Las agresiones sufridas contra el personal sanitario es un gravísimo
problema que si bien no resulta frecuente, faltaría más, va en aumento.
Más preocupante, sin duda es lo denunciado por un médico hace unas
fechas en un centro de salud de nuestra provincia:
las amenazas son diarias, ha declarado. En consecuencia, la atmósfera
creada en torno a los facultativos y demás personal sanitario y
administrativo se convierte en poco menos que irrespirable y para
quienes diagnostican nada tranquilizadora.
Según la O.M.C ochocientos médicos sufrieron agresiones el pasado año;
si este dato es grave, más lo es el hecho de hayan aumentado nada menos
que en un ochenta por ciento, lo cual indica un inaceptable ascenso que
alguien tendrá que atajar de manera fulminante.
Las razones por las que se vienen dando estas conductas agresivas, creo que tienen que ver, entre otros, con dos factores:
El primero, la falta de educación que determinadas personas mantienen en
los distintos ámbitos que frecuentan. La zafiedad e incultura de la que
adolecen, creerse con derecho a todo, pensar que saben más que el
médico sobre sus dolencias (“no compartió un criterio
y se puso como loco”), ignorar la dificultad que encierra lograr esa
licenciatura o doctorado, los años que estas personas invierten, la
formación adquirida, parece ser que carece de importancia. Todo ello,
hace que una vez dentro de la consulta, con la puerta
cerrada para preservar la intimidad y confidencialidad de lo allí
tratado determinados pacientes no sepan calibrar el distinto papel que
tienen, médico y enfermo. Una consecuencia más de ese todos somos
iguales en cualquier circunstancia. Ese populismo cultural
y educacional que va calando y de qué manera en nuestra sociedad y en
especial en las últimas generaciones.
El segundo tiene que con las largas listas de espera y la aglomeración
de pacientes en las consultas a diario. Esto es algo que podemos ver
tanto en las de los centros de salud como en los hospitales. Pareciera
que medio mundo pasara a diario por ellos. Listas
de espera de meses, acudir a las consultas de manera demasiado
recurrente, la sensación es la de que falta personal médico y de
enfermería.
La rápida intervención judicial en esta última agresión resulta
ejemplar. No olvidemos que un médico en su consulta es autoridad. Por lo
tanto, agredirle o amenazarle conlleva la misma gravedad que los
delitos contra personas que ejercen una responsabilidad
pública y política. Ojalá esto sirva para frenar estas actuaciones
delictivas.