Feria de Tomelloso

Montserrat Cano: “Colocar a la cultura en primer plano es un ejemplo a seguir”

Hablamos con la escritora y famosa concursante televisiva de la Fiesta de las Letras y la literatura en general

Francisco Navarro | Domingo, 30 de Agosto del 2020
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Montserrat Cano es una de esas personas a las que todo el mundo conoce. Sobre todo, por los concursos televisivos. Ha participado en Saber y Ganar, ha formado parte de “Las Extremis” en Boom y en alguno que otro más. Pero Montse es también una gran escritora, con una importante trayectoria literaria y que en el año 1994 ganó el Premio José Antonio Torres de la Fiesta de las Letras de Tomelloso con el poema “El olvido imposible”.

Ha publicado, entre otros, los libros Retrato de la felicidad, Equilibrio inestable, Dios y sus dados, Cielo abierto, La Gomera y el arrebato, Arqueología, La mujer desarmada, Hazversidades poéticas o Hijos del ocaso. Ha participado en numerosas pubicaciones colectivas y su obra figura en varias antologías. En narrativa ha obtenido, entre otros, los premios Gabriel Miró, Teodosio de Goñi, Tomás Fermín de Arteta, Flora Tristán y Villa de Benasque, además de accésits en Hucha de Oro, Cuidad de Villa del Río y Ciudad de Tudela. En poesía ha sido premiada en los certámenes José Antonio Torres, Laguna de Duero y Dionisia García.

—¿Qué supuso para usted ganar el Premio José Antonio Torres de poesía en la Fiesta de las Letras?

—Empecé muy tarde a mandar trabajos a certámenes, cuando era joven me parecía que lo hacía muy mal y no me animaba a participar en ninguno. Éste fue el primer premio literario de poesía que gané, a pesar de que no era mi género. Recuerdo que el mantenedor fue Luis Antonio de Villena.

Imagínese, yo había ganado tres premios de narrativa y, como le digo, este fue el primero de poesía, además, no conocía a nadie en el mundo literario. Para mí, encontrarme en la Fiesta de las Letras, de la manera en la que la organizan allí, con mucho respeto y de una forma tan importante y con Luis Antonio de Villena, que ya era un personaje notable, fue un regalo, como decir de pronto “¡Anda! Estoy en la literatura de verdad”. Se trató de una experiencia estupenda, me trataron muy bien y todo estuvo organizado de una manera excelente. A nivel personal, aquello me animó a seguir escribiendo.

—Señala que la poesía no es su género…

—Siempre digo que la poesía no es mi género, ni en el que más he trabajado, me encuentro más cómoda escribiendo prosa. Pero la poesía me ha dado más satisfacciones. A veces, la apreciación que tenemos de nosotros mismos no es la que se tiene desde fuera.

—¿Qué le parece con el paso del tiempo “El olvido imposible”?

—He vuelto a leerlo después de tantos años y no está tan mal como yo creía. Siempre pensé que el jurado había sido excesivamente generoso.

—El jurado, según la crónica de la corresponsal de Lanza, justificó el premio afirmando que “engarza con lo que supone la bella generación del 68. El grupo de poemas está impregnado de imaginación y nostalgia, con un lenguaje poético sencillo y directo, carente de retórica alguna”. Era una premonición de la poesía que vendría, no solo en usted.

—Con la, poesía he tenido una extraña relación. Empecé con ella, como casi todo el mundo, con dieciséis o diecisiete años. Tuve la mala, o la buena suerte de tener un vecino que escribía una poesía excelente. Cuando la comparaba con lo que yo escribía pensaba que lo mío no valía para nada. Entonces dejé de escribir poesía, me dije que no era mi camino y que nunca más lo haría. Pero es que hay cosas que son muy difíciles de contar con la narrativa y que la poesía las hace más fáciles. Quería hablar de esa infancia que está muy lejos, pero que sin embargo, a ciertos efectos está muy cerca de la memoria. Me dije que tenía que ser en poesía. Y lo intenté.

A pesar de recibir varios premios más por mis trabajos poéticos, a mí no me parecía que fueran buenos. Buenos al nivel que yo quería, a los jurados les gustaba y yo encantada. No encontraba que fuese mi lenguaje y lo deje de hacer, deje de escribir poesía hasta el año 2000, más o menos. Gracias a una discusión con mis amigos poetas, me dije que ya que era la única que no escribía poesía y criticaba a todo el mundo, tendría que demostrar si se podía hacer lo que yo decía. Así que volví a la poesía con “Arqueología” donde, para bien o para mal, hice lo que yo quería.

—¿Qué le parece que un pueblo manchego lleve 70 años celebrando la cultura y entregando los premios literarios más antiguos de España?

—Me parece una actitud ejemplar, por varios motivos. En primer lugar, es muy difícil mantener un premio literario durante tantos años. Por la parte que me toca y por la gente que conozco que ha sido premiada en la Fiesta de las Letras, ha sido un certamen que nunca se ha podido criticar, con fallos absolutamente intachables de jurados que escogen lo que realmente les parece bueno. Esa es la forma de mantener un certamen con prestigio.

Además, en Tomelloso se hace algo muy importante que es colocar a la literatura y a las artes en primer plano. No es una cosa subsidiaria que se hace porque el Ayuntamiento tenga un presupuesto para cultura y ya ha cumplido. Se le da la pompa, en el buen sentido, que merece un acto para que se haga famoso, para que tenga relevancia y para que la gente sienta que está haciendo algo notable. Tanto el pueblo como los premiados. Hay certámenes en los que solo se entrega cubriendo el expediente y ya está. El hecho de que todo el pueblo participe, recuerdo mucha gente en el teatro y por las calles, convirtiéndose en algo representativo de la ciudad dice mucho de Tomelloso. Es algo absolutamente meritorio y más en el momento en que vivimos, que parece que todo da igual. Vivimos unos tiempos en los que la cultura es algo accesorio y prescindible, la sacamos un día en la gaceta, hacemos una foto al señor importante que ha venido, y ya está.

—¿Nos puede contar en lo que anda metida, literariamente hablando?

—Actualmente estoy escribiendo la segunda novela del ciclo de “Los hijos del ocaso”, que lo tenía un poco abandonado. Me estoy divirtiendo escribiendo esa novela, que estoy seguro que me hubiese gustado leer con quince o dieciséis años. Espero que pueda salir pronto.  

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