Con doce años, Pedro José Rodríguez Catalán, se enfundó el mono de mecánico para aprender el oficio bajo el sabio magisterio de su padre, el siempre recordado Rogelio, un roblense que un buen día decidió buscar su futuro en Tomelloso. En aquellos largos veranos de vacaciones del colegio, Pedro José, iba cada tarde en su bicicleta al taller con la ilusión de aprender todos los entresijos de la mecánica. Treinta y cinco años después, Rodríguez permanece en el oficio ganándose una fiel clientela gracias a su buen hacer profesional, dedicación, talante campechano y capacidad para adaptarse a las exigencias de un sector en constante cambio.
Hemos quedado en su taller de la calle Pintor Murillo, su taller de toda la vida que ha ido mejorando con ampliaciones, reformas y nuevos equipos. Conversamos en la oficina donde pronto descubrimos unas entrañables fotografías en blanco y negro en las que aparece el fundador del taller con varios compañeros del gremio.
-Lleva ya treinta y cinco años como mecánico, ¿qué sensación le queda cuando echa una mirada atrás?
-Hay gente que dice que cada diez años habría que cambiar de trabajo para no quemarse, pero siendo sincero, a mí me gusta mi trabajo. Lógicamente hay momentos de todo tipo, dificultades que surgen el día a día que tengo que solventar, pero no me arrepiento de haber elegido el oficio de mecánico. La sensación de hacer una buena reparación que deja satisfecho al cliente es siempre muy gratificante.
-Su padre le fue enseñando el oficio muy bien, ¿no es así?
-La base de la mecánica me la enseño él. Es cierto que con el paso del tiempo las cosas cambian, pero la base de la mecánica es la misma porque, al fin y al cabo, los motores siguen funcionando con pistones. Han aparecido otros elementos como los sensores o las centralitas que te obligan a ser ahora un poco informático.
-¿Han cambiado mucho las cosas para un mecánico en estas cuatro décadas?
-Está claro que sí, sobre todo en los últimos veinte años. Ahora un coche es un ordenador y eso aumenta la complejidad de las reparaciones. Antes te basabas en la batería, la dinamo, los platinos y poco más. Yo siempre pongo la metáfora del médico de cabecera y el especialista. Si alguien viene con una avería que no puedo resolver, lo derivo al especialista, alguien que le resolverá con más medios el problema.
- ¿Se repara más en tiempos de crisis?
-Sí. Antes de que irrumpiera la crisis, hace unos diez años, algunos clientes que tenían un simple problema de embrague, mandaban su vehículo al desguace y adquirían otro nuevo. Fíjate, solamente por un embrague se cambiaba de coche. Pero eso era en los tiempos de abundancia que ya se acabaron. En estos años de vacas flacas los mecánicos hemos reparado mucho más y podemos decir que hemos soportado mucho mejor la crisis que otros oficios. Aunque teníamos un arma de doble filo, había faena, pero al mismo tiempo había que tener cuidado en el cobro. Muchos clientes te pedían un pago fraccionado y lógicamente tú les tienes que dar esa facilidad.
-A su juicio ¿Qué es más importante; prestar un buen servicio o competir en precio?
-Lo esencial es reparar bien el vehículo, eso es lo fundamental, y luego tienes que cobrar un precio razonable. En oficios como éste funciona mucho el boca a boca y la gente dará referencias de cómo trabajas y lo qué cobras. Me suelen llegar nuevos clientes por las referencias que les han dado otros y eso siempre es un motivo de satisfacción.
-Son tantos años que con buena parte de su clientela mantiene también una buena amistad…
-No solo mis clientes son amigos, también mis proveedores. Es algo que se ha ido forjando con el paso de los años.
-¿Percibe un autónomo como usted la mejoría de la economía que reflejan los datos macroeconómicos?
-No sabría qué decir, me baso en lo que dicen los expertos en los medios de comunicación. Parece ser que hay un repunte y esperemos que sea así por el bien de todos.
- La llegada de nuevos vehículos, como los eléctricos o los híbridos, está a la vuelta de la esquina ¿Cómo piensa afrontar esa revolución?
-El cambio no se va a producir tan pronto como pueda parecer. Hay que tener en cuenta que para conseguir el 80 por ciento de energía en la batería de un coche eléctrico tiene que estar, como mínimo, hora y media cargando. Esto significa que en largos viajes habría que parar varias veces. Se necesitará una infraestructura de cargadores muy extensa. Esto llegará, pero el sistema tiene todavía mucho margen de mejora. Con la llegada de estos coches, prácticamente no habrá mecánica.
-¿Piensa acometer algún nuevo proyecto en su taller?
-Ahora mismo solo pienso en mantenerme. No hace mucho que hemos invertido, como por ejemplo, un elevador más potente que permita trabajar con vehículos más pesados. Otro servicio que ofrezco es el de la carga de aire acondicionado, pero el gas ha triplicado su precio y lo mismo hay que replantearlo. Si el precio sigue subiendo, el aire acondicionado se convertirá en un artículo de lujo.
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