Una ovación cerrada y el Teatro Marcelo Grande prácticamente
lleno rubricaron este sábado el éxito rotundo de Nabucco, la
monumental ópera de Giuseppe Verdi, presentada por LG Artist junto a la
Compañía Teatro de la Ópera Nacional de Moldavia. Más de setenta artistas
en escena, una partitura de enorme exigencia y una historia cargada de poder,
fe y redención hicieron vibrar a un público entregado desde el primer compás
hasta el célebre Va, pensiero.
La escenografía, el vestuario y la potencia del coro pusieron
de manifiesto por qué Nabucco es una de las obras más emblemáticas del
repertorio verdiano. Bajo la dirección musical de Denis Ceausov, la
orquesta mostró precisión y fuerza, especialmente en los pasajes más
dramáticos, mientras que el coro, conducido por Oleg Constantinov,
brilló con una afinación impecable y un sonido compacto.
El peso del drama verdiano
Estrenada en 1842 en La Scala, la ópera narra la caída en la
locura del rey Nabucodonosor, su conversión al judaísmo y la liberación final
del pueblo hebreo. El público del Marcelo Grande estuvo durante cerca de tres
horas atento una trama de ambiciones, traiciones y redención.
La soprano Lucrecia García (Abigaille) destacó por la
bravura vocal requerida por uno de los papeles más difíciles del repertorio. A
su lado, el barítono Giulio Boschetti (Nabucco) dio hondura al monarca
atormentado, mientras que Mali Corbacho (Fenena) y Maecio Gomes
(Ismaele) aportaron lirismo a la vertiente más íntima del relato.
Un elenco internacional de gran nivel
La producción reunió a artistas de Italia, España,
Venezuela, Ucrania, México y Moldavia, entre otros países. El bajo Viktor
Shevchenko (Zacarías) impuso una destacada autoridad escénica y vocal,
sostenida por un reparto sólido donde también sobresalieron Augusto García,
Víctor Jiménez y Rodica Picireanu. La iluminación de Stefan
Gilca y la dirección artística de Leonor Gago completaron un montaje
de primer nivel que situó al Marcelo Grande en una noche de auténtica gran
ópera.
Un público entregado
El momento más esperado llegó con el coro Va, pensiero,
recibido con un silencio reverencial y despedido con una de las mayores
ovaciones de la velada. Ya saben que el famoso coro se convirtió en un símbolo
de su unificación italiana porque los italianos se identificaron con los
esclavos judíos que anhelaban su tierra natal. La pieza se convirtió en un
himno no oficial de la unificación y la libertad, ya que la letra reflejaba los
sentimientos de un pueblo que sufría opresión y deseaba la unidad e
independencia del dominio extranjero, especialmente del Imperio Austriaco.
El público, que casi llenó el teatro, premió con entusiasmo
el esfuerzo de una compañía que cada año recorre España con producciones de
alta calidad, consolidando una alianza de más de una década entre LG Artist
Management y la Ópera Nacional de Moldavia.
La representación de Nabucco en Tomelloso confirmó
que la gran ópera tiene un sitio destacado en la programación cultural de la
ciudad.
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