Opinión

Navidades en un mundo que no puede seguir mirando hacia otro lado

José Antonio Romero | Lunes, 22 de Diciembre del 2025
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José Antonio Romero.

Presidente de la Mesa del Tercer Sector de Castilla-La Mancha

Castilla-La Mancha-.  Se acercan las fiestas, ya están aquí...y una vez más, nuestro entorno se llena de luces, música y buenos deseos. Todo invita a celebrar, pero en medio del ruido comercial y la efervescencia del consumo, cuesta detenerse un instante a mirar más allá. A mirar el mundo real. Un mundo que sigue ardiendo en demasiados lugares mientras aquí confundimos bienestar con olvido. Basta con asomarse, aunque sea por un momento, a lo que ocurre en Palestina, donde familias enteras viven entre las ruinas y el miedo. En Ucrania, donde la guerra ha dejado de ser noticia. En África o en América Latina, donde el hambre y la desigualdad se mantienen como heridas abiertas.

Mientras tanto, nuestras pantallas apenas muestran destellos fugaces de esas tragedias antes de pasar, con indiferencia, a la siguiente tendencia viral. Y, sin embargo, hay miles de personas —cooperantes, voluntarias, profesionales de entidades sociales— que siguen en el terreno, sosteniendo la esperanza allí donde el abandono es norma. Lo hacen sin focos, sin portada, sin trending topics. Son quienes demuestran que la humanidad todavía tiene refugio en las manos de quienes no se rinden. Pero su labor pasa desapercibida. No ocupa titulares ni suscita debates públicos.

En ocasiones, parece que la sociedad ha aprendido a convivir con la injusticia como si fuera un ruido de fondo inevitable. Estos días, en los que tanto hablamos de paz y de solidaridad, tendríamos que preguntarnos qué estamos haciendo con esos valores el resto del año. Porque el verdadero espíritu navideño -ese que invoca fraternidad y justicia- no se mide en gestos simbólicos, sino en compromisos sostenidos. No basta con desear un mundo mejor: hay que construirlo, juntos.

Vivimos tiempos marcados por la crispación, la desconfianza y discursos de odio que intentan dividirnos. Las redes amplifican el desencuentro y los prejuicios, mientras el cansancio social se convierte en terreno fértil para la indiferencia. Pero no hay salida posible desde la fragmentación. Necesitamos recuperar una mirada común, una conciencia cívica que entienda que el bienestar solo puede ser colectivo o no será. Desde el Tercer Sector lo sabemos bien: los problemas sociales no se resuelven desde la trinchera, sino desde la cooperación, el diálogo y la visión de un futuro compartido. Cada persona, cada entidad, cada gesto de solidaridad suma en esa construcción. Frente a los muros del miedo y el egoísmo, necesitamos puentes; frente a la desafección, participación; frente al odio, humanidad. Y también, frente a la parálisis de quienes tienen responsabilidades de liderazgo, exigimos altura de miras. A nuestras instituciones y representantes políticos les corresponde estar a la altura del momento histórico que vivimos. No podemos permitirnos más tiempo perdido en enfrentamientos estériles, en debates que solo buscan dividir. 

Cada minuto de crispación es tiempo robado al progreso, a las políticas sociales, a la igualdad de oportunidades y a la convivencia democrática. La ciudadanía espera soluciones, no espectáculos. Espera pactos, no excusas. La sociedad civil ya está haciendo su parte, sosteniendo redes de apoyo, promoviendo acuerdos, manteniendo viva la esperanza en un futuro más justo. Pero necesitamos que quienes toman decisiones dejen de gobernar desde el conflicto y empiecen a hacerlo desde la corresponsabilidad.

Estas fiestas podrían ser el momento propicio para recordar que la paz no es solo una palabra bonita, sino una tarea diaria que nos exige implicación. Que hay vidas que dependen de nuestras decisiones, de nuestro compromiso, de nuestra capacidad de mirar y actuar más allá de nuestra comodidad. Quizá esta sea la verdadera llamada de estas fechas: despertar de la indiferencia y asumir, con valentía, que un mundo más justo y habitable solo será posible si lo defendemos y lo construimos entre todas y todos. 

 

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