Tomelloso

Color y realismo en simbiosis: Ortiz Mayorga y Ponce llenan con su arte la Posada de los Portales

Entrevistamos a los dos artistas tomelloseros que unen su mirada en una muestra de casi un centenar de cuadros

Francisco Navarro | Viernes, 26 de Septiembre del 2025
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Antonio Ortiz Mayorga y Anselmo Ponce dan los últimos retoques a la gran exposición que van a inaugurar al alimón este viernes. Colocan cartelas, revisan la colocación de los cuadros, mueven las luces… Se nota que están contentos con la muestra —como luego nos confirmarán en la entrevista—; dedican al periodista un rato en medio del ajetreo, los nervios y algún que otro espectador adelantado que les da la enhorabuena. Mayorga y Ponce, o Ponce y Mayorga, son dos artistas que no escatiman en el color ni en su amor a lo que hacen.

La cita que reúne casi un centenar de obras en las dos salas del espacio expositivo. El color —insistimos— es protagonista en una muestra donde conviven los paisajes urbanos detallistas de Ponce con las postales rurales y bodegones de Mayorga. A pocas horas de colgar el cartel de apertura, los dos artistas conversan sobre el sentido de esta unión, sus estilos y la expectación con la que esperan al público.

—¿Cómo surge esta exposición conjunta?

Anselmo Ponce: Fue algo muy sencillo. Yo tenía ya reservada la fecha de la Posada y, como son dos salas, pensé que era demasiado espacio para llenarlo en solitario. Entonces coincidimos y lo hablamos. Nos pareció lógico unir fuerzas: él trae su mundo y yo el mío, y al final los dos nos beneficiamos. Lo bonito es que se crea una especie de simbiosis: quien venga buscando a Antonio descubrirá también mi pintura y al revés. Y así, en lugar de dividir al público, lo compartimos. A mí me parece que la pintura, además de una expresión personal, es también una forma de encuentro, y esto es un buen ejemplo de ello.

Antonio Ortiz Mayorga: Yo lo viví igual. Lo comentamos un día y enseguida vimos que podía funcionar. Otros compañeros ya habían hecho exposiciones colectivas en este mismo espacio y nos pareció que tenía sentido. Nos conocemos desde hace años, compartimos el gusto por el realismo, aunque cada uno tenga su mirada, y creo que esa diferencia enriquece. Al final lo que presentamos aquí no es solo pintura, es también amistad y complicidad artística.

—¿Qué va a encontrar el visitante?

Ponce: Sobre todo paisajes urbanos, que es lo que más me atrae. Me gusta detenerme en una calle, en un rincón de pueblo, en la luz de una fachada. Yo nunca considero mis cuadros terminados del todo: los reviso, los retoco, los actualizo. Lo que hoy me parecía acabado, mañana me pide un cambio. Eso hace que mis obras estén vivas, en constante evolución. Quien me conozca verá que sigo en esa línea de realismo detallista, con mucho color, porque creo que el color es el que da carácter y vida al cuadro.

Mayorga: En mi caso, hay paisajes rurales, algunos rincones de Tomelloso y de otros lugares, bodegones… Quería que el público viera también cuadros que han estado en certámenes, porque muchas veces viajan, pero no llegan a colgarse o no se ven en el pueblo. En cuanto a la técnica, trabajo tanto con óleo como con acrílico. Y aunque puedan parecer muy distintos, si se trabajan con cuidado casi no hay diferencia: un acrílico puede tener la profundidad y el acabado de un óleo. En definitiva, lo que quiero es que el visitante vea variedad, pero siempre dentro de una misma idea: la de cuidar la limpieza del trazo, la claridad del color y la serenidad de la composición.

—¿Cómo definirían su estilo?

Ponce: Yo diría que hago un realismo personal, con influencias de artistas que he admirado siempre, como Antonio López García, pero también fijándome en pintores de aquí del pueblo. Soy autodidacta, nunca tuve una formación académica. Aprendí observando, copiando, equivocándome y volviendo a intentarlo. Y quizá por eso soy tan minucioso: necesito que todo encaje, que cada ventana, cada tejado, cada sombra esté detallada. A veces pienso que es un defecto porque me obliga a invertir mucho tiempo en cada cuadro, pero al final es mi manera de entender la pintura.

Mayorga: Mi estilo también es figurativo y meticuloso. Siempre me acuerdo de una lección de López Torres, cuando hablaba de la paleta limpia y de cómo eso se reflejaba en la pintura. A mí me marcó y trato de aplicarlo, mis obras tienen que respirar claridad, no pueden estar cargados ni enturbiados. Es un trabajo de muchas horas, aunque a simple vista pueda parecer sencillo. Me gusta que el espectador se acerque y descubra que hay capas, matices, pinceladas muy finas que construyen ese aparente equilibrio.

—¿Qué les une y qué les diferencia?

Ponce: Nos une el realismo, aunque cada uno lo enfoque desde un sitio distinto. Yo me fijo en lo urbano, en lo cotidiano de la ciudad o del pueblo, y Antonio se acerca más al campo, a los paisajes rurales. Los dos somos detallistas, pero el punto de vista cambia. Yo busco la vida en las calles, él busca la calma en la naturaleza.

Mayorga: Estoy de acuerdo. Lo que nos une es el amor por la pintura realista, por representar lo que tenemos alrededor sin artificios. Pero también nos diferencia la manera de hacerlo. Yo soy más sobrio, más limpio, más pausado. Anselmo es más colorista, más exuberante en su manera de trabajar el detalle. Y en esa diferencia está la riqueza de esta exposición: no es una suma, es un contraste.

—¿Qué esperan de esta cita?

Ponce: Para mí ya es un logro haber llenado las dos salas con nuestras obras. Ahora falta ver cómo responde la gente. Siempre es emocionante ver cómo el público interpreta tu trabajo, qué comentarios hace, qué sensaciones se lleva. Espero que quienes entren a la Posada encuentren un poco de belleza, un poco de verdad y, sobre todo, que disfruten de la pintura, que al fin y al cabo es lo que nos mueve.

Mayorga: Yo tenía muchas ganas de enseñar estos cuadros, algunos llevan tiempo esperando el momento. Y hacerlo con Anselmo me ha dado el empujón definitivo. Estoy satisfecho con el resultado, y ahora me queda la ilusión de ver cómo lo recibe la gente. Las exposiciones siempre son un punto de encuentro, una oportunidad de hablar de arte, de compartir. Ojalá la muestra tenga buena acogida, porque detrás de cada obra hay muchas horas, mucha paciencia y, sobre todo, mucho cariño por lo que hacemos.

La muestra permanecerá abierta hasta el 12 de octubre en la Posada de los Portales. Y quién sabe: si el público se manifiesta, como bromean los artistas, quizá haya prórroga.


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