“No hay mayor mal que la desmesura: cuando el orgullo
germina, da fruto en la ruina, y enseña al hombre a recoger lágrimas.” Sófocles
Todos ustedes recordarán la historia de dos personajes
ilustres con dos calles dedicadas que los honran. Me estoy refiriendo a la
calle doña Crisanta y la calle Don Víctor Peñasco, siendo dos de las arterias
principales de Tomelloso. Bien merecido tienen su nombre puesto que Crisanta
fue una gran benefactora, contribuyendo con la donación del hospital-asilo S.
Víctor en el año 1892.
Doña Crisanta Moreno Martínez nació el día 28 de octubre de 1831 en Tomelloso. Sus padres eran Patricio Moreno Olmedo y Gregoria Martínez Navarro. Procedía de una familia muy humilde y numerosa. Era la quinta hija de doce hermanos. Y a la edad de 15 años decidió irse a Madrid y vivió en la calle Fuencarral, 20 con un familiar llamado Sergio Navarro. Aquí permaneció once años de su vida hasta que se casó en el año 1865 con Antonio Pardo y Borja, un hombre de negocios, viudo con dos hijas a su cargo.
Con el primer matrimonio, doña Crisanta comienza a
sufrir las primeras tragedias ya que su marido fallece de cangrena al año
siguiente de casarse. Y lamentablemente, el hijo que tienen en común, Antonio
José, también muere de meningitis con dos años. Más tarde, las dos hijas de su
primer marido, también fallecen por enfermedad. En este intervalo de años,
conoce a don Víctor Peñasco con quien contrae matrimonio.
Don Víctor Peñasco y Otero nació el 7 de marzo de 1820 en
Madrid. Procedía de una familia de clase media y su abuelo paterno era de Almagro (Ciudad
Real). Con su primera mujer, Ana de la Puente Alonso, tuvo a su hijo Hilario en
1857. A los pocos meses de nacer su hijo, muere Ana, la esposa de Víctor
Peñasco.
Don Víctor Peñasco era un hombre de negocios bastante
acaudalado económicamente. Fue Diputado
Provincial, muy activo políticamente, empresario y propietario de muchas fincas
e inmuebles. En 1872 fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid. Fue
Comisario del colegio municipal de S. Ildefonso. Su hijo Hilario fue abogado,
periodista y político. Escribió un libro sobre las calles de Madrid y tiene una
calle a su nombre en el Barrio de Canillejas. Casualidades del destino, don
Víctor y su hijo Hilario fallecen el mismo año, 1891.
El Titanic y un viaje de amor hacia el abismo
La historia apasionante que vengo a contarles hoy, no deja de ser historia y tragedia en aguas del Atlántico y bien merecería ser llevada a la gran pantalla en alguna de las series Netflix. Nos transporta al pasado, dos años, concretamente al año 1912 en el mes primaveral de abril con fecha 12. Por aquel entonces se construyó uno de los trasatlánticos más lujosos, el imponente Royal Mail Steam_ship Titanic, que partía desde Southampton, en Inglaterra, hasta Nueva York. Estando a punto de cumplir los 125 años de aniversario, su memoria sigue cautivándonos hasta nuestros días.
No todo el mundo es conocedor de que el nieto de don Víctor Peñasco llamado Víctor Peñasco Castellana era hijo de Purificación Castellana Lapuerta, sobrina carnal de Doña Crisanta y también nuera. Este joven madrileño ofreció su vida por salvar la de su mujer, Josefina Sartorius y Chacón, conocida coloquialmente como Josefina Soto. Eran muy jóvenes, Víctor Peñasco tenía 22 años y ella 20 años. Se casaron el día 11 de junio de 1911 en su parroquia madrileña de S. Martín. Esta documentación viene a corroborar que parte de la información publicada en el periódico del ABC es totalmente incierta ya que no estaban celebrando la luna de miel por casi dos años como se publicó.
No deja de ser emocionante, el hecho de que esta
historia haya llegado hasta el ámbito literario, donde una escritora de
renombre como es Carmen Posadas, haya tenido en cuenta el contexto
histórico y social de estos personajes para elaborar su último libro llamado El
misterioso caso del impostor del Titanic (2024). La trama de
este libro, sin llegar a desvelar muchos secretos, comienza con un
presentimiento que Pura Castellana tiene sobre alguna desgracia que pueda
haberle ocurrido a su hijo.
Quienes hayan leído los libros de Carmen Posadas,
sabrán que algunos de sus recursos literarios consisten en utilizar
ingeniosamente esa simbiosis de lo que son los elementos reales mezclados con
la ficción. Otro de los personajes literarios que aparece es el de la baronesa
doña Emilia Pardo Bazán junto con otros personajes políticos de aquella época
como José Canalejas. Toda la historia es entrelazada con una mágica pluma, que
nos adentra en la parte histórica social envuelta en una trama detectivesca.
