Martín Ruiz estuvo acompañado por el presidente del barrio, Antonio Buitrago, que mostró su satisfacción por poder celebrar las fiestas un año más. “Hemos tratado de confeccionar un programa de actos que sea del gusto de todos y que sobre todo sirva para unir a los vecinos de la barriada. Vivimos unos tiempos en los que ya casi nadie se sale al fresco, que se conversa poco. Estas fiestas tratan un poco de recuperar ese espíritu”.

También estuvo presente el concejal responsable del barrio, José Ángel López, que elogió el programa realizado por la directiva del barrio. “Cada año lo hacen mejor, programando actividades en torno a la música, el baile y la gastronomía que constituyen tres reclamos perfectos para unir a las personas”. López  también destacó que “las fiestas suponen una buena oportunidad para encontrarnos de nuevo con esos vecinos que tuvieron que emigrar a Alicante, Madrid y otros puntos del país para ganarse el pan”.

El concejal aseguró que el pregonero, Martín Ruiz, ha sido muy bien elegido. “Un profesor de gran vocación que ha impartido su magisterio a muchas generaciones de niños de este barrio. Desde la escuela pública, Martín Ruiz ha hecho mucho por este barrio”.

Recuerdos del Moral y Topete

Su vida como profesor fue el hilo conductor de un pregón en el que Martín  Ruiz aportó interesantes datos sobre la sociología y forma de ser del barrio. Así, recordó con cariño su paso por el Topete, un colegio construido, precisamente, porque el moral se quedó pequeño. “Allí coincidí con grandes compañeros como Parra o Jesús García Chicote. Un centro en el que la unión entre las familias y el claustro de profesores fue clave para que salieran adelante muchas iniciativas y proyectos”. Algunos estuvieron relacionados con el carnaval, “como cuando construimos aquellos bombos o cuando hemos vendimiado para elaborar después vino y arrope. Al fin y al cabo, en Tomelloso todos venimos de la viña y es bueno recordarlo”.

Ruiz mostró su orgullo de haber dado clase a gente que hoy tiene en torno a 36 años y que , en algunos casos son ejecutivos de multinacionales, o que desarrollan cualquier otra profesión con seriedad y entrega. De su paso por el nuevo colegio del Moral, destacó el logro de crear la sección de francés.

Su vena reivindicativa afloró al recordar aquella huelga de trabajadores del campo en el año 1977. “Este barrio jugó un papel decisivo en aquella movilización en la que se pedía un jornal de mil pesetas para los jornalero que se acabaron consiguiendo. El gobernador tuvo el detalle de enviarnos dos autobuses de antidisturbios que dieron alguna leña, pero no pudieron sofocar la lucha por una sociedad más justa y solidaria”.

Martín Ruiz volvió a hablar del Topete, del Moral y del Instituto Airén, “centros de enseñanza que han dado mucha vida a este barrio”.