La vida parece extinguirse, con lo cual el dinero dejaría de ser primordial para la existencia, o así es como debería ser, y entenderse. Solo en situaciones extremas es cuando comprendemos realmente el valor de la vida, y la importancia de las cosas, del mismo modo en el que debemos admitir que todo es indispensable, y que todos los recursos obtenidos de la naturaleza son esenciales para sobrevivir en nuestro mundo. Si se prolonga en el tiempo la ausencia del amanecer, los relojes nos confundirían y, probablemente, el miedo se apoderaría de nosotros. La situación sería insostenible, cada minuto parecería 1 hora, y cada hora un misterio que no sería revelado y apretaría más.

Llegaría la oscuridad y el sol desaparecería, enfriándose la tierra, los animales, se manifestarían y todo cambiaría y es justo en ese momento, en el que me gustaría ser el niño que cerrase sus ojos y pusiera su voz en busca de la luz.

Las creencias pueden considerarse como un punto de partida en la incertidumbre, al no amanecer. Como una manifestación del silencio, y todo estaría envuelto en un misterio. La temperatura descendería y el sol se ocultaría rápidamente, desvaneciéndose todas las promesas. La oscuridad provocaría temor debido a la imposibilidad de percibir el presente. Luego llegaría la noche, seguida por la mañana, la tarde, y nuevamente la noche. No obstante, la oscuridad persiste y aún no se vislumbra el amanecer. Es precisamente en ese instante cuando solo deseo que mi alma, encuentre su dirección en la penumbra, ya sé que los miedos a la soledad se desvanecen. En la oscuridad, donde reside el poder y la belleza, surge el anhelo de abrazarla.