Me gustan las ciudades
con río y con tranvía del mismo modo que me gustan las ciudades, los pueblos
que no los tienen. Praga y Lisboa tienen rio y tranvía, Tomelloso no tiene
aunque hubo una vez (como en los cuentos) que había una estación con apeadero.
El estudio de la geometría me enseñó que si bien siempre se puede trazar entre
dos puntos de un plano o mapa una línea recta que los una, del mismo modo, se
puede trazar también un plano perpendicular a esa línea recta que une los dos
puntos. Si Lisboa y Praga son dos puntos de un atlas, Tomelloso entonces sería
el plano perpendicular a esas dos capitales. El plano de Tomelloso nos
contiene, nos puede reflejar o dejar de hacerlo; lo hará alguna vez cuando nos
vayamos de aquí. Saldremos de esta superficie que nos soporta con seguridad
total más o menos absoluta en algún momento del tiempo que habitamos, nos
alberga, refleja, contextúa…
Si Praga es la ciudad
donde escribió Kafka, Lisboa es la de Bernardo Soares (Pessoa y heterónimos).
Tomelloso es el lienzo y la tablilla donde pintó López Torres, Tomelloso es el
folio en blanco donde tecleó con su máquina de escribir cuentos y novelas de
Plinio y don Lotario, García Pavón y así –valgan las metáforas y comparaciones-
Tomelloso da posada en estos días, refleja la luz de “Aquella isla donde
habitaron las piedras” porque una isla es un lugar al que alguien puede ir,
volver, regresar, quedarse, perderse, habitar, dejar de habitar. Vivir simple y
llanamente. Soñar y Recordar. De todos estos infinitivos va la exposición
fotográfica de López Palacios además de la luz. La luz es onda y partícula. Una
sola fotografía es eso: luz y es también ausencia de la misma. Blanco y negro.
Negativo y positivo. Suma y resta o quita y pon. Haz y envés.
Creo que del gusto
sencillo de leer, de jugar con las palabras, comparar ideas, viajar con las
imágenes viene esa otra afición a recorrer con música de fondo, dibujar la
línea de la vida ya vivida e imaginar la que nos queda por delante. López
Palacios invita a esto con sus fotos o disparos de cazador de instantes.
Mi hermano me regaló una
vez-como en los cuentos de la vida- un charco de agua. La memoria (cazadora lo
mismo que el corazón) me ha devuelto ese recuerdo olvidado recorriendo las
fotos López Palacios de la Posada de Tomelloso. Nuestro padre, como le gustaba
mucho bucear, nos trajo a nosotros dos, de una isla con forma de ballena, una
estrella de mar, por aquel verano perdido y hallado. Aquella estrella de mar
estaba más muerta que una piedra cuando nos la entregó “el Coronel” porque así
llamábamos entre nosotros secretamente a nuestro padre. Ordeno y Mando
involuntario. Es lo que tienen o hacen algunas exposiciones, las imágenes nos
devuelven el tiempo, nuestro propio tiempo de estrella fugaz, o parte de él, el
reflejo de los días y las horas, un instante a modo de almanaque colgado de la
pared de un portal; una puerta que se abre o se cierra esto último es también
nuestra memoria, ojos que atrapan instantes escondidos en nuestro olvido.
Nuestras afueras. Nuestros interiores. Los paisajes de Castilla La Mancha.
Haces de luz como haces de nuestro propio existir. La posada de los portales de
nuestro Tomelloso del alma.
No había ni un alma
visitando la isla López Palacios cuando lo hice yo al mismo tiempo que
fraguaban estas palabras. Mi ausencia y yo. Mi yo y sus ideas tratando de
buscar el concepto material del alma de las piedras. Las ideas de John Berger
-pienso- como las de cualquier otro maestro (y López Palacios lo es) acompañan,
otra manera dialéctica de contar y mirar, de observar, analizar la realidad,
pensar el mundo como voluntad y representación. El resto de la gente de
procesión. Por las calles, en los bares, en otras islas o penínsulas, por otros
accidentes geográficos... Niebla entre los árboles. Ondulación en los trigales.
Niños en mitad de un camino. Una cartelera anunciando títulos que podrían ser
la marca o S. A. de algún partido político. Más imágenes. Más casas. Más vida
de más vidas. Piedras en un paisaje… y el privilegio de haber asistido a una exposición
como si hubiera tenido lugar la representación de una obra de teatro, es decir,
un hecho único e irrepetible sólo para mis ojos. Los disparos de un cazador
solitario. Creo que estas 144 fotografías pudieran, como los diez mandamientos
de las tablas de Moisés, encerrarse sólo en dos de ellas. Dos imágenes, tomadas
de una en una cualquiera que fuese, al azar, sería ya motivo suficiente para
decir de su autor que es un verdadero “artista” del dibujo con cámara. Y ambas
tendrían que ver mucho con amar las cosas, el mundo, la vida, las personas…
pero, basta, porque no puedo elogiar más esta exposición; dice Kafka, que el
elogio puede aplastar y muchas veces termina aplastando. Aburriendo o cansando
y nada más lejos de mi pretensión.
La obra de López Palacios
en la Posada de los portales de Tomelloso estará expuesta hasta el 14 de abril.
Día de la República. Es una ocasión civilizada, otro pre-texto único para
acercarse a Castilla La Mancha.
A.
B. Márquez (a o para mi hermano)
P. Data.- Imagino muchas veces. Incluso fantaseo. Creo que si tanto John como Yves Berger hubieran visitado Tomelloso casi seguro que habrían compuesto un rondó como el que dedicaron a Beverly. O habrían dado…
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Domingo, 29 de Agosto del 2021
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Viernes, 19 de Abril del 2024
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