En estos tiempos uniformes que nos ha tocado vivir, donde
todo es igual y todos hacemos lo mismo, la diferenciación es sin ninguna duda una
de las claves del éxito. Es por ello que la Fiesta de las Letras es, a juicio
de este periodista, la seña de identidad fundamental de Tomelloso. Nuestra
ciudad, paradigma para muchos de gente bruta e ignorante, faro de estereotipos
y leitmotiv de chistes, no tiene en su tradición festera tirar cabras del
campanario o descabezar gansos y sí homenajear las letras y el arte desde hace
ya 70 años.
Tomelloso ha sido vapuleado durante el último medio año por
tirios y troyanos. Hemos sido el ejemplo de todo lo malo que le ha ocurrido a
España, el epítome de la pandemia. Pero podemos presumir de muchas cosas (ya lo
hemos hecho) y de entre tantas, de nuestra Fiesta de las Letras. Nos debemos
sentir muy orgullosos de haber mantenido durante casi ocho décadas —la fiesta
comenzó en 1944, aunque después estuvo vacante hasta el 51— esta celebración de
la cultura. El fenómeno literario y artístico de Tomelloso solo se entiende con
la Fiesta de las Letras. En las grandes cabeceras, en los noticiarios con más
audiencia, en los medios más virales no habrá muchas referencias a esta
particularidad de nuestra ciudad, ¡qué va! Una anomalía que se celebra el
último día de feria y que viste de gala a toda la ciudad para honrar la cultura.
Nuestro pueblo es ciertamente singular. A pesar del innato
chovinismo de nuestro carácter, Tomelloso no tiene un conjunto monumental
llamativo, ni un paisaje exuberante y vistoso. Lo que sí posee es el espíritu
audaz de sus habitantes y un parnaso de literatos y pintores inigualable e
incalculable, que sigue aumentando día a día. Y es que, como cuenta el profesor
Rubén Pérez en “El Tomelloso literario” (obra a la que acudiremos más veces en
este artículo), la ciudad se ha convertido “en un lugar favorable a que se dé
una cantera de escritores y artistas en general y así lo demuestra la buena
salud cultural de la que gozan en el pueblo”.
En la creación de la Fiesta de las Letras hubo tres personajes
fundamentales, el padre Pedro Benítez, profesor del colegio Santo Tomas y el
corresponsal de Lanza, Jeremías Navarro. A ellos se unió Francisco García
Pavón, que fue el alma de la Fiesta, el artífice de que la celebración
adquiriese una gran importancia en el mundo literario. Pavón fue el mejor defensor
del certamen (y de Tomelloso) en la España literaria de la posguerra, tanto que
era necesario participar en él —o incluso venir a la ciudad, como hizo Cela en
el 47— para ser alguien. “Además de ser
uno de los que construirían la Fiesta de las Letras, será fundamentalmente el
que le dé su gran impulso y consolidación trabajando para que haya una cuidada
organización, manteniendo el nivel de exigencia en los trabajos seleccionados y
acercando a los más ilustres escritores a ser partícipes del evento”, defiende
el profesor Pérez Redondo.
También Eladio Cabañero fue junto a García Pavón, un decidido
valedor de la celebración. Y, por supuesto, el pueblo de Tomelloso. Si la
ciudadanía no hubiese acompañado, si los tomelloseros no nos hubiésemos sentido
parte de la Fiesta de las Letras, ésta no hubiese prosperado en el tiempo. Era
necesaria la comunión de los vecinos con la fiesta, que la hiciesen suya, que
la sintiesen como algo propio, para que ésta se institucionalizase y, a la vez,
hiciese lo propio con la literatura en Tomelloso.
El certamen habría llegado hoy a la edición número setenta,
lo que hace que los de la Fiesta de las Letras sean los premios con más raigambre
en el panorama literario de España. Es esperanzador que, en la época más gris
de la posguerra, cuando la miseria y la represión campaban a sus anchas, las
cartillas de racionamiento estaban a la orden del día y cubrir las necesidades
básicas era un lujo, que en este lugar, en medio de la llanura manchega, se
alumbrase una celebración para agasajar algo tan ornamental entonces como la
literatura.
