Cuevas

En la cueva de Luis Moraleda: originalidad, tradición y una reforma bien hecha

Carlos Moreno | Martes, 31 de Julio del 2018
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“Ahora mismo estáis dentro de una tinaja”. La frase de José María Díaz nos sorprende, pero es absolutamente cierta. Hemos bajado a la cueva del siempre recordado Luis Moraleda y resulta que sí, que a los encargados de reformar la cueva se les ocurrió esta original idea de colocar una tinaja perforada como entrada.  Son tantas cosas que nos llaman la atención de esta cueva ubicada en la calle Nueva que empezamos a preguntar sin descanso. Encontraremos siempre las respuestas de los amables propietarios, Helena Moraleda y Rafael Cañas, que nos tendrán guardada una bonita sorpresa para el final.

La escalera por la que hemos bajado no es la originaria de la cueva. La cueva era de una casa mayor y con la construcción de varios inmuebles hubo que construir una nueva entrada puesto que la casa  que visitamos se quedó sin escalera de acceso. Sus paredes tienen un proyectado de yeso y cal que le da mucha consistencia. La  cueva está muy bien conservada, con impecable suelo de cemento y un empotrado plano con baranda de hierro, que según los cálculos de José María “debió construirse cuando yo tenía 18 años, más o menos”. Cuando subimos al empotrado por una estrecha galería llamada contramina observamos que el techo está en la tosca. En uno de los primeros días que el calor del verano ha apretado de verdad, disfrutamos de la agradable temperatura de la cueva.

La cueva contiene 12 tinajas de cemento, seis a cada lado, de unas 450 arrobas de capacidad. En realidad, las tinajas son trece si contamos la que sirve de entrada  y que tanto nos llamó la atención por su originalidad.  Mientras hemos realizado la visita, Rafa, el pequeño de la casa corretea feliz de un sitio para otro, seguramente con esa felicidad que expresan los niños cuando ocurre algo que rompe la rutina habitual de todos los días, en este caso nuestra visita.

Cuando regresamos a la superficie, Helena y Rafa nos muestran una preciosa cocinilla que, en realidad, es un museo de muchas cosas: taurino, de viajes y de tradiciones manchegas. De las paredes cuelgan fotos de toreros, carteles,  dibujos del Quijote, equipos de fútbol del Real Madrid, fotos de viajes inolvidables que la familia ha realizado a muchos lugares del mundo. La joya de la corona es una mesa esculpida desde el enorme tronce de un árbol y que tiene en su tablero un impresionante relieve del acueducto de Segovia. La mesa ha sido y será testigo de muchas veladas familiares. 


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