Opinión

Historias de Golf (III). Jugar en campo verde

Jesús A. Moya | Domingo, 23 de Noviembre del 2025
{{Imagen.Descripcion}}

Tras nuestro primer torneo en El Bonillo, nos entró el gusanillo pensando en lo que sería jugar en un campo de verdad, estábamos convencidos que tras jugar en tierra  con mucho cuidado de no pegar con el palo en el suelo para no fastidiarlo, nuestra tierra manchega es rica en piedras o “guijarros” como popularmente se les llama y podías encontrarte con alguno de ellos donde menos lo esperas, nos paso en alguna ocasión, recuerdo un driver de madera “Persimmon”, marca MacGregor, muy bonito, el cual se encuentra desde hace años decorando un hueco de pared, tuvo dos golpes, al tercero toco en exceso el suelo y encontró lo que no quieres encontrar, una piedra oculta que inutilizo el palo para el juego.

Nos decidimos a contactar con la Federación Regional, por aquel entonces con sede en Talavera de la Reina, pues no había campos verdes donde se pudiese jugar sin ser o tener invitación de socio, además con nuestro nivel más difícil todavía, D. Felipe Muñoz, presidente por aquella época y de entrañable recuerdo, nos indicó que el único campo público que había en España se encontraba en Santander, diseñado por Severiano Ballesteros y propiedad del Ayuntamiento, en aquella época con presentar la licencia federativa te dejaban jugar gratis, así que procedimos a solicitar la licencia a la Federación, otorgándonos hándicap 24 que era el máximo que daban por aquella época, no lo cumplíamos y nos lo dieron claramente porque éramos de la junta directiva del Club recientemente creado.

Unas semanas después estábamos con el puente del Pilar de por medio camino de Santander, con dos bolsas de palos Wilson que habíamos comprado, el juego de hierros lo repartimos, los números pares para uno y los impares para otro, se completaba el medio juego con un driver, un pitch y  un sandwedge para cada uno, repartiéndonos las maderas 3 y 5. Como el coche no daba mucho de sí solo dos bolsas para tres jugadores, además de mochilas llevábamos tienda de campaña, pues el campo de Mataleñas está junto a un camping de primera categoría, la zona sigue siendo privilegiada, un terreno rocoso que le gana la tierra al mar con verde natural, vistas a la playa del Sardinero y al palacio de la Magdalena, al otro lado al faro de Cabo Mayor.

Efectivamente tal y como nos dijo el presidente de la Federación con la carta que nos envió el día 12 de octubre a primera hora, llegamos a la casa club prefabricada donde estaba el encargado de dar salidas, nos apuntamos y salimos a jugar sin más problema, con más miedo que vergüenza comenzamos a jugar uno tras otro los 9 hoyos con los que cuenta el Club municipal, la sensación no era otra que ir flotando, pero como no podía ser de otro modo lo más chocante los Grenes, ¡¡como corría la bola¡¡, aunque nos habíamos preparado previamente con un video sobre cómo había que patear publicado por Lee Treviño, para nuestra vereda no era válido, solo nos sirvió para pasar una buena tarde de risas, con unos consejos que no podíamos llevar a cabo. Por aquel entonces el campo no estaba muy concurrido y nos permitíamos hacer varias veces los 9  hoyos a lo largo del día, uno de los hoyos inolvidable, el numero 4 llamado “El Pindio”, en los dos días que jugamos nunca dejamos la bola en Green al primer intento, era un par 3 de apenas 92 metros, pero el desnivel desde donde golpeas hasta donde está el Green son unos 30 metros cuesta arriba, no se veía la bandera y además debíamos pegar una bola alta que no estábamos capacitados para ejecutar (por aquel entonces éramos jugadores de golpes rodados). Jugamos con varios golfistas locales, la mayoría jubilados, uno de ellos nacido en Carranque (Toledo) tras jugar una vuelta nos dio un consejo que siempre he tenido en cuenta, nos dijo “tomaos esto con mucha calma y tranquilidad, mirad he sido ebanista, he hecho con mis manos lo que me he propuesto en la vida, pero esto es otra cosa, no lo consigo hacer lo bien, pero lo conseguiré, tened mucha paciencia y tranquilidad”, esta recomendación sigue vigente.

El viaje en general inolvidable por la experiencia de jugar en ese entorno privilegiado, pero además debemos destacar el tema culinario, fuimos a comer a Puerto Chico, en la calle Tetuán, en aquella zona el restaurante “Marucho” excepcional y recomendable, muy bueno. He visitado Santander en muchas ocasiones con posterioridad, llegue a jugar un torneo en el Real Golf de Pedreña, y logre ganar la clasificación scratch, (28/05/2010), lo cual recuerdo con mucho cariño así como la fotografía con Severiano Ballesteros cuando estaba recuperándose de su enfermedad. Marucho sigue abierto y es una visita obligatoria, todo un placer para el paladar.

Uno de los días nos llovió y fuimos a Asturias, en el municipio de Cue una pedanía de Llanes donde descubrimos otro campo donde se podía jugar “La Cuesta”, el entorno espectacular, el campo esta construido en una zona natural, una parte llana entre montañas pegadas al mar, recorrido de ida cuesta arriba y la vuelta cuesta abajo y a derecha e izquierda valle, es decir los slide para diestros garantía de bola injugable, pero solo por pasear y disfrutar de lo maravillosa que resulta la naturaleza merece la pena, por aquel entonces tenía solo 9 hoyos, que siguen siendo difíciles pues solo cuidaban los Grenes muy pequeños. Ahora tiene 18 hoyos, pero los nuevos son más profesionales, es de los sitios donde las nubes que entran del cantábrico las puedes tocar casi con los dedos de lo bajo que están, puedes lanzar la bola por encima de ellas, la ves desaparecer y luego caer a la calle o al Green, en años posteriores fui con mis hijas a jugar y es de los campos que más se acuerdan por las vistas y los golpes a las nubes.  El remate fue la comida en la ría de Llanes, nos tomamos una fabada de las de antes, te dejaban por aquel entonces el puchero en la mesa para que no te quedases con hambre, y además pedimos un bistec…. No pedimos postre. 

Viaje inolvidable y magnifica propuesta para quien le guste disfrutar del Golf en entornos naturales y privilegiados, aunque jugar en Mataleñas ahora resulta complicado, si juegas 9 hoyos es con mucha suerte y con reserva previa.

Aquí dejo alguna prueba gráfica de aquella fecha.

101 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}