Resulta curioso como esta pareja de enamorados estaban
disfrutando de viajes por toda Europa. Una mañana, después de haber visitado
Montecarlo y pasar un espléndido día en París, Víctor vio en el periódico el
anuncio de un trasatlántico que se disponía a zarpar desde Inglaterra y llegar
a Estados Unidos.
Esta sorpresa que quiso darle Víctor a Josefina, no
sabía que se convertiría en una tragedia fatal. Aun recordando algunas de las
palabras que Víctor dijo a su amada, después de ofrecerle el bote salvavidas,
nos llena de espanto y hace estremecer. “Pepita, que seas muy feliz”,
fue lo último que Víctor Peñasco le dijo a su joven esposa Josefa Pérez de
Soto, la noche del 14 de abril de 1912 mientras el buque se hundía.
Otras dos personas que acompañaban a los jóvenes enamorados en este idílico viaje, eran Fermina Oliva Ocaña, su doncella, y su mayordomo Eulogio. Cosas del destino, su mayordomo se quedó en Paris con la condición de que fuera enviando postales que escribiría a la madre de Víctor y así pudo salvar su vida. Pura Castellana les había rogado que no navegaran en este “buque de los sueños”.
Al principio Pura no temió por sus vidas ya que estaba
recibiendo postales que los recién casados habían dejado preparadas y que no
hacían referencia, naturalmente, a su aventura en el Titanic. El día 19 de
abril, el diario ABC informaba que “La compañía Cunard, según noticias de Nueva York, ha recibido un despacho por la telegrafía
sin hilos diciendo que la señora de Peñasco, se halla a bordo del Carpathia;
pero no su esposo, D. Víctor Peñasco», decía la nota.
Fermina Oliva Ocaña, la doncella, confesaba en una entrevista: «A mí me dejaron fuera, pero empecé a gritar y no tuvieron más remedio que llevarme». Falleció con 90 años pero jamás olvidó esa terrible noche de 1912.
Lo más sorprendente es que la prensa mundial en aquella primavera de 1912 difundió la increíble noticia del hundimiento del Titanic, con nada menos que 2.200 muertos y poco más de 700 supervivientes. El cadáver de Víctor Peñasco no apareció. Si no existía un parte de defunción confirmada, se presentaba un problema, los herederos no podían heredar hasta pasados veinte años.
Desafortunadamente, nunca se llegó a encontrar el cuerpo de Víctor Peñasco Castellana, lo que planteó un grave problema a su familia. Fermina, la doncella, tuvo que pasar el calvario de recorrerse las distintas morgues que supuestamente tenían cadáveres del trágico naufragio para poder identificar a Víctor, pero esto nunca ocurrió. Purificación Castellana trató de solventar el tema legalmente desde Madrid, pero todo resultó infructuoso. Y es por este motivo que tuvieron que pagar un certificado de defunción falso que pagó a través del vicecónsul de España en Canadá.
Sin una tumba a la que poder llevar flores, la familia de Víctor Peñasco quiso al menos recordar su pérdida con una esquela en ABC en sus necrológicas. Cada 13 de abril insertó un recordatorio en el que se rogaba por él, una costumbre que después de que Josefa se volviera a casar en 1919 con Juan Barriobero, barón del Río Tovía, aún continuó haciendo su madre, Purificación, y su hermana Ana hasta 1926.
¿Hubo una dejación del
equipo de la marinería y no avisaron con tiempo? El capitán, en un principio,
pensó que era un simple roce con el hielo, pero cuando detectaron que era un
iceberg, supieron que se convertiría en una gran tragedia. Se concluyó en la investigación que los
oficiales responsables del rumbo del buque no tomaron en consideración los
partes meteorológicos que recibieron horas antes. Fue un varapalo a la marina
mercante y una gran lección de humildad ya que este buque no era invencible contra los fenómenos
meteorológicos.
Hoy en día, se considera
que estos desastres siguen siendo imprevisibles, ya que un maremoto, puede
volcar al buque mejor diseñado. No hay tecnología capaz, pero sí se han
diseñado satélites que están observando continuamente. Hay tecnologías que
pueden evitar tragedias.
Fuentes consultadas:
Jiménez Crespo, A. (2012). La apasionante vida de
Doña Crisanta. Madrid.
Periódicos del ABC y El
Comercio
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Lunes, 14 de Abril del 2025
Lunes, 14 de Abril del 2025
Lunes, 14 de Abril del 2025