De los recuerdos
infantiles, el otro día, me acudieron a la memoria algunos pareados que
humorísticamente oí recitar a mi madre. Uno era el que comenzaba: “Largo como una cerilla el flaco nació en
Castilla”, del que continuaba algo que, al n o entender, tuve que preguntarle:
“Enciende una tagarnina en el farol de la esquina”.
-¿Qué significa eso,
madre?
-Que como era tan
alto, encendía una tagarnina, es decir, un cigarro puro barato, en uno de los
faroles de gas que ardía como medio de iluminación pública de entonces.
– Y ¿Le atropella un simón tuno y no le hace daño
alguno”?
-Pues que, por ser
tan flaco, salió indemne a pesar de ser atropellado por un simón. Los simones
eran coches de caballos de alquiler para el transporte de personas, antecedente
de los actuales taxis.
Años después hurgando
en un viejo baúl del desván de casa encontré, entre periódicos y papeles viejos
y carcomidos, parte de esta aleleluya que compartí con mis amigos. De aquel
trozo recuerdo : ”Lo lleva volando el viento/ al tejado de un convento”, porque
lo encontraba relacionado con aquella escatológica cancioncilla de entonces que
también decía que a “María Sarmiento que estaba cagando se la llevó el viento y contra más cagaba, más
se la levaba.” No sé donde iría a parar aquel trozo de pliego de la aleluya de
“Las desdichas de un hombre flaco”. Tal
vez a menester no honroso.
Muchos
años después supe que el poeta y pintor de la generación del 27, José Moreno
Villa, recogió resumidamente en su libro "LO QUE SABÍA MI LORO” parte de estos
versos, modificando alguno y añadiendo otros.
El original, del que poseí la parte que digo, era una aleluya de autores (dibujante y poeta) desconocidos o que no he conseguido descubrir, de un pliego vertical en xilografía, de 48 viñetas de unos 3.5 x 4 centímetros cada una, con dibujo y alusivo texto, al pie, expuesto en pareados, en filas de a seis y en ocho columnas, contando la historieta en el sentido de la lectura, de izquierda a derecha y de arriba abajo.
Estas aleluyas eran estampas o impresos de la literatura popular, ligada a la literatura de cordel, término éste parece que acuñado por Julio Caro Baroja, así llamada porque era distribuida en los denominados ‘pliegos de cordel’, cuadernillos impresos sin encuadernar y exhibidos para su venta en tendederos de cuerdas, hermanos de los romances y las coplas de ciego y precedentes de los actuales tebeos o cómics.
Ahora, en la
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, https://www.cervantesvirtual.com › obra
› desdichas-de.., he encontrado una reproducción completa, editada en la imprenta de Marés y Compañía.
Plazuela de la cebada nº 13, Madrid, de 1864, que cuenta la lamenmtable biografía del flaco castellano en
los versillos siguientes:
Largo como una cerilla/ el flaco nació en
Castilla.
El verlo en paños menores/ causaba risa, señores.
Le llevaba la niñera/ de paseo a la pradera.
A penas se distraía/ al suelo se le escurría.
Con el afán de engordar/ comía sin descansar.
Los chiquillos se mofaban/ si alguna vez lo
miraban.
Y preguntaba la gente/ por él estando presente.
Cuando a acostarse marchaba/ él mismo no se
encontraba.
Quiere hacerse poeta/ y no tiene una peseta.
En el campo entre las flores/ sueña con dulces
amores.
Mientras que su lira toca/ de hambre se le abre
la boca.
Con entusiasmo delira/ si un escaparate mira.
Es su almuerzo muy sencillo/ dos higos y un
panecillo.
Se desmaya si el casero/ entra a buscar el
dinero.
Es la cama ¡cosa rara! / más corta que él media
vara.
Se olvida de su largueza/ y lastima la cabeza.
Hace el amor a una dama/ y ella no ve quien la
ama.
Le atropella un simón tuno/ y no le hace daño
alguno.
Un amigo verdadero/ le regala un buen sombrero.
Va a ponerlo y sin tropiezo/ se le encaja hasta
el pescuezo.
Los chicos quieren tirarle/ pero nunca pueden
darle.
Cuando está en la verde alfombra/ si hay sol no
se ve su sombra.
Parece un palo vestidlo/ alto, flaco y
compungido.
Ningún sastre, y con razón, / le viste con
perfección.
Acaricia a dos chiquillos/ que juegan sus
tobillos.
Cuando bebe en una fuente/ parece el arco de un
puente,
Si la casa no está abierta/ entra por bajo la
puerta.
Come mucho y, tontería, / más flaco está cada
día.
Coje fruta con la mano/ en un copudo manzano.
Enciende una tagarnina/ en el farol de una
esquina.
Enamora a una muchacha/ y se ríe de su facha.
Lo lleva
volando el viento/ al tejado de un convento.
Entra por una boardilla/ hasta la misma capilla.
Cuando tan alto le vieron/ de sacristán le
escogieron.
Suprime al punto las cañas/ y él enciende las
arañas.
Sin escalas, con la mano, / las cortinas pone
ufano.
Porque robaba la cera/ le echan del convento
fuera.
Arrimado a una `pared/ se halla cesante otra vez
Se coloca por si cuela/ de pasante en una
escuela.
Por los chicos rodeado/ parece un pino elevado.
Los chicos le dan tirones/ cogiéndole los
faldones.
Porque la irrisión no fuera/ el director le echa
fuera.
Se para imprudente a ver/ de modistas un taller.
Salen, le enredan los pies/ y cae tan largo como
es.
Rompiose
la espina dorsal/ y es llevado al hospital.
Quieren el pulso tomarle/ y se matan por
buscarle.
Con la fiebre abrasadora/ cierta noche se
evapora.
Va el médico al otro día/ y halla la cama vacía.
Más brevemente concluía Moreno Villa:
Rota la espina dorsal
se murió en un hospital.
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Martes, 12 de Agosto del 2025
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