Explica Sor Teresa que  «este año el belén aparece en medio de una ciudad destruida, en un paisaje desolador en el que, sin embargo, Dios acaba encontrando su morada. Viene a ser un mensaje parecido cuando nos dijo, destruir el templo que yo lo volveré a levantar en tres días. Es una manera de expresar a los hombres que dentro de cada uno de ellos está Dios, que siempre se puede crear algo nuevo, renovar su espíritu, por muy mal que vengan dadas».

«¡Anda, hay una oveja caída!», Sor Teresa lamenta el pequeño contratiempo con naturalidad y esa dosis de humor que siempre le acompaña. El periodista vuelve a colocar la figura en su sitio, y Sor Teresa señala que «casi siempre la base del belén la realizamos con materiales de obra, pero este año los materiales son más frágiles y las figuras tienen peor estructura para sostenerse». Tira de memoria Sor Teresa y recuerda aquel Belén en una montaña tan espectacular que hasta llamó la atención de un ingeniero que se acercó a visitarlo, o aquel otro montaje en el que las figuras rodeaban una gran bola del mundo.

No se olvida Sor Teresa de atribuir méritos a muchas personas que intervienen en el montaje del Belén. Vicente, el de mantenimiento; Pablo, el conductor, «y luego todas las hermanas en esos huecos que encuentran en su jornada colaboran. Este año hemos tardado algo más porque el musgo nos ha llegado con algo de retraso».

Preguntamos a la Hermana por el origen de las figuras y aunque no lo tiene claro del todo si ofrece alguna información. «Una chica nos dijo que estas figuras eran de una abuela suya y que las acabó donando al asilo. Las figuras tenían todavía un origen más remoto porque llegó a tenerlas su bisabuela. Lo tenemos puesto hasta el 17 de enero, o incluso más días, porque mucha gente nos pide que lo dejemos más tiempo».

Acaba nuestra entrevista, aunque fuera ya de grabaciones Sor Teresas nos sigue hablando en su habitual tono campechano y cercano. «Mirad que  bien ha quedado la Anunciación», -nos dice-, aunque en realidad todo está muy bien cuidado en este belén, el del Asilo San Víctor, del que tan orgullosos se sienten todos los tomelloseros.