Aunque pueda parecer algo propio del pasado, las enfermedades mentales Ser un enfermo mental no está bien visto
Según la Organización Mundial de la Salud en la actualidad existen una gran número de enfermedades mentales, siendo la depresión una de las más sufridas por una parte importante de la población. A pesar de lo que pueda pensar una gran parte de la sociedad, las personas que padecen dichos trastornos pueden llevar una vida normal siempre y cuando estén bajo una supervisión y sigan un tratamiento por parte de un especialista.
En este año 2018, desde Cáritas Diocesana de Ciudad Real hemos realizado un análisis de la realidad a través de cuestionarios que han contestado distintos agentes del programa de atención a personas sin hogar: técnicos, personal voluntario, participantes y personas con enfermedad mental de los recursos residenciales de Cáritas Diocesana. En los cuatro centros de atención se ha trabajado con un total de 157 personas con problemas de salud mental, 93 sin diagnóstico y 64 con diagnóstico.
Los equipos técnicos de todos los centros han valorado la atención que se presta desde los diferentes dispositivos que se utilizan en cada localidad. Así, con respecto a las Unidades de Conductas Adictivas (UCA’s) hay dificultades en la atención específica porque las citas son muy espaciadas en el tiempo llegando a demorarse entre 1 y 2 meses, ya que parece existir una larga lista de espera. La atención que se presta en las UCA’s es, en líneas generales, buena, pero también adolece de una buena coordinación con los equipos de nuestros centros. Nuestra percepción es que falta feedback por parte de los profesionales hacia los equipos, sobre todo en Ciudad Real y Puertollano, porque es en nuestros centros, donde se conoce mejor la realidad de las personas. Además, esta intercomunicación hay que cuidarla y debería ser ágil ya que, particularmente en Puertollano, ha aumentado el número de personas con mayor deterioro cognitivo o con enfermedad mental.
En cuanto a las unidades de Salud mental,
hay dificultades a la hora de hacer la derivación de las personas con patología
dual. Por un lado, el enfermo no siempre tiene asumida su problemática con lo
que no demuestra interés suficiente, esquivando incluso esta opción. Por otro
lado, los psiquiatras y psicólogos de los centros hospitalarios no valoran la
atención si ya están siendo tratados en la UCA, aun aportando informes de
derivación desde atención primaria, ya que valoran que es en la UCA donde debe
realizarse el seguimiento al ser enfermos con alguna dependencia.
A todo ello se suma que algunos médicos de
familia muestran reticencias para la derivación al neurólogo o psiquiatra en
enfermos con problemas de salud mental sin diagnosticar, derivando también a la
UCA en algunos casos, sin saber si tienen o no adicción.
Otra dificultad que encontramos es el acceso
a la consulta de psiquiatría es para realizar un diagnóstico y las pautas de
medicación. En algunos casos, el diagnóstico se convierte en una carrera de obstáculos
para las personas con patología más compleja. El doble diagnóstico de adicción
y trastorno mental (patología dual), o
adicción más otro problema neurológico, es de difícil acceso. Se facilita la
atención para los problemas de adicción en la UCA, pero algunos profesionales
ignoran otras disfunciones como síntomas importantes para un diagnóstico más
complejo y con ello se dificulta la derivación especializada pertinente en cada
caso. Estos son casos más dificultosos, que no tienen un claro diagnóstico o no
están diagnosticados, ni tienen pautada medicación para estabilizar al
paciente.
La coordinación con Salud Mental es también
difícil cuando la derivación proviene desde estas unidades hacia los centros.
Así encontramos algunas veces que, cuando las personas llegan desde urgencias o
con alta hospitalaria con motivo psiquiátrico, no traen pautas de actuación y
presentan una estabilización muy débil, lo que dificulta el trabajo y la
convivencia con ellos. Otras veces, dependiendo del profesional que atienda al
paciente, hay más dificultades en el tratamiento integral por falta de
criterios comunes y de no tener conciencia de que lo social influye en la salud y viceversa.
Hoy día Mundial de la Salud Mental queremos
contar la historia en primera personas de Juan José Lavado de 53 años que
padece agorafobia.
“Desde pequeño mi vida ha estado
condicionada a los miedos y a la inseguridad. No podía hacer cosas tan
cotidianas como montar en autobús, dar un abrazo o dos besos a una persona, el
miedo me tenía atado, era una gran fobia.
Mi padre se ha gastado una fortuna en mí,
llevándome a psicólogos. Pero nadie me había diagnosticado correctamente.
Estaba cansado de ir a especialistas y médicos que lo único que me mandaban
eran relajantes y pastillas que me dormían.
Desde abril del año pasado, me están
tratando en el Hospital General. En la primer consulta sentí un gran alivio al
escuchar las palabras del especialista, “lo que tú tienes se cura, pero tienes
que hacer una serie de ejercicios y terapias de relajación”.
Hago todas las tardes la terapia, no me
salto ni un día y gracias a mi constancia he mejorado mucho Con Gloria, la
psicóloga de Casa Abraham, he superado muchos retos. Aunque he de reconocer que
soy un gran actor y gracias a eso, puedo conllevar mis fobias utilizando
elementos de distracción para controlar mis ataques de pánico.
Es muy trabajoso convivir con esta fobia,
porque llevas una vida de engaño, de huidas, de simular cosas que no son
ciertas y al final te encuentras marginado, porque no puedes estar con la
gente. El miedo te hace no abrirte y te evade a un mundo dónde solo estas tú.
A día de hoy, soy más comunicativo, más
sociable, estoy más integrado en la sociedad, más optimista y positivo. He
aprendido a quedarme con lo bueno y a rechazar lo malo. No vivo del pasado
porque solo me tiraría resentimiento y amargura. El presente y el futuro me lo
planteo con más calidad, más luz y muchas puertas abiertas. Yo hoy soy libre
como el viento”.
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Miércoles, 14 de Mayo del 2025
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