Opinión

Aquellos días y gentes en tiempos de mi infancia (II)

Salvador Jiménez Ramírez | Jueves, 3 de Julio del 2025
{{Imagen.Descripcion}} Avenida de Castilla-La Mancha de Ruidera. Año 1954.Día de feria Avenida de Castilla-La Mancha de Ruidera. Año 1954.Día de feria

Demetrio era un pescador errante, con barquichuelo y trasmallo, originario de la comarca de Daimiel. Posiblemente, la mucha competencia, consumo y presión que se ejercía sobre el recurso de la pesca en el ecosistema de las Tablas de Daimiel, desplazarían a aquel pescador, junto con su familia, hacia estos parajes Altoguadianeros, poco antes de “yo ver la luz”… Demetrio era un individuo muy peculiar… Cuando yo retuve en mi mente la impronta de su ser, Demetrio tenía más talante de filósofo o de místico desalentado, que de básico pescador. En su aspecto y figura, bastante gastados, de uno noventa de estatura, se fundían las huellas de una gran fortaleza y energía primeras, con la “marca” del aperreamiento y de la fatalidad de su existencia extrema. En aquella criatura humana, sin duda, se daba la fuerza de los grandes contrastes, de los atípicos seres humanos.

Congeniaba Demetrio, con “Juaquinillo el Tren”; un caricaturesco sujeto de la población de Villahermosa, que se dedicaba a “sacar” cuadras y gorrineras. “Juaquinillo” tenía por norma, antes de abrir el tajo, el “llenar la andorga” a costa de los patronos. Una vez pleno, les decía a aquéllos que les haría “El Tren”, antes de “doblar la raspa”, para que conocieran la rapidez y potencia de tan descomunal maquinaria que: “con tan grande velocidá trastornaba cuerpos y almas de las personas del campo que subían en ella…”. Imitando el funcionamiento de las máquinas del tren, con silbos y resoplando un progresivo fuuu, fuuu, “Juaquinillo” arrancaba y trasponía por montes y veredas, sin dejar rastro…

Instruido debió ser, ya en su adolescencia, el tal “Juaquinillo el Tren”, en lo de ayudar a decir misa, por lo que en algunas ocasiones, las tomiceras que había en casa de mis padres, para “pasar el rato”, le colocaban baleos de pleita a modo de casulla y, “Juaquinillo”, muy emocionado y “creído”, con un revoltijo de latín, les cantaba parte del acto litúrgico…

Cuando se pimplaba Demetrio, dibujaba esquemas parecidos a la cabeza de los cerdos, en papelujos que llevaba en los bolsillos de un raído chaleco y remendado blusón…, y otras veces en la tapia encalada de la casa del “Hermano Gregorio, Mal Hato”; en “La Plazoleta”. A medida que trazaba, nos explicaba a los, carialegres, vecinos que lo mirábamos  alelados que, algún día, en un “aparato” igual, al cual denominaba “Aparato Gorrino” (…)… “Los hombres viajarían por los cielos, llegando hasta la luna…”. Mayores y pequeños, todos “hacíamos fiesta de él”, y a “Demetrio el Pescador de Daimiel”, con ninguna aspereza en el trato, en el que el instinto había creado un arte de vivir y sabiduría, como en aquel emperador romano, Severo: “lo he sido todo, nada vale la pena”, no le quedaba otro remedio que resignarse, compadecernos y echar mano de la redoma, que llevaba al costado o a la espalda, forrada con saco de arpillera, y trago va y trago viene, encaminarse hacia el chozo de carrizo, que tenía en la vega, en lo que hoy es la presa de Peñarroya; “en amor y compaña—se decía—de las almas que buscaban su espacio”. De la embriaguez, de la oscuridad, de la iluminación y de su cierta y eterna soledad… Liberado, tal vez, de los “poderes” que a otros seres nos corrompen y subyugan…  

Demetrio, el pescador de Daimiel

232 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}