Tomelloso

“La conexión ferroviaria supondría un claro beneficio para Tomelloso”

Segunda parte de la entrevista que "La Estación" realizó a Luis García Rodríguez, autor de la estatua de Francisco Martínez Ramírez en 2016

Carlos Quintanar | Jueves, 19 de Noviembre del 2020
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Carlos Quintanar González, presidente de la Asociación Ferroviaria AAFTA, realizó una entrevista en 2016 a Luis García, dentro del número VII de la revista “La Estación” dedicado este número íntegramente a la figura de “el obrero” y a Luis García.

P: ¿Conoce la actual petición que se está realizando de enlace entre Socuéllamos y Cinco Casas integrando a Tomelloso y Argamasilla?, ¿apoyaría la vuelta del tren a Tomelloso y qué opina al respecto?

R: Desde hace más de una década, se han venido conociendo los deseos y las gestiones planteadas, para la integración ferroviaria de ambos pueblos. Estando por Tomelloso, recuerdo haber asistido a un par de manifestaciones de reivindicación sobre ello. Pasó ya ese tiempo y, ahora, parece ser que las negociaciones, los trámites y hasta los propios asentimientos, vayan a mejor; o no sé si sea así. Pero ya está siendo razonable que se haya tomado mayor conciencia sobre esto y que esté calando con mejor intención y realidad en muchos. Quizá sean los nuevos tiempos, pero también las gentes quienes estén imprevisiblemente cambiando; por esto debiera tenerse en cuenta los cuidados y precauciones que tales asuntos conllevan, y no hacerse juicios someros que –en tiempos menos ácidos– pudieran alzarse con diferenciadas promesas, ante sociales empeños.

Me ha parecido acertada la propuesta, y observo que, en el proyecto de integración previsto, a nadie se le interrumpe su trazado, ni tampoco se le altera, o pueda causarle ningún tipo de perjuicio preocupante para las instalaciones ya existentes. Esto pudiera ser otro factor de importancia para la concesión del proyecto; indistintamente de la población conjunta que cuentan entre ambos, de su capacidad industrial y de la importancia que contienen en los distintos sectores. Sin duda alguna, que la conexión que se plantea, supondría un claro beneficio para todo aquél entramado ferroviario de la comarca, así como un auténtico potencial económico y cultural para la zona.

Sabéis que estoy de vuestro lado apoyando la propuesta, y deseando lo mejor. Como se ha podido entender, a lo largo de nuestras vidas, las cosas que son justas están aquí para todos; y que la comprensión –en este caso– pudiera ser la madre de la solidaridad, capaz de unir y de hacer fuerte a los pueblos; aunque también conocemos que la injusticia no sólo empobrece, deteriora y hasta separa al hombre de la sociedad, sino también que la retarda y la destruye.

 P: ¿Qué valoración haría del Tomelloso actual en general y en relación a la cultura?

R: Son situaciones que se han venido generando, de alguna forma, de manera paralela, puesto que ambos son la consecuencia del otro. Nada surge de manera aislada. Tomelloso tuvo siempre unas raíces muy esenciales, para enfrentarse a situaciones difíciles, como la que viene dándose en la actualidad, en buena parte de poblaciones y de ciudades, en numerosos países de nuestro planeta, resultando que los grupos más afectados, son las familias de media y de baja capacidad económica –como ya conocemos–, que además de la degradación social sufrida, están viendo muy mermado su poder adquisitivo, llegándose, en ocasiones, a rebasar porcentajes con índices de pobreza real y en riesgo de exclusión social desconocidos, desde hacía muchos años, en nuestro país; también, aunque en menor medida, en algunos otros países que resultaran también afectados por la intervención llevada a cabo, con las políticas de austeridad practicadas por el neoliberalismo europeo. Por lo tanto, en estos últimos años, en aquella ciudad, también se ha visto resentida su economía y su ocupación laboral, producida por el fuerte descenso de los sectores de la construcción, y otros afines: metal, transporte, del propio comercio, y hasta de una buena parte de los servicios que, durante más dos décadas, vinieron ocupando a un elevado número de ciudadanos. Pero Tomelloso cuenta con el gran privilegio de su alta producción vitivinícola –desde hace ya años–, y de la importancia que estos productos están obteniendo, actualmente, para su comercialización en el ramo de la hostelería, en grandes superficies y como exportación hacia países vecinos, algunos mercados en países emergentes y de otros; lo que le supone un apoyo muy considerable y efectivo, capaz de asumir los posibles desequilibrios que se vienen sufriendo. Pero así son los mimbres con los que, aquella ciudadanía, se despierta a diario y que en muchísimos hogares (también de nuestra vieja Europa), se ven como se están tejiendo los entramados de una sociedad decadente –a pesar de lo que esté pasando en otros– ; y esto, aunque no lo parezca, es singularmente grave en nuestro tiempo, porque se están creando unos hábitos en los que se confía demasiado en los sistemas, pero muy poco en los hombres.

