Opinión

El Premio Nobel Mario Vargas Llosa, Académico de Argamasilla de Alba En 2005

Pilar Serrano de Menchén | Lunes, 14 de Abril del 2025
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El día amaneció lluvioso y frío. Así fue. Después de meses y meses de sequía, de otros tantos de preparativos para el evento, el tiempo decidió mojar las tierras y las calles de Argamasilla de Alba (y de la Provincia) para limpiarlas del polvo acumulado durante el verano (en 2005 fue muy seco). No nos importó. Sabíamos que ese dieciocho de octubre iba a marcar históricamente a nuestro pueblo con una efeméride cultural de primer orden, pensada, no solo para que se viniera a ensalzar en nuestra localidad, más si cabe, la celebración del IV Centenario del Quijote, sino para conmemorar la visita de aquéllos grandes intelectuales que visitaron a Argamasilla en el III Centenario. 

Ahora, pasados los años, aún el revuelo de tantos periodistas y cámaras de TV que siguieron la jornada (un dato: en tan sólo 15 minutos más de 30 cadenas quisieron contactar con el escritor a través del móvil de la que escribe: entonces secretaria de “Los Académicos”) sigue presente en tan importante lugar quijotesco –en palabras de Vargas Llosa– que tiene el titulado Lugar de la Mancha.

Pero aún hay más. Hay un poso de sabiduría, llaneza, simpatía e intelectualidad que se une al acontecimiento. La personalidad de un escritor: cercano y coloquial, que desde su posición de escribidor (así se denominaba a sí mismo Vargas Llosa) ha matizado el día a día con la categoría humana de su persona.

Galardonado con los más importantes premios literarios, el último PREMIO NOBEL, condecorado por un buen número de países con sus más altas condecoraciones, distinguido por las más prestigiosas Universidades (tenía más de treinta doctorados Honoris Causa), en definitiva, sellado por el éxito, este escritor: conocido y reconocido en todo el mundo, Académico de la Real de la Lengua, de las Academias de Hispanoamérica y del Perú, Premio Príncipe de Asturias y Premio Cervantes, entendía, que la palabra es el vehículo que más acerca y dignifica al hombre. Y, por ende, la literatura es el mejor vehículo para el entendimiento y la concordia.

Enamorado del Quijote y de los ideales que defendía, defiende, el Caballero de la Triste Figura, estudioso de la obra azoriniana, Vargas Llosa ingresó en la Real Academia de la Lengua Española con un discurso titulado: “Las discretas ficciones de Azorín”. En dicho texto (en su día nos lo envió dedicado a “Los Académicos cervantinos y azorinianos”),  no se limitaba a extraer lo más profundo de la filosofía del autor de “La Ruta de don Quijote”, sino que, al igual que el escritor de Monóvar, caminaba tras la huella del Hidalgo manchego.

Desde esa perspectiva, para Vargas Llosa, la novela de Cervantes reflejaba ante todo una imagen: “y una irrealidad que, al final, se convierte en realidad. En esa imagen, además del propio Caballero, está la Mancha. La Mancha geográfica y real, y la Mancha literaria, inventada por el autor de don Quijote”.

Convocado “por ese espacio donde la luz sella el infinito” (que dijo) acudió a nuestra Argamasilla de Alba y convivió durante todo el día con nosotros. En la Sesión Extraordinaria que tuvimos con él en la Rebotica donde Azorín se reunió con los “Académicos” en 1905, después de que el escritor peruano visitara los lugares cervantinos y azorinianos de nuestra localidad, y descubierta en la fachada de la Rebotica una placa que conmemoraba su visita, llanamente, expresó su opinión respecto a las Patrias de don Quijote, citando, y sumándose a Riquer en el tema del ‘Lugar de la Mancha’ (Argamasilla de Alba),  el cual, según dijo: “es uno de los más profundos conocedores de todo lo relativo a Cervantes y su obra”.

Luego nos narró, que la primera vez que intentó leer el Quijote no pudo pasar de los primeros capítulos. Y fue a través de Azorín, después de empaparse de “La Ruta de don Quijote”, cuando lo leyó al completo, ya que el escritor de Monóvar le hizo ver en sus ficciones la realidad; y los tiempos del Caballero de la Mancha. “La realidad azoriniana –dijo–, difumina las fronteras entre los objetos y los hombres: éstos son muchas veces nada más que volumen, color, forma, y, aquéllos, entidades a las que convienen calificativos, como modestos, tímidos, entrañables, cálidos...”.

Después de esta Sesión Extraordinaria nos permitimos el lujo de ir a comer algunos de los manjares de nuestra tierra. Lo extraordinario vino nada más comenzar el almuerzo con los brindis que se hicieron. El primero le correspondió al alcalde de Argamasilla: José Díaz-Pintado, el cual se congratuló y se felicitó como representante del Municipio por la visita de Vargas Llosa. Seguido, Rodolfo Mateos Martínez, presidente de ‘Los Académicos”, alabó al escritor. Luego, el escritor peruano alzó su copa y dijo: “Si la ficción es testimonio y fuente de inconformidad, desacato del mundo tal como es, prueba irrefutable de que la realidad real, la vida vivida, están hechas apenas a la medida de lo que somos, no de lo que quisiéramos ser, debemos inventar unas vidas distintas. Brindo por ello y por este proyecto de venir a la Argamasilla, recordar al Maestro Azorín, y comprobar que han hecho de la Cueva de Medrano un lugar de peregrinación y de culto.”

Por la tarde, después de realizar una rápida visita al Castillo de Peñarroya: nuestro alcalde, José Díaz-Pintado Hilario y Rodolfo Mateos Martínez, en presencia del presidente regional José María Barreda, vicepresidenta María Luisa Araujo, consejero de Educación: el argamasillero José Valverde Serrano...; más una extraordinaria representación de autoridades: otros consejeros, Rector Magnífico, directores generales, diputados provinciales, alcaldes..., más numerosísimo público,  servimos de anfitriones al autor de “La ciudad y los perros”, el cual expuso brillantemente su Lección Magistral, titulada: “Los cuatro siglos del Quijote”, editada que fue posteriormente, con preámbulo del entonces Rector Ernesto Martínez Ataz, por la Universidad de Castilla la Mancha.

Nada más finalizar la misma, previo Juramento, fue nombrado “Académico de Honor de los Académicos de la Argamasilla”. Cuando finalizó el nombramiento Vargas Llosa se congratuló del mismo diciendo: “Tengo el honor de sumarme con mucho orgullo –dijo– a esta Academia inventada por  el más genial escritor de todos los tiempos, Cervantes”.  Finalmente, departió con los asistentes, firmó libros... Y se hizo, según expresó sonriente, un paisano más de Argamasilla de Alba.

Esta es la crónica urgente de la visita del Premio Nobel a nuestra localidad. Sin lugar a dudas que fue una jornada histórica que se recordará como una de las más importantes que han tenido lugar en la Patria de don Quijote.

Con nuestro sentido pésame a la familia del gran escritor concluimos este breve resumen de su visita, no sin antes decir, que nos sentimos orgullosos de que Mario Vargas Llosa pertenezca a esta humilde y quijotesca  “Academia” como Académico de Honor.           

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