“Mamá, quiero ser
artista”, es el título de la exposición que José Luis Novillo (Tomelloso, 2004)
inaugura el 1 de julio en la Posada de los Portales. Además, el nombre es una
declaración de intenciones: Novillo manifiesta con él su inequívoca voluntad de
vivir el arte. Con apenas 21 años, este joven creador va a poner patas arriba la
escena local —estamos seguros— con una muestra multidisciplinar que se nutre de
pintura, fotografía, vídeo, moda, performance y maquillaje, en un arte total
donde todo cabe si nace de la verdad.
Charlamos con él con curiosidad,
sin saber muy bien qué esperar, pero seguros de que va a merecer la pena. Nos
sorprende su madurez y el hecho de que tenga las ideas tan claras. Descubrimos
que hay algo profundamente serio en el color, algo casi sagrado tras el
maquillaje, la pose o el guiño pop. No es el primer reconocimiento a este joven
y talentoso artista, Novillo ya ha visto su obra seleccionada en los Certámenes
Artísticos de la Fiesta de las Letras y premiada en varios concursos.
—El título de la
muestra no pasa desapercibido, “Mamá, quiero ser artista”, ¿de dónde sale?
—No es una exposición de
cuadros y punto. Quiero mostrar una obra diversa, dibujo, pintura, fotografía,
vídeo, performance, maquillaje, moda… Todo tiene ese aire pop, vital, cargado
de referentes. Así que el título es como una declaración irónica, divertida,
pero también reivindicativa. Es como si proclamara: “sí, mamá, esto también es
arte”.
—¿Cómo llega al arte?
—No lo sé exactamente,
porque lo he mamado desde que tengo uso de razón. Siempre he tenido un lápiz en
la mano. Empecé a formarme con Fermín García Sevilla, luego con José Antonio
Espinosa, Encarna Pardo, Rogelio Garrido y Caroline Culubret.
—En su Instagram ya se
ve algo de lo que prepara, mucho color, mucha estética pop. ¿Qué veremos
exactamente en la exposición?
—He ido enseñando
pinceladas en mi perfil (@jlnovillo.studio), pero sin destriparlo todo. Lo que
se ha visto es una parte de pintura, con cuadros que serán como la
introducción, y luego la serie de fotografías de Barbie, donde reinvento
iconos. Hay referencias a Warhol, claro, y a la estética de revista. Es muy
pop, sí, pero no es superficial. Hay una base conceptual muy trabajada.
—¿Está nervioso?
—Mentiría si dijera que
no. No es la típica exposición “de toda la vida” y eso siempre genera
inquietud. Pero también mucha emoción.
—Por lo que cuenta, su
propuesta rompe con el academicismo clásico. ¿Es esa su intención?
—Totalmente. Si todos
vamos a pintar bodegones y paisajes, mal vamos. No se trata de despreciar el
oficio, al contrario, lo valoro mucho, pero yo quiero buscar otras formas de
contar lo que siento. Hay que salirse del molde.
—¿Cuáles son sus
referentes?
—En lo estético, Lady
Gaga, Katy Perry… toda esa cultura pop que nos ha marcado. En lo artístico, Van
Gogh, Monet, los clásicos, pero reinterpretados. Y por supuesto Warhol y el
arte pop. Todo eso está en la exposición. Lo importante es que el público vea
mi obra y diga, “esto también me pasa a mí”. Si consigo esa conexión, me doy
por satisfecho.
—Pero al compartir
experiencias personales, corre el riesgo de que cada espectador entienda algo
distinto…
—Claro, y eso es lo
bonito. Pero también intento guiar con cartelas, explicar los conceptos sin
limitar las interpretaciones. Quiero que la gente entienda lo que está viendo,
aunque luego le suene de otra manera.
—Está en tercero de
Bellas Artes en la Complutense. ¿Satisfecho con lo que hace?
—Soy muy exigente conmigo
mismo. Si doy un sesenta por ciento, me exijo un doscientos. Nunca estoy
conforme del todo. Siempre hay un margen para seguir creciendo.
—Algunos pueden pensar
que su arte es frívolo…
—Lo entiendo, pero detrás
de cada imagen hay experiencias vitales, reflexiones sobre identidad, género,
emociones… No todo el arte tiene que ser gris y trascendental. Yo prefiero que
el concepto esté, pero que también haya un impacto visual fuerte. No quiero
siete páginas de explicación para justificar una grapa en una pared. Quiero que
la imagen te diga algo ya.
—Tengo entendido que
ha participado mucha gente para que la muestra sea una realidad…
—Va con mi nombre, sí,
pero hay mucha gente ayudando: sujetando luces, telas, colaborando con el
vestuario… Es mi obra, pero es colectiva también. Sin esa red no podría haberlo
hecho.
—¿Le cuesta mantener su
línea artística, esa coherencia?
—No, como tengo claro lo que quiero contar, todo fluye. Cuesta plasmarlo, pero el camino lo tengo claro. Intento que todo tenga continuidad, que tenga sentido.
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Sábado, 28 de Junio del 2025
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