Y respecto a la cultura, el arrastre que se ha venido sobrellevando, no es por la falta de iniciativas personales de cada cual, pero tampoco porque Tomelloso no contenga la suficiente materia prima (que la tiene y en niveles importantes); pero, como viniera siendo –durante largos años– un dechado de múltiples capacidades, surgen también (como consecuencia) múltiples aficiones, que, de algún modo, se producen para ocupar un tiempo libre, dispersar tensiones, manejar elementos que son propios para ejercer las artes, la literatura, la música, elcante, el teatro..., o para buscar una socialización en círculos concretos..., además de la realización de estudios de formación profesional, idiomas, derecho, economía, medicina, farmacia, matemáticas, química, historia, periodismo, arquitectura, ingenierías, o innovadores procesos de telecomunicación etc; los que nunca pudieran calificarse como tiempos de desguace, puesto que están ejerciendo sus funciones en cada individuo. Y así ha sido durante mucho tiempo, sin que algunas de estas cosas se tuvieran en cuenta, por quienes tengan, al menos, que poner los medios: algunas becas, por ejemplo, para facilitar estudios sobre estas materias, a quienes no puedan financiarlos; porque, no cabe duda, que existen valores que se desprenden –en alguna ocasión–, de sus indiscutibles tendencias y vocaciones. ¡Cuántos habrán quedado en el olvido, o no nacieron, a pesar de sus grandísimas capacidades! Y dije al principio que se ha venido sobrellevando, porque la mayor de las veces, saltaron siempre, de manera individual, buscando en uno mismo lo que cada cual pudiera encontrarse detrás del pecho, o en sus espaldas; aunque no se tuvieran en la medida suficiente. Esa falta de consideración, o de hacer caso a determinadas cosas que, “aunque no se tuviesen nunca en cuenta”, después son las que también van a decir de nosotros, de vosotros, y de nuestros estratos antiguos que aún se revierten en el espíritu de las cosas. Pero, ¿quiénes son éstos?, ¿acaso, los que quisieron aquellos que fuesen?..., o quienes por su propia capacidad natural, resultaron ser los que merecían llamarse autores, o verdaderos profesionales –en cualquier ramo– capaces de dedicar su vida entera a sus nobles y meritorias causas. Pero sabemos que hay que dirigirse hacia aquí, hasta buscar estos vastos horizontes, donde –en ocasiones– sólo te rige en la mente un complicado deseo de seguir; pero hasta esta sencilla actitud, merece una alta consideración muy respetuosa, que se le debe llamar entereza; y nunca otra cosa.

Y también es cultura, guardar el consiguiente respeto al patrimonio que se tiene en las calles: edificios, mobiliario urbano y de trabajos como el monumento a D. Francisco “el Obrero; sobre todo, por lo que su figura representa y porque sigue siendo de todos, incluso cuando ¡de pronto! surge “la gracieta” en un paisano, en cualquier fiesta que se precie, y ¡ahí que te va aquél!, y se encarama al pedestal para colocarle una blusa, una boina, o una bufanda..., ¡qué más da!, y después hasta sonríe..., ridiculizando aquello que está allí y sin que nadie sea capaz de llamarle la atención, o se le sancione por semejante fechoría y por la desconsideración que está teniendo hacia el pueblo de Tomelloso, pero también hacia ese hombre y lo que él supuso para todos; puesto que yo, como autor de la obra, soy otra cosa ¿verdad?

P: Es muy mencionada la escultura inacabada a la familia de campesinos en la que usted comenzó a trabajar pero que por diversos problemas tuvo que parar el proyecto. ¿La nueva corporación municipal se ha puesto en contacto con usted para ver la posibilidad de retomar esa obra?

