“Memento,
homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris”; esta frase es muy conocida en
los ambientes religiosos sobre todo cristianos, y también entre las escasas
gentes que hoy en día conocen el Latín.
Se usaba en
las celebraciones litúrgicas de inicio de Cuaresma, justo en el momento de
signar con ceniza la cabeza de alguna persona participante en la Eucaristía del
Miércoles de Ceniza. En la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se amplió
la opción de utilizar otras frases como: “Conviértete y cree en el Evangelio”,
quizás la más utilizada en los tiempos actuales.
La traducción es: “Recuerda hombre que
eres polvo y al polvo volverás”.
La frase está tomada del libro del
Génesis 3, 19, donde dice: «Con el sudor
de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste
tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás» (1)
Traigo a colación esta frase para
introducir una idea, que podría ser interesante para las personas cristianas
practicantes y para las que no lo sean, como simple curiosidad cultural, porque
estamos iniciando estos días, aunque no hayamos disfrutado del carnaval, el
tiempo de preparación a la Pascua.
Llevamos, como dicen algunos
pensadores pastoralistas cristianos, muchos días de cuaresma, demasiado
tiempo…, desde que se expandió la pandemia nos hemos sometido y nos han
obligado a infinidad de “sacrificios”, limitaciones, sufrimientos muy graves, y
lo más doloroso las numerosas muertes de familiares, amigos, vecinos…
Es imprescindible que no se olvide,
como se está haciendo por múltiples causas, que el final de la cuaresma no es
la muerte y pasión de Jesucristo, sino la Pascua, el triunfo de la Vida sobre
la muerte.
Mirar miopemente estas semanas desde
sola penitencia, no tiene sentido nada más que para agobiar más a las personas,
dominar sus sentimientos y asustar con la gravedad, que dicen que tiene, el incumplimiento de los Mandamientos de Dios y
de la Iglesia.
Es por todo ello por lo que la
Cuaresma de este año deberíamos vivirla, opino, totalmente remozada. Llevamos
demasiados siglos viviendo estos días al modo de los monjes de le Edad Media. En
los templos: se multiplican los colores morados y negros, símbolos más propios
de la muerte, del dolor del sufrimiento; esculturas de tristeza, pasión, protagonistas
de lo que se va a celebrar en Semana Santa.
Es conveniente que desviemos el
objetivo, aún sin perder de vista, el conglomerado penitencial de pecados, faltas y demás actos que deberíamos
corregir.
Un tal Jesús que vivió en Palestina
hace más de dos mil años, al que los cristianos reconocemos como el Señor, hacía
presente a un Dios al que llamaba Abba (papaíto) no porque quisiera definirlo
con tal palabra, sino por hacer más patente la ternura propia de un padre o una
madre. Me atrevería a decir que era el intermediario de las CARICIAS de Dios a
las personas, especialmente si éstas sufrían, estaban enfermas o “poseídas por
algún espíritu inmundo”, como acostumbraban a llamar a las enfermedades psíquicas.
Jesús, El Señor, tocaba a los leprosos,
cosa prohibida por la Ley de Moisés, porque se com-padecía de ellos, conectaba
con su sufrimiento cuando los veía; (lo recordó el Arzobispo Carlos Osoro en la
eucaristía del domingo pasado).
En nuestra sociedad, ampliada al mundo
entero, hay muchas personas enfermas por la covid, o por otras enfermedades.
Hay mucha gente que está perdiendo sus trabajos o sus empresas casi siempre
familiares, con lo que se aumenta la desesperación, la angustia, el hambre…
Animo a cambiar la ceniza por sonrisas
cariñosas, aunque se produzcan detrás de la mascarilla.
Animo a cambiar la ceniza por miradas compasivas con ojos de cariño.
Animo a cambiar la ceniza por manos tendidas transmisoras de caricias.
Animo a cambiar la ceniza por perfumes
transformadores de angustias.
Animo a cambiar la ceniza por tiempos
compartidos, aunque sean silenciosos, con los más olvidados.
Animo a cambiar la ceniza por el pan
de cada día que enjugue las lágrimas del hambre actual.
Animo a cambiar la ceniza por palabras amables, sencillas portadoras de fuerza para el alma.
(1) La cita está tomada de La Santa Biblia (versión Biblia de Jerusalén, 1976) –online-
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Viernes, 25 de Abril del 2025
Viernes, 25 de Abril del 2025