Opinión

De camino a la labor

Encarna Cabañas | Sábado, 14 de Diciembre del 2019

Una vez fue...un joven, que cada mañana de camino a sus quehaceres del día, miraba con prisa sus pies aplastando  la tierra del suelo.

Observaba sus huellas  una y otra vez desde su punto de partida hasta el lugar donde comenzaba su labor. Y así fueron pasando sus mañanas, sus días...y su vida.

Una tarde de regreso a su hogar, notó algo en su frente, acarició sus ya arrugas en la piel para desprenderse de la molestia y alzó sus ojos. Vio una nube bruna que vertía dulces gotas de lluvia primaveral. Unió las palmas de sus manos formando un cuenco y recogió el agua caída del cielo. Se mojó el rostro y sonrió, cerrando los ojos apreció como su tez era secada por el suave calor del sol.

Desde entonces el joven que fue y ya convertido en hombre, caminó hacia el lugar de sus tareas diarias, con la mirada altiva y una sonrisa plena y llenándose de sensaciones que cargó en su hatillo junto con su refrigerio que llevaba para pasar las duras labores del trabajo y que desde aquel día se hicieron más leves.

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