Que la exposición “El Prado en Tomelloso” está obteniendo un gran éxito es más que evidente. No para de llegar público para admirar las reproducciones de las obras maestras,  siguen proliferando las visitas guiadas y quienes la visitan una vez acaban repitiendo. En la tarde de ayer miércoles fue el pintor Manuel Buendía quien ofreció una completa lección a la que asistieron mucho de sus alumnos que trabajan en su taller y otras personas que pasaron una agradable tarde junto al artista.

Buendía no siguió un orden cronológico establecido, ni tampoco el itinerario por escuelas que se ha marcado en la exposición. Prefirió serpentear por los pasillos cortos de una exposición a la que extrajo todo el jugo posible con sus completas explicaciones sobre técnicas, composiciones, temáticas y el contexto histórico en el que fueron creadas. Tras llevar a cabo una introducción sobre  el museo empezó un recorrido que se prolongaría durante más de dos horas y media sin apenas necesidad de apoyarse en unos apuntes que se había preparado. Le bastaba plantarse ante los cuadros para descubrir y transmitir toda su esencia.

Se detendría primero en el retrato que Goya hizo de la familia de Carlos IV, hablando de su pincelada suelta, los materiales que utilizaba y calificando de “expresionismo puro” el estilo de un pintor que tenía un don especial para captar la sicología de los personajes.  Se fijó después en el autorretrato de Durero, “sutil, delicado, elegante “ y admiró un cuadro de Rembrandt que ya anticipó el tenebrismo que luego alcanzaría su cenit con Caravaggio, además de centrarse en la temática de la mitología grecolatina que tanto juego dio a pintores del Renacimiento . “Hubo una época en la que la Iglesia era el cliente más importante de los artistas, aunque en la escuela flamenca serían los comerciantes y banqueros”, explicó.

Apareció el impactante cuadro de Goya, “Saturno devorando a sus hijos”, que según explicó Buendía, el pintor creo cuando su depresión estaba ya en su grado máximo, “una obra que ha tenido muchas interpretaciones y analizó también el cuadro de “La maja desnuda”,  que fue “una provocación en la época al ser la primera vez que se mostraba un desnudo frontal”.

Tras aportar interesantes detalles sobre la Inmaculada de la Concepción de Murillo, una obra de Eduardo Rosales, otra de Van Dick y “Los chicos en la playa” de Sorolla se detuvo en Velázquez al que consideró “el mejor pintor de todos los tiempos”. Así se fue parando en el cuadro de la Rendición de Breda, “de una composición impecable”, el de la Villa Medicis “que anticipa rasgos del impresionismo” y por supuesto “Las meninas” que inicialmente se había saltado y al que regresó por la curiosa anécdota del cuadro que comentó espontáneamene Santiago González. Aseguró Buendía que “este es el mejor cuadro de la historia,  Velázquez juega un poco con el espectador y después artistas de diferentes estilos y épocas han homenajeado esta inmensa obra maestra”. Nos llevó después a otro gran cuadro  de Velázquez, “El triunfo de Baco o Los Borrachos”, en el que subrayó “los magníficos retratos de los personajes que aparecen”.

Seguíamos empapándonos de arte supremo en una tarde nublada con temperatura muy agradable. Alguien le preguntó por los impecables blancos de Jacob Jordaens  en una escena familiar típica de la pintura flamenca. Le llegó el turno a “Las tres gracias” de Rubens, el pintor que más aparece en El Prado con más de setenta obras, “que viene a romper el esquema compositivo de los renacentistas, con un cierto caos que también podemos ver en su cuadro de la Adoración de los Magos que también refleja la maestría de este gran pintor”, dijo Buendía.

De Mantegna destacó “el recurso de la arquitectura como esquema o estructura del cuadro”, se pararía luego en el “Agnus Dei” de Zurbarán “que guarda cierto paralelismo con la crucifixión de Jesus “, en un bodegón de Sánchez Cotán, un maravilloso óleo de Fortuny  y una obra de Boticelli, “pintor al que se reconoce en seguida”. Continuó extrayendo detalles de cada cuadro como el Cristo de Antonello Da Messina “de una gran sutileza y capacidad para expresar emociones como la del éxtasis de Cristo” o el fabuloso retrato de María Tudor que hizo Antonio Moro “reflejando un mirada que lo dice todo del terrible carácter de esta reina”.

Uno de los cuadros que más interés y curiosidad despertó en los asistentes fue el del “Triunfo de la muerte” de Pieter Bruhegel “El viejo”. “Hay muchas leyendas en torno a este cuadro, una obra que habla de muerte y destrucción y que, en cierto modo, nos recuerda a la situación que estamos viviendo ahora, aunque evidentemente, la época en la que está pintado era mucho peor que la actual”, aseguró Buendía. 

Casi dos horas llevaba de explicaciones de Manuel Buendía, cuando el periodista dejó de tomar notas. Todavía quedaban grandes maestros por analizar: Rafael, El Greco, Tiziano, El Veronés, Tintoretto o Caravaggio. Con todos se deleito Manuel Buendía que supo transmitir la emoción y admiración que él  siente por estos grandes maestros. Fue una gran tarde de arte en una exposición a la que, lamentablemente, ya le va quedando poco.