Opinión

En tierra de nadie

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Joaquín Patón Ponce | Lunes, 4 de Diciembre del 2017
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La expresión “en tierra de nadie” se utiliza con frecuencia para designar una zona en la que no hay un gobierno concreto que dicte las leyes. También, en las guerras – de las que Dios nos siga librando por siempre jamás- se designa con esta frase el área de terreno comprendida entre dos trincheras enemigas, en la que ninguno de los ejércitos domina. Dicen que, a veces, es más arriesgado colocarse en tierra de nadie que en uno u otro bando, pues te pueden venir balas mortíferas de ambos lados.

De forma metafórica, diremos en estas líneas que una parte importante del Patrimonio de todos los tomelloseros se encuentra en tierra de nadie.

La palabra bombo es citada en numerosas ocasiones en la Ley de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha. Es sobradamente conocida en la llanura manchega, en donde, aún en nuestros días, centenares de estas construcciones decoran el paisaje de forma inigualable. Sin embargo, si buscamos esta palabra en el diccionario de la RAE, encontraremos una docena de definiciones, ninguna de ellas referida a los bombos de la Mancha.

Nuestros antepasados, a veces no muy lejanos. Construyeron cerca de mil bombos en tierras que cultivaban, dedicadas sobre todo a viña, melones y cereal. Como se dio la circunstancia de que nuestro término se les quedó pequeño para los cultivos y la capacidad de trabajo que tenían, poco a poco se fueron añadiendo a las propiedades de los agricultores de nuestro pueblo, tierras compradas o a rento Estas propiedades eran cada vez más lejanas y estaban situadas en varios términos municipales de localidades vecinas.

La Ley de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha, de 16 de mayo de 2013, en la disposición adicional tercera, dice: “Los molinos de viento, silos, bombos, ventas, manifestaciones de la arquitectura negra y otros elementos etnográficos forman parte del Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha”. En el mismo apartado se dice: ”Aquellos bienes entre los citados que sean merecedores de protección específica individualizada en razón de sus valores culturales podrán ser declarados en alguna de las figuras de protección conforme a lo establecido en el Título I de la presente Ley”.

Las figuras de protección establecidas en el Título I de la Ley citada son tres: bienes de interés cultural; bienes de interés patrimonial y elementos de interés patrimonial. Se podría decir que se citan de mayor a menor, o de superior importancia a inferior

Del millar de bombos construidos por tomelloseros, una tercera parte está en el término de Tomelloso. Estos, además de la protección que les otorga le Ley de Patrimonio, están protegidos también por acuerdo del Pleno del Ayuntamiento de Tomelloso, catalogados e incluidos en el borrador del Plan de Ordenación Municipal. Con los de Socuéllamos hay un intento de hacer lo mismo; si hay algún trabajo más sobre este tema en alguna localidad vecina, nosotros no tenemos constancia de ello.

También están reflejados en las cartas arqueológicas de cada una de las poblaciones manchegas en la que existen estas peculiares construcciones, aunque estos documentos se manejan solo por personal especializado.

Los bombos levantados por los tomelloseros -en torno al millar- están correctamente incluidos en la llamada “Arquitectura rural en piedra seca”. Construcciones en piedra seca hay en muchos lugares de España y de otros países. La forma de construir con “piedra seca” –“piedra vana” se le llama en La Mancha- consiste en levantar los muros y la cubierta colocando piedra sobre piedra, sin poner entremedias ningún tipo de barro o mortero que las una o facilite su asentamiento.

“Bueno, -dirá alguno de los que no encuentran nada destacable en nuestro Patrimonio-, pues nuestros bombos son elementos de la arquitectura en piedra seca. Igual que otros, ni mejores ni peores”. Nosotros defendemos la peculiaridad del bombo tomellosero por muchas razones; entre ellas podríamos citar el hecho de que el habitáculo interior esté dividido muchas veces en dos y hasta en tres estancias, cada una de ellas coronada por su propia cubierta de piedra en forma de falsa cúpula.

Una expresión popular dice que “la necesidad es la madre de la virtud”. El crecimiento espectacular que tuvo Tomelloso –uno de los pueblos más jóvenes de toda la Mancha- durante los siglos XIX y XX obligó a nuestros agricultores a cultivar terrenos cada vez más lejos de su pueblo. Muchas de estas parcelas estaban en términos de poblaciones vecinas y ponerlas en cultivo necesitó mucho trabajo y esfuerzo.

El desplazamiento que tenían los agricultores de hace 100 años era en carros tirados por mulas, evidentemente muy lento pasada una distancia de 4 o 5 Kilómetros. Y se compraban parcelas a 20, 30 o incluso 40 km de Tomelloso. Los trabajadores no podían venir cada noche a dormir a su casa. Era necesario construir refugios. Lo que en otras se hacía con adobes de barro no se podía hacer aquí pues no hay ríos.

Los arrendatarios –familias de terratenientes- de los pueblos de al lado dejaban a los tomelloseros las tierras más lejanas que tenían, así como también las que tenían muchas piedras. Nos dejaban lo peor de sus fincas. Sin embargo, estos terrenos, una vez desbrozados y puestos en cultivo, resultaron ser tan buenos como los mejores de su zona.

Al menos una cuarta parte de estas construcciones de piedra vana levantadas por los tomelloseros son muy grandes, con 80 o 100 metros cuadrados de superficie útil, dos y hasta tres cúpulas. Los grandes eran utilizados para entrar los trabajadores y las mulas que ayudaban en las faenas agrícolas. Los hay también medianos y preciosos pequeños. La época en que se levantaron está entre el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX. Se hizo necesario construir refugios para hombres y animales.

Hemos podido ver meritorios estudios hechos en localidades cercanas en la que se resaltan y catalogan pequeños chozos y construcciones similares. Al llegar a la parte más lejana del término, en la que se encuentran los bombos grandes levantados por los agricultores de nuestro pueblo, se los menciona solo de pasada, adjuntando algunas fotos de los más representativos de la zona. Se reseña, el paraje, el propietario y pocos datos más. 

Se han hecho varios intentos de concienciar a las Autoridades correspondientes para hacer una catalogación de todos los elementos existentes, estén en el término que estén. La respuesta es siempre la misma: “no se puede hacer nada en otro término”.

Citaremos un dicho popular: “Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”. Por si alguien piensa que en este caso lo imposible es catalogar todos los bombos, le diremos que nuestra intención no es aplicarlo a ese hecho. Lo imposible es que nuestros antepasados de entre hace 50 y 150 años levantasen con piedra vana 1.000 bombos y nosotros, ahora, seamos incapaces de catalogarlos, protegerlos y ponerlos en valor.

Entretanto lo hacemos, más de la mitad de estas preciosas construcciones que decoran la llanura manchega seguirán estando en tierra de nadie. 

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