El próximo viernes 14 de noviembre, a las 19:30 horas, el
Auditorio López Torres acogerá la presentación del libro “Teatro en
Tomelloso. Reflexiones personales e incluso íntimas”, escrito por Mercedes
González, profesora y actriz con una dilatada trayectoria.
No quiere llamarse escritora. Prefiere definirse como “una
mujer del teatro”. Y quizá precisamente por eso este libro tiene un valor
especial: está escrito desde dentro, con la emoción y la conciencia de que la
memoria es frágil y el olvido injusto. Mercedes González ha dedicado más de un
año a rastrear nombres, programas de mano, fotos antiguas y testimonios. Su
obra —editada por D39libros Bambalinas, ilustrada por Concha Espinosa y
prologada por Alejandro Cavadas, presidente de ESCENAMATEUR— rescata más de
cien años de teatro aficionado en Tomelloso, desde 1909 hasta hoy, incluyendo
una recopilación inédita de compañías, montajes, premios y salidas a certámenes
nacionales.
—Después de tanto trabajo, el viernes presenta un libro
que recoge buena parte del teatro de Tomelloso.
—Todo el teatro de Tomelloso no está en el libro, ni
mucho menos. Permítame dejarlo claro: soy consciente de sus carencias,
de los nombres y detalles que, seguro, habrán quedado fuera. No obstante, lo
más bonito, en mi opinión, es que esta obra —la primera que yo conozca sobre el
teatro tomellosero de a pie— supone una oda y un reconocimiento colectivo a la
gente que hace teatro en su tiempo libre, a menudo sin ser conscientes de la
valiosísima labor cultural que están prestando a la comunidad.
—¿Hasta qué época ha conseguido retrotraerse en la
investigación?
—Pude encontrar referencias al teatro aficionado ya en
1909, aunque el esplendor llegó en los años 30 y 40, con un auge de
compañías y montajes. Hay testimonios que insisten en que se hacía teatro con
la misma calidad que podía verse en Madrid, lo que dice mucho de la tradición y
el nivel alcanzado aquí.
—Recupera la memoria de grandes nombres como Ramón Casero…
—Ramón Casero representa para mí la esencia de la
aportación local al teatro. Haber hablado con su familia, descubrir todo lo
que hizo por el arte dramático en nuestro pueblo… Me parecía fundamental dejar
constancia de su figura. Este libro es, en parte, ese pequeño homenaje que se
le debía —como a tantos otros— desde hace tiempo.
—¿Por qué cree que Tomelloso vive este idilio especial
con el teatro? ¿Ha habido alguna tradición singular?
—Francamente, no sabría decir con rotundidad que haya una tradición determinada, como puede ocurrir con la música en otras localidades. Lo que sí sé es que Tomelloso ha generado su propio ecosistema amateur. Probablemente la consolidación de la muestra local de teatro haya sido el gran motor que ha permitido mantener viva y constante esta pasión, independientemente del color político o de los vaivenes de la sociedad.
—García Pavón atribuía esa vena a los carnavales y los Carros
de Talía. ¿Qué piensa al respecto?
—García Pavón, cuya faceta como crítico y estudioso está
presente en mi libro, efectivamente relacionaba la creatividad teatral con
aspectos festivos. Yo he intentado también acercarme a su figura desde el
respeto, fue director del Teatro Español, de la Real Escuela de Arte Dramático
y una voz de referencia nacional. Resulta una inspiración para quienes amamos
las tablas.
—El Juven Club, en los primeros 70, fue también un
catalizador del teatro aficionado, ¿no es así?
—El Juven Club fue auténticamente revolucionario, no solo
para el teatro, sino para la cultura en general. No se limitaba a
representar obras, se organizaban conferencias, proyecciones, charlas y hasta
experimentaciones agrarias. Esos años sentaron la base para la aparición de
grupos tan destacados como Tajá y Gota primero, y después Phatos, que se
convirtió en el modelo de rigor y profesionalidad para muchos de los que
vinieron detrás.
—Háblenos de la muestra local: ¿cómo surgió y qué papel
juega en la actualidad?
—La muestra local surgió en 1993, aunque todavía existen huecos en su historia; no siempre está claro quiénes fueron sus impulsores desde el Ayuntamiento. Pero sí es evidente que ha sido vital para la continuidad del teatro amateur. Ha habido épocas de hasta catorce compañías participantes y otras de apenas cuatro, y, sin embargo, nunca ha dejado de ser ese punto de encuentro esencial donde lo más importante siempre es sumar.
—En su libro, el teatro escolar ocupa un lugar especial.
¿Por qué es tan importante?
—El teatro escolar es la clave. No exagero si digo
que ahí reside el futuro. Si no sembramos amor por las artes escénicas desde la
infancia, tarde o temprano la llama se apaga. De hecho, la pandemia supuso un
golpe duro y he tenido que pedir incluso personalmente a los colegios que
volvieran a implicarse. Ahora, afortunadamente, la muestra escolar sigue viva.
—¿Qué relación observa actualmente entre los grupos
veteranos y las nuevas generaciones?
—No podemos estancarnos, debemos dejar paso a los
jóvenes. Los mayores aportamos experiencia, sí, pero la vitalidad, la
novedad, viene de abajo. Me siento orgullosa del trabajo realizado por grupos
como Platea, Pan pa’ Hoy y por los institutos y colegios, que han alimentado
esa cantera, aunque a veces falte acompañamiento para integrar a esas promesas
en las compañías de adultos.
—¿En qué aspectos debería mejorar la escena teatral
local?
—El gran reto es siempre la financiación. Ampliar los
recursos destinados a la muestra local supondría una ayuda fundamental. No es
solo tiempo personal lo que ponen los aficionados, es también su propio dinero.
El verdadero valor del teatro, cultural y social, a menudo no se ve porque no se
traduce directamente en votos, pero es lo que da progreso a los pueblos.
—Profundicemos en el proceso de escritura. ¿Cuánto le ha
llevado y cómo lo ha vivido?
—Llevar a término este libro ha sido mi regalo de
cumpleaños. Comencé en febrero de 2024, decidida a que fuera algo
importante para mi cincuenta aniversario. Durante más de un año he hablado con
directores, actores, familiares —incluso de personas ya desaparecidas— y me
siento más enriquecida por lo que callo que por lo que digo. Me llevo una
visión más profunda y una gratitud inmensa por tanta generosidad recibida.
—¿Puede contarnos más sobre lo que contiene la obra? ¿Qué
encontrará el lector?
—El libro se divide en varias partes: la principal,
de reflexión, con testimonios y análisis personales, y una sección anexa con
todas las compañías, obras representadas, salidas, reconocimientos, además de
un glosario de terminología esencial. En realidad, es una obra coral,
escrita con el aporte imprescindible de todos los que han colaborado.
—¿Qué espera de la presentación en el Auditorio López
Torres?
—Me haría muchísima ilusión que la presentación se
convierta en una reunión de toda la familia teatral de Tomelloso. Después,
en el Café de la Glorieta, habrá un micrófono abierto para que cualquiera pueda
intervenir y presentarse. Espero que sea una fiesta colectiva y un homenaje
sincero a todos los que han construido esta gran historia escénica local.
—¿Qué mensaje final le gustaría dejar a los amantes del
teatro de Tomelloso?
—Me gustaría que el libro sirviera para animar a nuevas vocaciones y como agradecimiento colectivo. El teatro es, a mi juicio, la actividad cultural que más contribuye a hacer progresar a una sociedad, y sé que, tras leer estas páginas, muchos se sentirán interpelados a seguir luchando por él.
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Martes, 11 de Noviembre del 2025
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