Con mucha alegría y con un poco de tristeza, cerramos una
etapa. Mi hijo, Carlos, que tiene un trastorno del espectro autista (TEA) de
grado 2, ha terminado la Educación Primaria. Han sido años de lucha, de logros
compartidos, de lágrimas y también de muchas sonrisas. Hoy quiero dar las
gracias y contar mi experiencia, no solo como madre, sino también como
activista, como compañera de camino de muchas otras familias que atraviesan lo
mismo.
Durante todo este tiempo, mi hijo ha cursado en el Colegio
Almirante Topete. Recuerdo perfectamente el día en que fui a echar la
matrícula. Le pregunté a la directora si el centro estaba preparado para un
niño con autismo. Me respondió con sinceridad: “No, pero se prepara”. Y vaya si
lo hicieron.
Agradezco profundamente a la directora, que ha sido para mí
como una hermana dentro del colegio. Su apoyo, su escucha y sus consejos han
sido un pilar. También a los tutores y profesionales que nos han acompañado. En
el autismo, la comunicación a veces no es directa entre los niños y sus
profesores, y entonces entramos las familias. Es esencial que el equipo docente
y las familias vayamos de la mano, como iguales. Esa es la verdadera inclusión:
trabajar juntos por el bienestar de los chicos.
Mi hijo ha contado con Pedagogía Terapéutica, PT; Audición y
Lenguaje, AL, y Auxiliar Técnico Educativo, ATE. Algunos profesionales
estuvieron desde el principio, otros se fueron incorporando con el tiempo.
Todos han hecho una labor increíble. Recuerdo conversaciones un domingo por la
tarde con el PT para planificar los objetivos de la semana. Buscar estrategias
para reducir su ansiedad, que en un principio le llevaba a morder lapiceros,
ropa o cualquier cosa que tuviera cerca. El aula era un espacio en construcción
constante, y todos remamos para adaptarla a sus necesidades.
Y no me quiero olvidar del papel de la ATE. Han sido sombra
y luz para mi hijo. Gracias a una ATE maravillosa, Gema Cepeda, empezó a comer
pavo —algo que parecía imposible—, y hoy casi sabe montar en bicicleta gracias
a otra profesional, Inma Rodrigo, igual de dedicada. Cada pequeño logro ha sido
una gran victoria.
Pero el camino no ha sido fácil. Cuando empezó en el colegio
llevaba pañal, no hablaba y no se comunicaba. Se pidió el ATE, pero no llegó en
septiembre. Hubo que reunirse con un inspector, justificar lo evidente: que mi
hijo necesitaba ese apoyo. Solo entonces se consiguió media jornada, con la
condición de que las terapias se hicieran por la tarde. Y así lo hicimos.
Coordinamos con AFAS Atención Temprana para cambiar los horarios y mantener su
escolarización sin interrupciones. Más tarde, con mucho esfuerzo, conseguimos
jornada completa de ATE. Hubo que ir al delegado, explicarlo todo otra vez,
hacer equipo con el centro y seguir insistiendo.
Ahora comienza otra etapa: el instituto. Una aventura
enorme, porque, aunque nos digan que sí, que va a tener apoyos, aún no están
garantizados. Carlos ha actualizado el diagnóstico TEA, que es un conjunto de
pruebas muy completo para conocer su estado actual. Para mí es fundamental
saber cómo está ahora mi hijo, si su perfil cognitivo ha cambiado desde que se
le diagnóstico a los dos años. Quería tomar decisiones con toda la información
posible. ¿Debía llevarlo a un instituto ordinario o a uno específico como el
Ponce León? Y todo el mundo insistía en que debía ir al instituto, pero yo
necesitaba estar segura.
El informe del Pro-TEA ha sido muy completo, y gracias a él
vamos a comenzar un nuevo perfil sensorial con una terapeuta en septiembre. Ya
hemos mandado todo a la consejería de Educación, y ahora estamos esperando los
apoyos. Pero como ya me pasó en Primaria, si no llegan, tocará volver a
insistir, volver a reunirnos con inspectores, con delegados, con quien haga
falta. Incluso he bromeado —aunque no tanto— con que haré huelga encadenada a
un árbol si no llegan los recursos que mi hijo necesita.
Lo que quiero con este testimonio es visibilizar. Que se
sepa que detrás de cada niño o niña con TEA hay una familia que lucha, que
organiza, que coordina, que no se rinde. Que la inclusión real no es solo una
palabra bonita en un papel: es un compromiso de toda la comunidad educativa,
desde los altos cargos hasta quien acompaña en el día a día.
Gracias, de corazón, al Colegio Almirante Topete. Gracias
por prepararse. Gracias por creer. Gracias por caminar con nosotros.
Ahora empieza una nueva etapa, y la enfrentamos con
esperanza, con fuerza… y con la convicción de que no estamos solos.
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Lunes, 23 de Junio del 2025
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