R: Le diré que ese título que aplica en su pregunta, no es el correcto, puesto que sería: “Monumento a los Campesinos de Tomelloso” o bien “Monumento a los Campesinos de las tierras bajas de Castilla La Mancha”. Tendré que determinarlo, pero nunca será ya ese.

Y respecto a si me puse en contacto con ellos, le comento que hace algunos meses que hablé, personalmente, en aquel Ayuntamiento, con dos concejales de la nueva corporación, y varios días después les envié un correo con la documentación que, en estos momentos, deben tener. Cuando corresponda, se completará el proyecto, para continuar el grupo escultórico que se había previsto. Continuaré con aquella idea, pero deberá ser el proyecto que yo, como autor, decidiera en su día.

Si se mira en la historia, la obra del escultor Auguste Rodin, concretamente el grupo escultórico que él titulara “Los Burgueses de Calais” –obra que realizó en bronce–, no creo que este maestro colocase a una de las figuras (de las seis que componen el grupo) de manera aislada y en alguna rotonda, por ejemplo; a las otras dos figuras, como a unos cincuenta o sesenta metros más allá, también en otra rotonda; a la cuarta figura, en alguna plaza a trescientos o cuatrocientos metros (de las primeras) y, finalmente, a las otras dos restantes, en alguna otra rotonda o plaza, ¡qué más da!, a otros doscientos y pico metros, o ve tú a saber...

Pues bien, con esto estoy aclarando que, el grupo escultórico dedicado a los campesinos, tendrá que ser el que tenía previsto realizar, y nunca otra cosa; porque lo demás ya no sería nada, se le restaría importancia a todo y no tendría sentido.

 - NOTAS DE INTERÉS -

Acerca de la 1a) pregunta de la Primera Parte. ¿Qué significó para usted la figura del “Obrero” como persona pública tan importante de la época y por todo lo que luchó por su pueblo y por el desarrollo de éste, también nos gustaría saber si conoció Mirasol?

Con la llegada de aquel medio de transporte, se alcanza una mayor expansión y desarrollo para nuestra población y la de algunos otros pueblos de la comarca, quedando reflejados en la sociedad; pues se registra un incremento de la población, hay una mayor disponibilidad de medios, se establecen nuevas alternativas y recursos –más favorecedores– para la convivencia, la cultura y hasta para la propia salubridad; como venía sucediendo en los principales núcleos de población de nuestro país.

Acerca de la 2a) pregunta de la Primera Parte ¿Qué significó el encargo de esta estatua del “Obrero”?

Cuando recibí el encargo del busto, sólo había oído hablar sobre D. Francisco algunas cosas, pero no sabía, con certeza, la dimensión e importancia de toda su labor, y del avance y desarrollo que, durante varias décadas, se había venido dando en Tomelloso y en las distintas poblaciones próximas a él. Muy pronto comencé a buscar más información, por lo que tuve que desplazarme a Madrid, hablar con sus nietas sobre el carácter que tenía y de su persona física, así como solicitar la documentación necesaria que pudiera desvelarme, ampliamente, su trayectoria –a modo de biografía–, además de solicitar algunas fotos de las distintas etapas de su vida. Por Tomelloso, también seguí buscando a gentes que lo hubieran conocido y hablado con él, y me dieran una descripción de cómo era; además de buscar en cada uno de ellos, el sentimiento que les hubiese despertado su personalidad y todo lo que realizó. Entre ellos, recuerdo en particular a José Martínez Crespo (Picocha), que trabajaba de auxiliar de farmacia con D. Gerardo Casavé. Con José, tenía una buena amistad desde hacía algunos años, a pesar de la diferencia de edad entre nosotros –pues yo vendría a tener, cómo un año o algunos meses menos que su hijo Pepe–, y un buen día, después de varios meses de trabajo y con la obra ya avanzada –aunque todavía en barro–, pasé por la farmacia y hablé con él, comunicándole que había tomado la decisión de hacer un trabajo más acorde con los méritos que debían reconocerse a D. Francisco, en Tomelloso. Creo que en aquél momento, José, se emocionó; y después de haber permanecido cabizbajo y en absoluto silencio, durante algún tiempo, se incorporó y me dijo: “Luis, lo que estás haciendo te honra, y no te arrepentirás”. Y después de mantener una pequeña conversación, lo invité a que pasara a verlo. Al día siguiente y después de finalizar su jornada de trabajo, se acercó a nuestra casa, de la calle Doña Crisanta –donde vivía con mis padres y en donde realicé la obra–, y allí estuvimos charlando, durante largo tiempo, sobre el trabajo. Recuerdo que José me hizo una entrevista que –algún tiempo después–, se publicara en el Diario Lanza de Ciudad Real; creo que fuese por mayo de 1975.

