El público ha agotado el aforo permitido en el Teatro Marcelo Grande, respetando todas las medidas de seguridad.     

Nada  ha faltado en esta disparatada historia de tres amigos, que ha girado en torno al órgano secretor de insulina, glucagón y somatostina. A golpe de confesión, y con muchas dosis de humor, han ido componiendo un  bello lienzo sobre la compleja condición humana. ¿Qué somos capaces de hacer por alguien querido? ¿Hasta dónde llegaría nuestra generosidad? ¿Hasta el páncreas? Puede que en lo más profundo, ahí donde no se puede palpar, se instalen ocultos sentimientos y deseos sin diagnosticar.

Y todo esto en verso lo que añade todavía más mérito a la representación. La trama va discurriendo con muchas sorpresas, nada es lo que parece y al final se ofrece una explicación. Nada se les ha resistido  a los tres actores del reparto que también han bailado y cantado, pero que han brillado en los constantes cambios de registro a que les obligaba la representación. Ellos han ido creciendo a medida que ha ido transcurriendo una obra trepidante, quizá porque notaban la conexión con un público que se reía y disfrutaba a cada momento.  La larga ovación del final era la evidencia palpable de lo mucho que ha convencido al respetable su trabajo. La gente celebra que la cultura vaya abandonado su largo periodo de forzosa hibernación por la pandemia. La Muestra ha arrancado de la mejor manera posible

Un éxito en el que también han aportado Justo Jiménez, que ha realizado la escenografía; Yolanda Andújar, efectos de sonido; Beatriz Muñoz, Atrezzo; Raúl Zatón, control de iluminación y María Montañés, control de sonido. Un gran equipo el de Platea que ha firmado con nota alta la representación de Páncreas.