Opinión

Los Pinos

Manuel Sánchez Patón | Miércoles, 16 de Junio del 2021
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Se reabren los Pinos. Esta vez, el Ayuntamiento de Tomelloso ha tenido la delicadeza de prohibir el acceso y estacionamiento de coches y motos, así como la entrada y manipulación de equipos de música. Algo es algo. Pero no dice nada del consumo de bebidas alcohólicas. Una invitación, pues, a la reanudación del botellón. A ensuciar y vandalizar un paraje seminatural. A negar el derecho al descanso de las personas mayores de una residencia. A no dejar que el resto de ciudadanas disfruten tranquilamente de una zona verde, tan olvidada y desatendida por las autoridades municipales (que vaya, se desviven por la plaza y el centro).

Con el parón de la pandemia y el consecuente cierre de los Pinos, el Ayuntamiento ha desperdiciado una ocasión única para regular el uso público de este espacio. Para sanearlo y regenerarlo.  Para dignificarlo, diría.

Los Pinos se han ganado la categoría de lugar de autoafirmación grupal de jóvenes (y menores) con la omnipresencia del alcohol, y quien sabe, si de otras cosas. El botellón es un fenómeno sociológico singular de nuestro tiempo. No soy quien para censurarlo, y menos, estigmatizar a quienes lo practican. Pero que durante tantos años se haya permitido en un recinto público es poco ejemplarizante. Tolerar el consumo de alcohol en la vía pública o en una zona verde va contra la ley, la salud pública, las políticas de prevención de drogas y protección del menor, la convivencia ciudadana, y el medio ambiente.

La recogida de botellas de vidrio, envases y bolsas de plástico, residuos orgánicos, etc, en un área tan extensa supone un coste económico adicional a las arcas municipales, que llega a centralizar, en ocasiones, las jornadas de los servicios municipales de limpieza urbana (muy exiguos, dicho sea de paso) los fines de semana y festivos, restando esfuerzo y recursos a otras zonas de la localidad.

La estampa después de un botellón es una bofetada al buen gusto y a la urbanidad, especialmente en sitios concebidos para el esparcimiento y el disfrute de la naturaleza, como son los Pinos y la explanada ferial. La presencia de alcohol en botellas, bricks, y vasos pueden ser un reclamo peligroso para menores curiosos. La abundancia de cascotes de vidrio hacen inviable los paseos con nuestras mascotas ante el riesgo de cortes y lesiones. Los Gobiernos locales, de distinto signo, que han permitido los botellones, y al parecer lo van a seguir haciendo, han incurrido e incurren en una grave irresponsabilidad.

Beber alcohol en la vía pública está prohibido en la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana (L.O 4/2015 de 30 de marzo), la famosa Ley Mordaza. El artículo 37.17 establece como infracción leve “El consumo de bebidas alcohólicas en lugares, vías, establecimientos o transportes públicos cuando perturbe gravemente la tranquilidad ciudadana”, fijando multas entre los 100 y 600 euros. Los menores de 14 años están exentos de responsabilidad.

Pero además, las Administraciones locales disponen de un amplísimo repertorio jurídico, en forma de leyes y decretos - autonómicos y estatales - en materia de salud, consumo y ocio, que las habilitan para su regulación o prohibición. La Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases de Régimen Local, y demás disposiciones reglamentarias, lo permiten.

El Ayuntamiento de Ciudad Real cuenta con una Ordenanza Reguladora de Convivencia y Ocio que hace casi imposible los botellones (eso la teoría, claro). La FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias) ha elaborado una completa ordenanza tipo para que sus asociados puedan adaptarla a sus respectivos territorios. Se conocen sentencias de la Sala Tercera de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo respaldando a ayuntamientos que han dado ese paso, aunque no haya cobertura normativa autonómica.

Estamos demasiado acostumbradas a que la dirigencia política mire a otro lado, en vez de afrontar los problemas y adoptar medidas valientes, sin necesidad por ello de caer en el autoritarismo, ni en el paternalismo.

Por cierto… Mientras se inaugura la temporada de verano en los Pinos, la plaza del Parque de la Constitución suma ya más de quince días cerrada a cal y canto, sin explicación oficial. ¿Cosas de la nueva normalidad?

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