La primera edición de la Fiesta de las Letras, como
apuntábamos, tuvo lugar el 19 de septiembre de 1944. Se celebró en el Teatro Cervantes, sin reina
ni damas, entregándose cinco premios, tres de prosa y uno de poesía, en los que
primaban los temas locales y regionales. Tuvieron que pasar siete años hasta
que se organizase la segunda edición en 1951. Desde entonces no ha dejado de
celebrarse de manera anual. Salvo en dos ocasiones, la primera en 1957, porque
no se encuentrraron jóvenes para reina y damas, y en este 2020 por la pandemia
del coronavirus.
Tanto siendo participantes en los certámenes o como
mantenedores, la Fiesta de las Letras ha contado con insignes personajes del
mundo de la literatura y el periodismo. Así, en la edición de 1952, el poeta
sevillano Adriano del Valle Rossy, miembro de la Generación del 27, se alza con
la Flor Natural. Nombres como Leopoldo de Luis, Luis López Anglada, José García
Nieto, Manuel Alcántara, Gerardo Diego, Rafel Guillén, Carmen Martín Gaite,
Pilar Narvión, Pedro Antonio González, Fernando Ónega, Montserrat Cano, Francisca
Aguirre, Enrique Gracia Trinidad, Alberto Pasamontes, Toño Benavides, Teresa Amondarain,
José Manuel González, Virginia Aguilera, Antonio Tocornal o Gregorio Dávila y
tantos otros, han participado con sus textos en el certamen.
Pero la fiesta de las letras también “ha parido y encumbrado
el talento” de alguno de los hijos de Tomelloso. Félix Grande, Eladio Cabañero,
Manuel Moreno Díaz, Pepe Carretero, José Pozo, Vicente Morales, Isabel Lozano, Ángel Olmedo, Carlos
Moreno, Margarita García, Lucio Lara o María José García Bolós, además de
tantos que no incluimos por espacio.
García Pavón, José García Nieto, Tono, Antonio Gala, Manuel
Alcántara, José López Martínez, Félix Grande, Leopoldo de Luis, Dionisio Cañas,
José María Arcos, Ángel Crespo, Luis Antonio de Villena, Sánchez Dragó, Ansón,
Juan Manuel de Prada, Luis Alberto de Cuenca, Caballero Bonald, Elvira Lindo,
Luis Landero, Andrés Trapiello, Jorge Edwards, Benjamín Prado, Manuel Jabois o
Lourdes Ortiz, han encandilado al público de Tomelloso como mantenedores de la
Fiesta de las Letras.
La gala ha sabido adaptarse a los tiempos y ha ido
evolucionando al albur de las modas pasando por etapas de diferente esplendor.
Comenzó en el Cervantes, se celebró en el Principal, Serna y Torres y ha
acabado en el Teatro Municipal de Tomelloso. Ha pasado por la sobriedad de las primeras
ediciones, el boato de una época que podríamos llamar intermedia y los amenos montajes
teatrales de la actualidad.
En la Fiesta de las Letras se incluyeron los Certámenes Artísticos
“Ciudad de Tomelloso”, primero los de pintura y dibujo y después el de
fotografía. En la actualidad se entregan los premios, Certamen de Fotografía, Concurso-Exposición
de Pintura y Dibujo, Artículo Periodístico Juan Torres Grueso, Premio Local de
Poesía Ángel López Martínez, Premio Local de Narraciones Félix Grande, Premio
de Poesía José Antonio Torres, Premio de Poesía Eladio Cabañero y Premio de
Narrativa Francisco García Pavón.
En definitiva, la Fiesta de las Letras contiene la esencia
de Tomelloso y sus gentes, el amor por las cosas bien hechas, las letras y el
arte. Esperemos que esta celebración de la cultura permanezca incardinada para
siempre en el alma de Tomelloso y que el próximo año vuelva con más fuerza.
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Lunes, 31 de Agosto del 2020
Domingo, 30 de Agosto del 2020
Domingo, 27 de Abril del 2025