Resulta muy agradable el
paisaje doméstico que divisamos los periodistas al llegar a la casa de Alfonso
Ropero; muchos libros y una simpática cuadrilla de perras y gatas que conviven en gran armonía.
Los gatos son más distantes, pero los perros nos olisquean, mueven el rabo en
señal de cariño y guardan la deferencia de no dedicarnos un solo ladrido a los
tres visitantes. Alfonso y su mujer nos reciben con gran hospitalidad,
dejándonos que campemos a nuestras anchas entre las estanterías, tomando fotos y admirando los cuidados volúmenes que
Alfonso ha ordenado metódicamente y metido en cajas de vino para protegerlos
del polvo.
La vida de este
tomellosero, que es director de publicaciones de la editorial barcelonesa Clie,
ha estado siempre ligada a los libros, más concretamente, a los de pensamiento.
Estamos ante un amante empedernido de las humanidades que ha rastreado y se ha
empapado de todo lo que han dicho los grandes pensadores de teología, filosofía,
historia, sociología, la política y más recientemente sobre la economía, porque
como suele decir, “intento entender lo que sucede en la sociedad que me rodea”.
Doce mil libros
“Calculo que puedo tener
sobre doce mil libros. Compró unos treinta al mes, es decir, uno al día, y
aunque no me da tiempo leerlos, me supera el afán de tenerlos, -empieza
diciendo-. Los tres grandes vectores de esta biblioteca son la teología, la
historia y la filosofía. En realidad, todo lo que tenga que ver con el ser
humano y las ideas. Hay un apartado importante también de libros dedicados a la
política. Y luego en menor medida tengo algunas cosas de psicología, ciencia,
sobre todo lo que alude a nuestros orígenes y evolución del ser humano”.
Ropero explica que tiene
los libros ordenados por secciones, “encuentro rápidamente cada libro que busco
y los que menos leo están colocados en las estanterías de arriba”, dice entre
risas. Se ha disciplinado pacientemente a la hora de coleccionar esos libros o
colecciones que se venden por entregas.
Asegura que fue Ortega y Gasset quien despertó su pasión por la
filosofía. “Ortega me dio la ilusión de vivir. Aparte de filósofo, para mí es
el mejor escritor que ha tenido España. De cualquier palabra de nuestro idioma
entresacaba su sentido filosófico, sacando el jugo a toda la riqueza del
lenguaje español. Y aunque tiene un claro influjo de la filosofía alemana,
puesto que estudió allí, él construyó su propia filosofía”.
Reverencia por los
libros
Su religión es la
protestante y Alfonso posee todas las obras de Calvino y Lutero, pero también
guarda mucha teología católica, sobre todo de la teología de la liberación que
“tiene un carácter más social y suele presentarse asociada al marxismo”,
remarca.
Nuestro protagonista se
siente a gusto hablando de libros y ello nos da pie a preguntarle por el origen
de su idilio con ellos. “Mi padre era gañán y tengo el lejano recuerdo de
haberle ayudado en algunas tareas del campo. Mi primer contacto con los libros
fue cuando tenía diez años, al conocer uno de aquellos libros que regalaba el
Estado y que hablaba de Sócrates y otros filósofos griegos. Antes leí aquellos
tebeos del Capitán Trueno o El jabato. Leí pronto El Quijote y el que me
encanto fue Dickens. Pero a los 18 años, por una experiencia religiosa fuerte,
me hice protestante y me dediqué a estudiar teología. Me pagaron los estudios
en Inglaterra, donde lo pasé muy bien, y estuve también en Irlanda, en plena
época del IRA donde era normal ver a gente caminando con fusiles por la calle.
De allí siempre venía cargado de libros. He escatimado en otras cosas, el coche
o la ropa, pero nunca en libros”.
No abunda la
literatura
Aunque le agrada y la
cultiva siempre que puede, en la biblioteca de Alfonso Ropero no abunda la
literatura. Nos cuenta que atesora algún premio de la Fiesta de las Letras,
pero no tiene claro cuál fue el primer libro que adquirió con su propio dinero.
“Quizá fuera La Odisea de Homero que lo recomendaban en el colegio y lo compré
en la librería de Eugenio Serrano, pero por gusto puede que fuera uno de Ortega
y Gasset o de Unamuno”.
Alfonso no siente
predilección por un único libro, “en cada época me han ido marcando diferentes
autores. Por ejemplo, un autor como Max Weber me abrió los ojos a la
sociología. Me ha interesado mucho el estudio de las sectas, contrastando
siempre diversas opiniones y teorías y respetando las opiniones de los que
piensen diferente”.
Se mantiene fiel al
formato de libro en papel y a cualquier lugar que se dirige va acompañado
siempre por un libro. “Incluso si voy al banco, aprovecho las esperas para
leer”. Ha publicado una veintena de títulos, además de algunas ediciones
críticas, haciendo la introducción y poniendo notas a pie de página.
A la vez que habla
paseamos entre las estanterías y se va deteniendo en algunos títulos de los que
siempre entresaca una curiosa historia. Aparecen algunos volúmenes sobre los
curanderos, “un tema que me interesó mucho durante un tiempo”. Elogia a los
pensadores españoles, “hay muchos y muy buenos” y en la recta final nos muestra
su despacho donde pasa horas y horas leyendo y estudiando, extrayendo el máximo
jugo a los libros que le han acompañado durante toda su vida. Antes de despedirnos aparece una gata gris
que se sienta en el sillón que Alfonso ocupa cuando se adentra en los infinitos
recovecos del conocimiento.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Jueves, 25 de Abril del 2024
Jueves, 25 de Abril del 2024
Jueves, 25 de Abril del 2024
Jueves, 25 de Abril del 2024
Jueves, 25 de Abril del 2024