Mi propósito era continuar lo que había comenzado, y cuando terminé la figura en materia auxiliar –poliéster patinado–, la dejé preparada para pasarla después a bronce. Luego continué modelando una de las tres alegorías que pretendía colocar en los dos laterales y en la parte de atrás del pedestal, dejando el frente para la inscripción. Hubieran ido talladas en piedra de Escobedo, expresándose en ellas sus tres obras más significativas en Tomelloso: el ferrocarril, el periódico y a las Bellas Artes; esta última, por el apoyo efectuado a Don Antonio López Torres.

Cuando finalicé la “Alegoría al ferrocarril” en materia auxiliar, pasé por el Ayuntamiento para comentarles lo que había realizado, además de lo que tenía previsto continuar. Como era pertinente, los invité a que pasaran a verlo y, días después, se presentó una comisión del Ayuntamiento a visitarlo. Pasados unos días me comunican que pasara por el Consistorio para hablar con ellos; y allí se me dijo: “que volvían a la idea de que les realizara un busto representando a D. Francisco”. Como estaba bien claro, no tenían ningún tipo de interés por continuar con aquel trabajo, a pesar de que habían visto una buena parte de la obra. Por lo tanto y sin modificar el presupuesto (del busto que tenían previsto realizar), hice el proyecto del pedestal con las dimensiones y formas que tiene en la actualidad –sin buscar ya otras medidas más amplias para acoplar las tres alegorías, en su cuerpo central–, resultando así más estrecho y adecuado para la figura de bronce que se instalara sobre él; se trata de la figura y el pedestal  –que conocemos hoy– instalados en la confluencia de las calles D. Víctor con García Pavón.

A la hora de cobrar el trabajo, me dieron una pequeña gratificación para compensar, con algo, la obra. ¡Claro que lo agradecí!, porque tampoco nunca había pensado en ello; pero “los beneficios” que pensaba obtener, jamás resultaron ser tales beneficios, y menos considerarlos como aquella pequeña beca que se anticipaba, para continuar mis estudios de Bellas Artes en Madrid.

Pasado algún tiempo y reflexionando sobre esto, comprendí que el momento político en el que se me hizo el encargo (junio de 1974), para representar a un Sr. de la 2a República, igual era poco apropiado para hacer frente a un proyecto que, en realidad, tuviese la relevancia y la dignidad de la que era meritoria la persona a quien se le rindió homenaje; probablemente, no lo sé..., pero no olvidemos que se trataba de D. Francisco, de quien todo el mundo conocía su ingente labor, y a quien se le debía la gran prosperidad y desarrollo, tanto económico como cultural que, durante varias décadas, no sólo afectase a Tomelloso, sino también a un buen número de pueblos de la zona. Pero aquello fue, lo que fue; aunque no ya por D. Miguel y algún otro miembro de la Corporación, sino por una parte importante “de mandatarios” que tenía, tanto por detrás como por delante de él: concejales, gentes muy fusionadas al régimen, Diputación Provincial y hasta del Gobierno Central. Y a pesar de que lograra instalarse, hubo distintas voces con propósitos muy opuestos y que todavía continuaban intentando hacerse un sitio; era octubre de 1976. Se inauguró en estas fechas, porque se estaban produciendo los finales de la enfermedad del padre de D. Miguel Palacios, y hasta que se produjo el desenlace por el fallecimiento, no se llevó a cabo la inauguración.

El esfuerzo que realicé, para lograr esta obra, lo hice porque después de haber conocido lo que D. Francisco hiciese por todos, aquella propuesta (de su busto, en bronce,) me parecía un asunto bastante pobre; algo así como cubrir el expediente o de salir del paso, de la tremenda deuda que el pueblo de Tomelloso (también merecedor de otra cosa), venía teniendo para con él, desde hacía muchos años.

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