta ciudadrealeño relató las tres veces que el
destino hizo que se encontrase con el escritor tomellosero. El primer encuentro
con Eladio fue con “Poema para una amiga muy bella”, cuando tenía 13 o 14 años.
“Yo ya tenía el veneno de la poesía” y a González Moreno —relató— le habían
endosado el mote de “el poeta”, ya se sabe. Fue Raúl, un condiscípulo, el que
le mostró la composición de Eladio, “para que aprendas”.
“No me volví a interesar por Eladio hasta el segundo
encontronazo con su obra, en otro lugar de Calzada donde quiso volver a darme
un tirón de orejas”. Con 15 años Pedro A. González, gracias de nuevo el azar, estaba
al cargo de la Biblioteca de Calzada (para él una borgiana Biblioteca de
Babel). En las estanterías “me encontré con un volumen de la “Poesía completa”
de Eladio Cabañero”. Desde que leyó la antología, explicó al respetable, el
conferenciante se volvió “muy eladiano”. Al poeta le sorprendió “Desde el sol y
la anchura”, por la cercanía, “porque hablaba de mí y de mis ancestros; de
majuelos, carros, andamios… Imágenes de mis calles de mi pueblo”. Era, apuntó
Pedro A. González “una revelación de crudeza y autenticidad”.
“Lo conocí en lo humano”
Y de nuevo, esta vez en la universidad, “volví a
desprenderme de Eladio”, su obra no entraba en los planes de estudio. Hasta que,
en 1986, “por otro golpe del destino”, volvió a Eladio, esta vez para siempre. González
publicó su primer libro “Señales de ceniza” con el que ganó un premio en
Talavera, y Cabañero que era el redactor jefe de Nueva Estafeta, “se interesó
por este joven poeta manchego y salí en esa publicación”. Aquel hecho hizo que
lo conociese en persona “y desde entonces nos hicimos amigos. Lo conocí en lo
humano, fue como ese padre que me acompañó en muchas otras cosas”.
Después, siguió relatando Pedro A. González, dirigió el Aula
Literaria Gerardo Diego de Pozuelo de Alarcón y coordinó el premio de poesía de
ese nombre y “elegí a Eladio como miembro del jurado”. Repasó el conferenciante la complicada
relación del tomellosero con las mujeres “con la sensación de que todos sus
amores fueron todos platónicos”.
Al escritor de Tomelloso —un hombre bueno en el sentido machadiano, que siempre tenía una coplilla preparada— le
salvó de la vida y “del rejonazo austero que le dan al buen Eladio
Cabañero”, sentenció su antólogo, “su poesía, su fantasía y el amor que le
brotaba de cada poro”.
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