“La escotilla del Nautilus se cerró con un
suave silbido metálico. A lo lejos, entre las luces verdosas del fondo marino,
se divisaba la figura de un capitán, no era Nemo, sino Julio Verne, con su
cuaderno bitácora y murmuraba: ‘Algún
día, esto .... será ciencia.”
Este año se cumplen 120
años la muerte de Julio Verne y bien merece ser recordado un personaje de este
calado universal que fue un “profeta del progreso”.
Verne no fue un
científico, pero sus novelas alimentaron la imaginación de quienes sí lo
fueron. Revolucionó la literatura de aventuras y anticipó -con una exactitud
asombrosa- avances tecnológicos y descubrimientos científicos que llegarían
siglos después.
Nació en Nantes, el 8 de febrero de 1828 y murió el 24 de marzo de 1905. Fue un escritor, dramaturgo y poeta francés. Mantuvo una gran amistad con Alejandro Dumas, quien tuvo una gran influencia personal y literaria en Verne. Su vida transcurrió inmersa en el estudio, se pasaba muchas horas en la biblioteca investigando.
Estudió derecho en la
Sorbona pero pronto abandonó ese camino para dedicarse a su gran pasión: la
literatura de aventuras. Algunas de sus obras más relevantes son Viajes
extraordinarios, Veinte mil leguas de viaje submarino (1869), Miguel Strogff
(1876), La isla misteriosa y Viaje al centro de la Tierra.
También escribió la
famosa novela de aventuras, La vuelta al mundo en 80 días que
tuvo un éxito rotundo. Y una vez más, sirvió de ejemplo para que una periodista
estadounidense, Nellie Bly, llevara a cabo ese viaje, no de forma ficticia sino
real, batiendo el récord en 72 días.
Su vida estuvo tejida con
luces y sombras ya que, desde
un principio, su padre quería que fuese abogado
en vez de escritor. Con su mujer, Honorine Morel, tampoco compartiría el
entusiasmo por la ciencia. Y su único hijo, Michel, bohemio y rebelde tuvo que
ser internado en un manicomio.
¿Era un visionario? ¿O
simplemente un gran lector con un gran conocimiento del pensamiento científico
de su época? En sus obras se pueden apreciar ciertos rasgos de los más
talentosos como fueron Leonardo da Vinci, Isaac Newton, Jules Janssen y
hasta del mismo Tesla.
Indudablemente fue un
visionario y anticipó hallazgos científicos e inventos que asombrarían al mundo
tales como el submarino Nautilus, de Veinte mil leguas de viaje submarino
(1870); el viaje espacial, en De la Tierra a la Luna (1865);
helicópteros, aviones eléctricos, videoconferencias, internet, muñecas
parlantes y ascensores.
Ha servido como fuente de
inspiración para muchos ingenieros y astronautas. Diversos inventores del siglo
XX lo han citado como influencia directa. Así es el caso de Konstantín
Tsiolkovski, el padre de la astronáutica rusa, Robert H. Goddard y Neil Armstrong.
Legado científico y
humanístico
Verne tuvo ideas
brillantes y supo narrarlas como pequeños sueños que llegarían a hacerse
realidad. En Veinte mil leguas de viaje submarino, el capitán Nemo, a
bordo del Nautilus, pronunciaba estas palabras:
“El mar no
pertenece a los déspotas. En su superficie pueden aún ejercerse sus injustas
leyes, disputarse, pelear, devorarse, llevarse todas las horrores de la tierra.
Pero a treinta pies por debajo, su poder cesa, su influencia se extingue, y
reina allí la tranquilidad y la libertad.”
Esta cita es pronunciada por el capitán
Nemo en el capítulo XI, refleja claramente el pensamiento idealista de Verne. Viene a
decirnos que el hombre en la superficie se rige por las más viles reglas, la
depredación, la piratería y el egoísmo más canallesco.
Verne nos sumerge en ese mundo submarino donde
nos revela las maravillas de este planeta, las cuales, muchas veces pasan
desapercibidas para el hombre que habita en las superficies. ¡Ahí, está la
ciencia!.
Nos dio una gran lección
aún más importante: El conocimiento y la curiosidad van de la mano. Estos
anhelos también los tuvo en cuenta el físico Einstein cuando dijo que primero
hay que soñar para después materializar ese sueño.
Julio Verne encarna al
hombre renacentista capaz de darle ese toque humanista a la ciencia. En él
confluyen la ciencia y la filosofía. Se comporta como un alquimista del
conocimiento, quien es capaz de revelarnos los arcanos del universo con rigor
científico y con la sensibilidad de un poeta.
Fusiona esa simbiosis
donde convergen dos vías que el ser humano ha renunciado, como son “las letras
y las ciencias”. Se nutre de la fantasía y la imaginación que es la que lo
lleva a imaginar estos inventos científicos.
Desde mi punto de vista,
Verne no sólo se anticipa a la ciencia y aborda el pensamiento científico sino
que se mete de lleno en el tecnológico, que es el brazo de la ciencia.
Construye lo que la ciencia piensa. Viene a referirse a lo que decían los antiguos
griegos como Arquímedes cuando construye la palanca.
Otro inventor matemático
de la era tolemaica, Herón de Alejandría (10-80 d.C) descubrió el efecto del vapor bajo presión para
abrir las puertas del templo. Se anticipó y aportó en su ensoñación
dispositivos tecnológicos al igual que Julio Verne.
Conviene saber que ciencia y tecnología forman el binomio mas importante
del progreso humano. Nuestro querido Verne se ocupó de ambas cosas y prueba de
ello son sus ingeniosas máquinas invitadas para colocar en ellas a los héroes
de sus viajes y aventuras.
En conclusión, el ingeniero fabrica las palancas, los motores, los
puentes, basándose en lo que el científico estudia y descubre: la fuerza de la
gravedad, la constitución de los átomos, las leyes de la termodinámica o el
principio de flotabilidad de los barcos.
En este siglo XXI la ciencia está descubriendo conceptos increíblemente
poderosos, uno de ellos es la “física cuántica” que aborda el comportamiento de
las partículas subatómicas, la luz y los campos magnéticos y gravitatorio y las
fuerzas nucleares de interacción.
Ya en el siglo pasado, gracias a la cuántica la tecnología nos proporciona un potente dispositivo llamado transistor que basado en el “efecto túnel” transformó totalmente el mundo de las computadoras. También podemos mencionar el láser, el GPS, la tomográfica axial computarizada etc.
En definitiva, la ciencia no es la enemiga del hombre, es el hombre quien usa mal la ciencia para alcanzar sus maldades y más viles deseos.
La ciencia y la
espiritualidad son las otras dos caras del conocimiento y entre ambas, con
exquisito equilibrio, es donde está la virtud. Julio Verne se
anticipó a su tiempo y fue capaz de mostrar a los
científicos el camino para la exploración y el desarrollo, ese fue el
verdadero papel de este hombre.
“De nuevo la nave
comenzó a partir surcando aguas mar adentro….y a lo lejos rezumaba un mensaje "Explorad,
explorad los océanos del conocimiento sin soltar el ancla de los sueños. Solo
así podréis conquistar el mundo”
Les invito a leer alguno
de sus libros. ¡Sigan soñando y sean felices!
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Viernes, 18 de Julio del 2025
Jueves, 17 de Julio del 2025
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