Opinión

Se nos van, en el Barrio del Carmen

Un árbol, una vida

María Durga Valencia | Martes, 20 de Octubre del 2020
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Sí, ya se han hecho eco no pocos medios, pero no huelga incidir más en lo ocurrido. Tampoco es algo puntual sino generalizado, un modus operandi social occidental, y ahora lo explicaré. Estos días, una de las plazas más emblemáticas del pueblo, no sólo por la concurrencia habitual de vecinos, transeúntes, jóvenes, niños y mayores, lo a gusto y tranquilo que se está, y hay que decirlo, por la energía especial que se respira (respiraba) allí, ha sido brutalmente arrebatada, talando sin pudor ni conciencia los árboles más antiguos del sitio con el motivo de que estaban enfermos. Aunque no hace falta ser una experta mirando el conjunto social de cómo la sociedad funciona, no dejan de rondarme en la cabeza preguntas como, ¿por qué no haberlos tratado antes?, ¿por qué esperar al último minuto para que la situación sea irreversible?, ¿qué otras medidas de apoyo, “muletas” o vallas de contención para proteger las personas en última instancia, para no haberlos tenido que extirpar de su hábitat con tanta violencia? Si, la estética, hay que decirlo no sin vergüenza juega un gran papel social también en esto.

Creo que antes de haber cruelmente acabado con la vida de tantos árboles, el microhábitat de la plaza, y para muchos las rutinas y el gusto por compartir aquel espacio, se podría haber hecho algo.

Se me ocurre no desde hoy que bien podríamos dirigir la mirada a medicinas ancestrales orientales, por poner un ejemplo, a China u otras preocupadas por la prevención, la búsqueda del equilibrio en el cuerpo, la canalización de “puntos estancados” por mencionar algunos, más dedicadas a cuidar y preservar la vida, que a salvarla en último momento, donde en muchas ocasiones no se puede, o ya es tarde, o hay que tomar decisiones traumáticas para el cuerpo o el medio ambiente. La cantidad de dinero invertida para causas pretenciosas sin antes haber resuelto los problemas del cuidado humano, como la vida en otros planetas o la distinguida tecnología frecuentemente mal usada por no mencionar otros con seguridad de mayor envergadura, son sólo algunos ejemplos de falta de lucidez humana.

La medicina occidental basada en la quirurgia, que en mucho envuelve la sociedad de “cortar- amputar, extirpar, adormecer o matar”, también mata nuestro ecosistema, bien el entorno como ha ocurrido esta semana en el Barrio del Carmen, bien el del propio cuerpo de una persona. Así funciona la “mecánica” en la mayoría de los casos de nuestra medicina occidental del pensamiento global. ¿Por qué llamar medicinas complementarias a la mayoría de medicinas preventivas que evitan llegar a extremos violentos para el o los sistemas vivos? Porque en muchos casos, pesa más en la balanza  la inmediatez, dejando en evidencia la pura inconsciencia de nuestras necesidades como seres vivos también, y la falta de cuidado y aprecio  hacia ellas. No, la naturaleza no es un “corta y pega”, tampoco un producto “ de usar y tirar.” En mucho me recuerda este pensamiento al trato que con frecuencia nos damos a nosotros mismos,  los humanos “no útiles” que no producen (desechados o segregados) y me voy a abstener de ejemplos que están en las cabezas de todos. Empezando por ahí que incumbe a lo más inmediato, que es de nuestro ser, poco aprecio se puede esperar de lo que ocurre alrededor nuestro, que viene a ser lo mismo o un reflejo al final.

Si mi vida dependiera de un árbol para mi subsistencia, ¿qué haría?, ¿qué haríamos ¿habríamos hecho lo mismo? Lo dudo mucho. Pues claro que depende. Y debemos saberlo, es urgente. Estamos atajando un gran virus mundial que nadie conocía y, se han puesto medidas inmediatas, ¿por qué no hacemos lo mismo con los árboles y con el ecosistema en general?, ¿por qué no hacemos lo mismo con nosotros mismos? ¿por qué siempre actuamos, cuando ya estamos entre la espada y la pared? Se nos van vidas en ello.

Una tristeza..., y un enfado…; como dice uno de los mensajes que han puesto los alumnos del IES del García Pavón haciendo homenaje a “los caídos”: "no los hemos podido salvar", "no los hemos sabido amar."

Como dice otro también,” DEP.”


Las "abraza árboles" fue un movimiento protagonizado por las campesinas del Himalaya en territorio hindú que en los años 70 defendían la naturaleza; un movimiento de resistencia (movimiento Chipko) que gritó al mundo que los árboles, los ríos y los bosques no son simples recursos que podamos extraer a nuestro antojo y beneficio.

María Durga Valencia, o María (una vecina del barrio)


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